A 28 años de los crímenes de Carabineros contra Natino, Parada y Guerrero, que estremecieron Chile
CrónicasDestacado 30 marzo, 2013 Edición Cero
Cambio21 /Por Alfredo Peña.- Los profesionales Santiago Nattino, pintor, Manuel Guerrero, profesor y José Manuel Parada, sociólogo y funcionario de la Vicaría de la Solidaridad, fueron secuestrados y degollados con corvos el 30 de marzo de 1985 por oficiales y suboficiales de Carabineros en plena actividad. Los tres fueron arrastrados y asesinados en un campo cerca del aeropuerto de Pudahuel. En esa época, y por primera vez, un juez logró remecer los cimientos de la dictadura: logró que renunciara el Director de Carabineros, general César Mendoza y que su reemplazante, el general Rodolfo Stange (militante UDI) fuera acusado de encubridor.
El secuestro y terrible degollamiento del pintor Santiago Nattino, del profesor y dirigente Manuel Guerrero y del sociólogo José Manuel Parada, realizado por la Dicomcar, Dirección de Comunicaciones de Carabineros a fines de marzo de 1985, fue una venganza por la investigación que hacía la Vicaría de la Solidaridad cruzando su información con la entregada por el cabo de la Fach, Andrés Valenzuela, desertor del Comando Conjunto, un órgano tan represor y siniestro como la DINA.
La dictadura, desde Pinochet para abajo, fue sorprendida y remecida por las revelaciones de Valenzuela. Por eso, a fines del 84, Pinochet dictó el Estado de Sitio y prohibió la publicación de cinco revistas disidentes. Con la censura, evitó que la entonces revista Cauce publicara la confesión de Valenzuela.
El Comando Conjunto, lo conformaban personal de: Armada, Fach, Carabineros, y civiles que provenían del grupo ultra derechista Patria y Libertad, muchos de ellos que actualmente se han cobijado en la UDI.
La periodista Mónica González, de revista Cauce, había logrado la confesión de Valenzuela, quien relató los secuestros y asesinatos de muchas personas, dio nombres de comunistas que se habían convertido en agentes delatores, reveló los nombres -Roberto Fuentes Morrison y Adolfo Palma Ramírez- de los jefes del Comando Conjunto que funcionaba en Dieciocho 229, Santiago.
La Iglesia Católica sacó del país a Valenzuela, y la entrevista de Mónica González fue publicada fuera de Chile por el diario El Nacional de Caracas, y de allí, rebotó a todo el mundo.
En la Vicaría de la Solidaridad, el sociólogo José Manuel Parada, -hijo de los destacados actores Roberto Parada y María Maluenda- tomó los datos del desertor Valenzuela, y los cruzó con la información de la Vicaría, obteniendo así, un cuadro nuevo de la represión de la dictadura. Para eso, lo ayudó Manuel Guerrero, el único sobreviviente del comité central del Partido Comunista cuando éste fue exterminado por el Comando Conjunto. Manuel Guerrero conocía voces, apodos, rostros, cuarteles. Sabía demasiado.
El 28 de marzo, bajo Estado de Sitio, el pintor Santiago Nattino es secuestrado a pleno día en Badajoz con Apoquindo en Las Condes, cuando iba a tomar un microbús porque estaba cerca de su casa. Al día siguiente, el 29 de marzo, el sociólogo José Manuel Parada llevó a sus hijos al colegio Latinoamericano en Avenida Los Leones en la tercera cuadra en la comuna de Providencia. Estaba en la puerta del colegio cerca de las 8 de la mañana. Hablaba con Manuel Guerrero, presidente de los profesores, y ambos fueron secuestrados. En la detención, los carabineros incluso utilizaron un helicoptero policial e hicieron uso de sus armas de fuego, frente a niños que ingresaban al colegio. Un profesor que intento detenerlos, fue herido a bala.
En esos días campeaba la impunidad de la dictadura y de sus órganos represivos, a pesar que llevaban 12 años en el Gobierno.
Los tres fueron llevados a la calle Dieciocho cerca de la Alameda, donde fueron torturados y maltratados por largas horas. A últimas horas de la noche del 29 de marzo de 1985, los tres secuestrados fueron sacados de su lugar de tortura. Iban desfallecientes. Luego que los cuatro vehículos policiales, dieran varias vueltas por distintos lugares de la capital, los carabineros, oficiales y suboficiales activos, decidieron llevarlos a un lugar lejano para cumplir con sus criminales y deleznables propósitos. Ya era la madrugada y los carabineros contaban con la seguridad de sus crueles y cobardes movimientos: había Estado de Sitio y pocas personas o casi nadie podía circular de noche y menos de madrugada. Era ya el 30 de marzo de 1985.
Los tres secuestrados bajaron siendo arrastrados de los autos policiales con sus cabezas tapadas. Los hicieron caminar unos cien metros al interior de unas plantaciones agrícolas
Los tres -uno a uno- en forma macabra fueron degollados por estos policias en un campo cerca del aeropuerto de Pudahuel pero que pertenece a la comuna de Quilicura. Hoy es la avenida Américo Vespucio y desde el lugar del crímen se puede ver el principal aeropuerto del país. En ese lugar existe un monumento para recordar a los tres degollados.
El entonces militante de RN Francisco Javier Cuadra, vocero y ministro de la dictadura, dió su versión de los hechos y con su «carepalismo» habitual dijo una frase que quedó grabada en los anales de los atropellos a los derechos humanos: «Es una purga entre comunistas».
Meses después, un valiente y septuagenario juez, el ministro José Cánovas Robles, dictó su fallo: Los asesinos del crímen que remeció a Chile eran todos Carabineros de la Dicomcar. El juez ordenó los arrestos de los coroneles Luis Fontaine y Omar Michea y de todos los policías que participaron en los secuestros.
El general César Mendoza -que llegó con Pinochet al golpe de Estado- debió renunciar a la Junta Militar. Lo sucedió el general Rodolfo Stange, -posteriormente este general se hizo militante de la UDI hasta el día de hoy-. Era primera vez que un juez enjuiciaba a la dictadura y a sus aparatos represivos.
Solo en democracia y en el año 94 fue posible hacer justicia. 18 Carabineros fueron procesados por los crimenes, por acción directa, complicidad o encubrimiento, incluyendo los pilotos del helicóptero que salió desde Tobalaba a apoyar desde el aire, este terrible delito.
Fueron condenados a cadena perpetua los asesinos directos del estos cobardes y deleznables crimenes: coronel Guillermo González Betancourt, capitán Patricio Zamora y los agentes, Miguel Estay, Alejandro Sáez, y Claudio Salazar.
En el dictamen judicial, el general Rodolfo Stange -ex senador de la UDI, luego de su retiro- fue mencionado como encubridor, «por grave incumplimiento de sus deberes militares». Por ello, el Presidente Eduardo Frei le pidió la renuncia al cargo de Director General de Carabineros, y Stange revelándose a la autoridad del Presidente Frei, se negó diciendo que el poder militar no se sometía al político, que así lo decía la Constitución del 80. Luego esa constitución pinochetista fue modificada en ese acápite.
Todos los asesinos de Parada, Nattino y Guerrero están presos en la cárcel especial de Punta Peuco, cerca de Til Til, donde cumplen sus condenas por estos abominables crimenes de tres personas indefensas.