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Serie: Relatos, reflexiones y otros aportes para rescatar la Memoria, a 50 años del golpe de Estado en Chile. Adolfo Vargas Jofré, Periodista UCN.... Funeral de Jaime Guzmán y muerte de Andrés Aylwin: Hechos que me marcaron en el Fortín Mapocho

Serie: Relatos, reflexiones y otros aportes para rescatar la Memoria, a 50 años del golpe de Estado en Chile.

Adolfo Vargas Jofré, Periodista UCN. Desde La Tirana.-

Con dos sucesos que marcaron mi labor como periodista del diario Fortín Mapocho el año 1991, voy a cerrar este ciclo de crónicas en mi modesto homenaje al Presidente Constitucional Salvador Allende Gossens.

El primero fue el asesinato del senador de la UDI Jaime Guzmán ocurrido el 1 de abril de 1991 y en manos de militantes del Frente Patriótico Manuel Rodríguez -FPMR-,  y que provoco un remezón de proporciones en la naciente y débil democracia luego del plebiscito de 1988.

Yo trabajaba en dicho diario desde al año anterior e incluso en febrero de 1991 había reemplazado al jefe de Crónica del diario, porque luego de tres años podía salir de vacaciones. Y propuso mi nombre para su reemplazo a la plana directiva del medio impreso y que fue aceptado favorablemente. Esto significó trabajar durante ese mes con la plana mayor del Fortín, aprendiendo mucho de los secretos y experiencia periodística de grandes profesionales. Debía preparar editoriales, aportar a la titulación de la portada y generar temas para mis colegas de la sección Crónica.

Entre otros estaba Osvaldo “Chino” Muray hijo, Patricia Parker, la gente del deporte y de la hípica, además de tres colegas más cuyos nombres no recuerdo. También debía pautear a los reporteros gráficos y coordinar los turnos de fines de semana.

Fue una tremenda experiencia que hasta el día de hoy agradezco porque uno nunca termina de aprender, a pesar que ya cumplí 53 años ejerciendo esta noble profesión, que inicié a mediados de 1970 como alumno ayudante mientras cursaba cuarto año en la Escuela de Periodismo de la ex Universidad del Norte de Antofagasta.

Mi presentación personal, siempre de corbata, a veces terno o tenidas combinadas de pantalón y vestón, fue clave para varios encargos como profesional. Una verdadera “pinta” mercurial.

“Nadie se imagina que tú eres periodista del Fortín, así que te mandamos a todas las conferencias de prensa de la derecha”, me decían los jefes. Y por lo mismo que me encomendaron reportear el funeral de Jaime Guzmán, que ocurre el 4 de abril de 1991.

El diario destina tres reporteros gráficos, uno de ellos era una mujer, Pamela Rojas, quien tuvo la difícil misión de fotografiar al interior de la Basílica de la Gratitud Nacional, ubicada en Cumming con la Alameda, en Santiago.

Allí estaba el dictador Pinochet con su uniforme de capitán general y la plana mayor de las Fuerzas Armadas, además del Presidente Aylwin y la cúpula de la derecha y la ultra derecha. El ambiente en el interior de la iglesia era “denso y pesadísimo”, lleno de CNI, efectivos de la policía de investigaciones y otros especímenes que cuidaban a “su general”. Y allí al interior estaba yo con mi libreta, grabadora y lápiz de pasta tomando nota y grabando las entrevistas que “ en patota” hacían mis colegas de diarios, radios y televisión capitalina.

La siguiente tarea era acompañar el sepelio y que pasaría por las puertas de nuestro diario, en calle Agustinas, ya que el féretro de Guzmán sería sepultado en el Cementerio General, pero en vida Guzmán pidió pasar por donde vivía su mentor, Jorge Alessandri Rodríguez. Esto era en un  departamento de calle Phillips frente a la Plaza de Armas.

Estábamos advertidos el gráfico y yo de ni siquiera mirar hacia el frontis del diario, el que ese día cerro su puerta y ventanales, para evitar cualquier hecho bochornoso. Iban muchos jóvenes derechistas y pinochetistas que “le tenían ganas” a los fortinianos.

Afortunadamente nada grave sucedió, aparte del lanzamiento de huevos al frontis del diario y gritos de “comunachos culiaos” y otros chilenismos. El gráfico y yo íbamos calladitos y siguiendo el cortejo. Nos correspondía terminar nuestra labor en el frontis del cementerio, pues al interior estaba la colega Patricia Parker y otro reportero gráfico.

Al día siguiente la edición del Fortín llevaba 6 páginas con el suceso, siendo la mejor demostración del verdadero periodismo en democracia.

El segundo suceso ocurre en el mes de mayo de 1991, en plena agonía del Fortín, ya los trabajadores nos habíamos tomando el local del diario, ante el cero apoyo del gobierno de Aylwin para la sobrevivencia de nuestro medio que había sido vital para el retorno de la democracia.

Y aquí surge un personaje que nunca antes había sabido de él, a pesar de su destacada labor en favor de los derechos humanos desde el 11 de septiembre de 1973. Hablo de Andrés Aylwin, hermano del presidente de Chile y que fue uno de los 13 democratacristianos que el 12 de septiembre de 1973 condenaron públicamente el golpe de Estado. Le valió ser relegado por la dictadura cívico militar pinochetista.

En esa época era diputado por San Bernardo y cada vez que venía a la región metropolitana, pasaba al diario a saludarnos y saber cómo iba nuestro movimiento. Pero además le entregaba un aporte económico a nuestro sindicato y muchas veces llegó con bolsas con pan, mantequilla y mortadela, “para ustedes niños que sé que están sin almorzar”. Nunca quiso entrar a conversar ni acepto entrevistas sobre su labor.

Solo recuerdo de él su gran altura y que tenía un gran parecido con  el personaje de Don Quijote de La Mancha. Pero este hombre, que murió el 20 de agosto de 2018, era honesto, austero, recto, con gran ética en política y en la defensa de los derechos humanos. Le decían que era “el hermano combatiente” de Patricio Aylwin. Nunca se apareció por el diario otro parlamentario o dirigentes de partidos políticos, incluido el PC tomando en cuenta que la directiva del sindicato del Fortín la encabezaba una militante comunista.

Y aquí es importante devolverme al funeral de Jaime Guzmán y recordar las palabras del presidente del Senado de la época, Gabriel Valdés:

“Han disparado contra el Senado de Chile. Los asesinos mataron al senador Jaime Guzmán. La democracia que nace está de duelo…”

Aquí cierro este ciclo de mis actividades periodísticas, en el contexto de lo que fue mi experiencia como periodista durante el gobierno de la Unidad popular y en conmemoración de los 50 años del golpe. Estos artículos constituyen mi modesto homenaje  homenaje a un Presidente de Chile que llevo al pueblo a La Moneda.

“Hoy, aquí con nosotros, por fin vencen las víctimas de la población José María Caro; aquí con nosotros, vencen los muertos de El Salvador y Puerto Montt, cuya tragedia atestigua por qué y para qué hemos llegado al poder. De los trabajadores es la victoria”

Fragmento del discurso en el estadio nacional del Presidente Constitucional Salvador Allende Gossens, el 5 de noviembre de 1970.

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