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Serie: Relatos, reflexiones y otros aportes para rescatar la Memoria, a 50 años del golpe de Estado en Chile          ... Epístola a los golpistas

Serie: Relatos, reflexiones y otros aportes para rescatar la Memoria, a 50 años del golpe de Estado en Chile

                                                                  “La sangre de tu hermano

  clama a mí desde la tierra”

                                                 (Génesis 4:10)

Jaime Ceballos, poeta y profesor.-

«Si algún sentido tiene la vida humana en la tierra, es construir una sociedad justa y solidaria, basada en una convivencia afectiva y respetuosa de la dignidad de sus integrantes. Esto exige que nos miremos como hermanos y nos hagamos responsables del destino común de todos y cada uno.

Deben saber, que felizmente, somos distintos y pensamos diferente. Que esas diferencias deben debatirse en el marco de un diálogo considerado y con discusiones argumentadas. Que tales desacuerdos, deben procesarse a través de mecanismos democráticos que la propia sociedad se asigna, para dar cauce a la expresión de la voluntad individual y colectiva de los ciudadanos.

Quiero recordarles, que la Democracia es un tipo de gobierno cuyo principio fundamental es la Soberanía; como expresión de la voluntad mayoritaria del pueblo. Pero también es una forma de vida, cuya base ética es el respeto a la Dignidad e integridad física y psíquica, de todos los miembros de la comunidad social.

Y es precisamente, cuando esa voluntad mayoritaria no coincide con nuestros intereses o visiones políticas, cuanto más se necesita la convicción democrática, para reconocer y respetar al otro como un legítimo otro. Sobre todo, para sostener el imperativo ético, de resolver las diferencias de manera pacífica y civilizada.

Tristemente, ustedes, nada de aquello han respetado, nada de eso forma parte de sus convicciones. Peor aún, a cincuenta años del Golpe de Estado, siguen reivindicando esa conducta antidemocrática y egoísta, que tanto daño generó y sigue generando al país.

Les convoco a meditar honesta y profundamente en ese periodo dictatorial en que vivimos. Fueron 17 años de un régimen militar oprobioso, cuyas consecuencias en materia de abusos y violaciones a los derechos humanos, arrojó cifras brutales y vergonzosas.

De acuerdo a las distintas Comisiones de Verdad, la cifra total de víctimas calificadas oficialmente es de 40 mil 175 personas, incluyendo ejecutados políticos, detenidos desaparecidos y víctimas de prisión política y tortura[1].

Esas víctimas, fueron chilenas y chilenos como ustedes, hermanos que sólo pensaban distinto, que imaginaban otra forma de organización económica, político y social.  Ese fue su “delito” y por esa sinrazón fueron reprimidos.

Ciertamente, les reconozco el legítimo derecho a creer, que esos hermanos suyos estaban equivocados o que sus miradas y el camino elegido fueron un error. Pero eso no los autoriza a romper el pacto democrático e imponer por la fuerza su ideario político-económico. Bombardear el palacio de gobierno y llevar a la muerte al Presidente de la República, es un acto terrorista injustificable. Es lo más inhumano y anti-republicano que pudieron haber hecho.

Pasarán otros cincuenta años y esta tragedia seguirá siendo una tragedia, sino la reconocemos como tal. Ese será nuestro más grande dolor, nuestra peor derrota. Es urgente y necesario; respetarnos la vida y la sangre, aceptarnos en la diferencia, ser capaces de consensuar lo esencial y construir verdades colectivas.

Un golpe de Estado, será siempre un golpe a la conciencia democrática de los pueblos. Así no se construye comunidad, así sólo nos condenamos a repetir estos dolores, y lo que es peor; a seguir sobreviviendo en este país de la ausencia».

[1] Ministerio de Justicia y Derechos Humanos.

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