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Por Dr. Alex Soza Orellana/ Chileno residente en Cuba.  Dame la mano y danzaremos; dame la mano y me amarás. Como una sola flor seremos,... Gabriela Mistral. 70 años de un Premio Nobel

gabriela mistralPor Dr. Alex Soza Orellana/ Chileno residente en Cuba. 

Dame la mano y danzaremos;
dame la mano y me amarás.
Como una sola flor seremos,
como una flor y nada más…

La Habana 9 de diciembre del 2015

Un sencillo poema, una ronda, que desde niño la hemos leído y escuchado y aquí en Cuba musicalizado por la recordada artista Teresita Fernández que en su excepcional estilo cantaba a los niños cubanos. Y es que de solo leerla realmente te invita a cantar y danzar, cosa extraordinaria del oficio de los grandes poetas. Forma parte del libro Ternura, obra cuyo contenido es un canto de marcado amor a los niños.

La autora de esta ronda es nada menos que Gabriela Mistral, alias de Lucila de María del Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, así bautizada en Vicuña, pueblo del norte chico de Chile, donde nació por casualidad –decía siempre ella- y la verdad es que le trae muchos malos recuerdos por cosas que pasaron después.

Orgullosa de su tierra, del Valle de Elqui, de su raza mestiza, de sus montañas, de su Montealegre: el lugar donde realmente se crió. Pero ella soñaba de niña con salir y recorrer otras tierras, idea quizás condicionada por los tormentos de una difícil niñez. Ya adulta se llama la “patiloca”, recorre muchos lugares, países, como México, Cuba, Italia, Brasil, España, los Estados Unidos; en fin era una vagabunda errante, siempre moviéndose, quizás huyendo. Así fue como se cumple en ella aquel dicho “de que no fue profeta en su tierra”, muchos no la querían en Chile, al parecer “no tenía pelos en la lengua”, y es que la maltrataron y discriminaron tanto en su carrera como maestra y como intelectual, a pesar de los premios y de su hermosa obra reconocida internacionalmente y que motiva incluso su trabajo en México, requerida por su Ministro de Educación, Jose Vasconcelos. Conocido es el hecho de que el gobierno chileno le otorgó el Premio Nacional de Literatura casi 10 años después de haber recibido el Premio Nobel. Este asunto me recuerda uno de los epitafios de Nicanor Parra, el antipoeta:

EPITAFIO
Yo soy Lucila Alcayaga
alias la Gabriela Mistral
primero me gane el Nobel
y después el Nacional

A pesar de que estoy muerta
me sigo sintiendo mal
porque no me dieron nunca
el Premio Municipal

Y es que en sus momentos gloriosos coincidió con la dictadura del general Carlos Ibáñez de Campo en dos periodos presidenciales con el que obviamente no se llevaba para nada. Salvó obstáculos y discriminaciones con un gran chileno, Don Pedro Aguirre Cerda cuando éste era ministro de educación y que luego lo veremos como presidente de la República de Chile en 1938.

Doña Gabriela Mistral fue una extraordinaria mujer, que cuando profundizamos en su vida encontramos muchas cosas interesantes, marcadoras de su personalidad. Fue vejada de niña, vilipendiada, agredida, discriminada; fue una adolescente romántica, amores imposibles, involucrada en muertes, suicidios. Vemos una vida de sacrificios y abnegación en el magisterio, humanista, solidaria con las causas justas como el caso del General del “pequeño ejército loco de voluntad y sacrificio”, Augusto Cesar Sandino, que la distinguió con el título de Benemérita del Ejercito Defensor de la Soberanía Nacional” por su apoyo y denuncias contra el invasor norteamericano. Apoyó y orientó a muchos poetas jóvenes, entre ellos sobresale nuestro poeta Pablo Neruda, con su toque de hada madrina inspiró hondamente al entonces joven Neftalí.

