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Tras iniciar sus actividades el 9 de septiembre de 1979, con el nombre de  TUCHI (Teatro de la Universidad de Chile, Iquique), El Teatro... Teatro Universitario Expresión, 37 años sobre las tablas desarrollando amplia actividad artística

teatro expresiónTras iniciar sus actividades el 9 de septiembre de 1979, con el nombre de  TUCHI (Teatro de la Universidad de Chile, Iquique), El Teatro Universitario Expresión, cumple 37 años de actividad artística, alcanzando altos niveles en su desarrollo teatral.  El grupo surgió como una iniciativa de la Dirección de Extensión de la Casa de Bello, que luego paso a ser la actual universidad Arturo Prat.

Iván Vera-Pinto Soto, fundador y director durante estos 37 años, ha tenido la responsabilidad de implementar un conjunto de actividades entre las que destacan más de ochenta piezas dramáticas de autores contemporáneos, latinoamericanos y nacionales. Sumemos, cursos, talleres, giras, eventos y otras labores escénicas destinadas a diversos sectores y niveles de la comunidad iquiqueña, como una manera de sembrar el amor por el arte escénico.

En su origen el elenco estuvo conformado, preferentemente, por miembros de esta Casa Universitaria y teatristas iquiqueños, quienes han materializado numerosas proyecciones artísticas por todo Chile y en el extranjero (Perú, Argentina, Uruguay y México). En el país han estado presentes en relevantes encuentros y festivales teatrales realizados a lo largo del país, en todos ellos esos escenarios ha recibido siempre la aprobación y el respaldo del público más exigente.

Para el año 1982 tuvo que cambiar su nombre original a Expresión, debido a la transformación que experimentó la Universidad en Instituto Profesional de Iquique (IPI), este hecho coincidió con el estreno de la obra de García Lorca La Zapatera Prodigiosa, de Federico García Lorca.

En los años del gobierno dictatorial, Expresión no estuvo ajeno a contratiempos. En 1984 abordó la polémica obra de Georg Buchner Woyzeck, cuya temática cuestionaba la formación militarista y a la sociedad contemporánea. En ese magro escenario nacional, el elenco se vio obligado a refugiarse en comedias livianas y obras infantiles (El robot Ping-Pong, El Fantasmita Pluft, Rocamadur, Tres gatos en Chicarratón, El día en que los ángeles se comieron a los pájaros de cu-cú) para seguir en escena. Así y todo, el conjunto siguió con paso seguro adelante, porque tenía claro sus objetivos y existía una gran pasión en todos sus miembros que los impulsaban a seguir haciendo teatro, aunque las condiciones políticas y sociales le fueran absolutamente adversas.

La Sala Veteranos del 79 ha sido el escenario emblemático donde el elenco ha orientado su labor en el rescate, revaloración y proyección de los contenidos y técnicas del teatro regional, nacional y latinoamericano; difundiendo incluso su trabajo más allá de las fronteras institucionales.

En los inicios de esta compañía jugaron un papel importante emblemáticos actores iquiqueños, tales como Guillermo Zegarra, Jaime Torres y Cecilia Millar; sumados a ellos jóvenes estudiantes y trabajadores. Todos ellos imbuidos de una fuerte mística y una alta sensibilidad social, lo que permitió que este proyecto se sustentara en el tiempo marcando un hito en la escena del teatro universitario nacional, constituyéndose en una de las agrupaciones universitaria más longeva de provincia, a la zaga de la Compañía Pedro de La Barra de Antofagasta.

El Teatro Expresión y la Sala Veteranos del 79 desde los tiempos de la dictadura se convirtieron en un lugar de convergencia de las artes para la comunicación entre los actores iquiqueños y en un vehículo de expresión integral de la cultura de Iquique. Aparte de constituirse en una instancia para la creación de un semillero de varias generaciones de artistas escénicos, algunos de ellos continuaron estudios en las escuelas de teatro de Santiago y otros se incorporaron a compañías regionales y nacionales.

Si bien esta agrupación a lo largo de su historia no se ha limitado a un estilo o escuela definitoria, sin embargo, se ha distinguido por su tendencia a realizar obras alineadas con aquellos teatristas modernos que ponen en el tapete de la discusión argumentos que reflejan las profundas contradicciones estructurales de la sociedad que les ha tocado vivir.Citamos: Woyzeck de George Büchner (1984), El rey se muere de Eugenio Ionesco (1986) La Chunga deMario Vargas Llosa (1992).

Además,  La Malasangre deGriselda Gámbaro (1993), La Pequeña historia de Chile de Marco Antonio de la Parra (1997), Infieles de Marco Antonio de la Parra(1990), Hechos Consumados de Juan Radrigan (2000) Luz Negra de Álvaro Meneen (2003) Coruña, la ira de los vientos de Iván Vera-Pinto (2007), Muerte accidental de un anarquista de Darío Fo (2005), Pedro y el capitán de Mario Benedetti (2012),Nuestra señora de las nubesde Arístides Vargas (2016), entre tantas.

 

En el largo historial de obras representadas vamos encontrar que las piezas que han logrado una mayor aceptación del público son aquellas que han logrado amalgamarhistorias muy humanas, que rozan problemáticas universales o locales y que han sido interpretadas con la ingenuidad propia de sus personajes. Dentro de esa categoría recordamos: Venecia (Jorge Accame), La Marejada (Jorge Díaz), Poquita Fe (Iván Vera-Pinto), El lazarillo de Tormes (Adaptación de Isidora Aguirre), La última batalla (Iván Vera-Pinto), El cepillo de dientes (Jorge Díaz), Niñamadre (Egon Wolf), Margarita, el remolino de la pampa (Guillermo Zegarra), El Monte Calvo (Jairo Aníbal Niño), Del Chumbeque a la Zofri (Bernardo Guerrero), Matatangos (Marco Antonio de la Parra), Devuélveme el rosario de mi madre y quédate con todo lo de Marx (Jorge Díaz), Le Marathon (Claude Confortes), Musas (Ernesto Caballero) y Canciller Smith & Wesson (Sergio Arrau).

 

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