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Alejandro Álvarez, Periodista Lo vi varias veces en la muni; nunca me dio buena espina. Los lentes oscuros, camisa a cuadros metida dentro del... La buena vida del ex CNI “Ojitos Saltones” en Iquique

Alejandro Álvarez, Periodista

Lo vi varias veces en la muni; nunca me dio buena espina. Los lentes oscuros, camisa a cuadros metida dentro del jeans, bigotes canos y pelo hirsuto; denotaban su pasado.

Siempre portaba audífonos, en mi disociación creía que alguien lo instruía por interno. No era su conciencia la que le hablaba y si lo hacía, dudo que la oyera.

Yo tenía 26, llevaba más de un año en la ciudad y laboraba en La Estrella de Iquique. Ese año (2007) ex concejales de la Concertación, tras destituir al Alcalde Soria, votaron por Myrta Dubost como alcaldesa suplente. Ya no era la dictadura que la coronaba. Los mismos que renegaron la represión, fueron sus compinches.

Era un secreto a voces que Myrta Dubost, había sacado del olvido y la impunidad a ex uniformados instalándolos en el municipio. Era fácil reconocerlos, harta polera de piqué, pantalón de tela, aromatizados con perfumes propios de los 80.

Andaba siempre con la ex alcaldesa. Una vez lo vi ocupando asiento de autoridad, relajado y mientras miraba de un lado a otro, jugaba con sus manos y reía alzando los hombros, así como el perro Patán. La diferencia es que este sí era un patán.

9 años pasaron para saber que era Jorge Rivas Arancibia, que sus colegas CNI le decían “Ojitos Saltones” y que, en 1988, infiltrado como militante del MIR reclutó a liceanos de Pudahuel y Quinta Normal para armar La Resistencia, grupo que creó para desarrollar acciones subversivas.

El 18 de abril de 1989, en un falso enfrentamiento, acribilló, junto a otros miembros de la CNI, a Iván Palacios y Eric Rodríguez, jóvenes que él reclutó. Desde ahí se perdió su pista. Fueron 27 años de impunidad que gozó “Miguel”; su chapa de infiltrado.

El caso fue reabierto el 2015 y tras testimonio de sobrevivientes y de ex agentes de la CNI, se determinó que vivía en Iquique.

Aquí tenía buen pasar; sumada a la pensión de carabineros, era jefe de seguridad de Deportes Iquique. Mismo cargo tuvo en el municipio. Parece que la alcaldesa lo apreciaba; solo el 2009 le adjudicó más de 45 millones a la empresa de seguridad que “Ojitos Saltones” poseía.

La justicia llegó. El 2021 fue condenado a 15 años. La historia está ahí, a la vuelta de la esquina. No sabemos quién lo ocultó, pero sí quién lo protegió.

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Rivas Arancibia Jorge Enrique

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