Nuestra Gabriela Mistral para mucho no era una mujer bonita, era alta, 1 metro y 78 centímetros, acentuaban esta apariencia su vestidura, faldas largas, ropa anticuada, gris, oscuras. Tenía una cara ovalada, aspecto de campesina, ojos verdes claros, pelo castaño y corto, extremidades largas, sencilla, sin maquillajes, sin joyas. Pero era imponente, majestuosa una personalidad que atraía, por su mirada franca, su incalculable belleza interior, sus sentimientos expresados en su extensa obra literaria, de la que como es natural hay etapas.

Mencionamos las rondas, cantos y sencillos versos de su libro Ternura, pero su primera y gran obra fue Desolación, obra que la llevó a planos internacionales, de ella los Sonetos de la muerte es el de más fama. Obra embebida de fuertes sentimientos de dolor, de tristeza maternal en que la muerte ronda el torrente de versos sencillos, pero que no dejan de traslucir el amor, el amor que continuara vivo en el contacto con la naturaleza, la tierra, la flor, y por fin el consuelo y resignación frente al destino. Otras de sus obras son Tala, Lagar y otras muchas más.

Un aspecto interesantísimo de su vida está en Jose Martí, su maestro dice ella. Gabriela Mistral estuvo en varias ocasiones en Cuba, en 1922, 1931, 1938 y por último en 1953 invitada a los homenajes por el centenario del nacimiento del Apóstol José Martí. Ella pronunció el discurso central aquel 28 de enero de 1953 en el acto realizado en el Hemiciclo de la Cámara de Representantes del Capitolio Nacional.
En 1934, en La Habana dictó una conferencia “La lengua de Martí” en la que señaló:

“Todo es agradecimiento en mi amor de Martí: gratitud hacia el escritor que es el maestro americano más ostensible de mi obra, y también agradecimiento del guía de hombres terriblemente puro, que la América produjo en él, como un descargo enorme de los guías sucios que hemos padecido, que padecemos y padeceremos todavía. Muy angustiada me pongo a veces cuando me empino desde la tierra extraña a mirar hacia nuestros pueblos que en mí, mujer de valle cordillerano, soldados están por la geografía más importante que la política, y les miro, y les toco con el taco largo de los insistentes, lo mismo que se tocan cerros y mesetas en los mapas en relieves, la injusticia social que hace en el Continente tanto bulto como la cordillera misma, las viscosidades acuáticas de la componenda falsa, el odio que los tijeretea en todo su cuerpo, y la jugarreta trágica de las querellas de barrio a barrio nacionales..

En estas asomadas dolorosas al hecho americano, cuando advierto torpezas para las realizaciones, cojeaduras de la capacidad, yo me traigo de lejos a Bolívar para que nos apuntale la confianza en nuestra inteligencia, y de menor distancia en el tiempo, yo me traigo a nuestro José Martí para que nos lave con su lejía blanca, de leche fuerte, las borroneaduras de nuestra gente, su impureza larga y persistente. Refugio me ha sido y me será, uno de esos refugios limpios y enjutos que suelen hallarse en una gruta cuando se anda por el bajío pantanoso de alimañas escurridizas, y en el que se entra para poder comer y dormirse después sin cuidado. Esa frente que a ustedes le es familiar me tranquiliza con su plano suave y me echa luces, y luz….. Hemisferios de agradecimiento son, pues, para mí, la literatura y la vida de José Martí…”
Una gota de la fenomenal disertación sobre Martí y de aquella realidad que veía en Nuestra América y que no está lejos tampoco de nuestra realidad actual.

Bueno no soy muy letrado en literatura y poesía, pero es lo menos que se puede apreciar al leer la poesía, los versos de nuestra compatriota, orgullo nacional y de haber sido la primera iberoamericana a la que se le otorga un Premio Nobel y en este caso de Literatura.

El premio, consistente en un diploma, una medalla de oro maciza y unos 8 mil libras esterlinas, lo recibió en Estocolmo, Suecia, y de manos del Rey Gustavo V, el 10 de diciembre de 1945, a unos meses de haberse acabado la II Guerra Mundial.

El premio había sido disputado también por otros dos latinoamericanos, el mexicano Alfonso reyes y el argentino Jorge Luis Borge.

El dictamen de la real academia sueca fue “por su lirismo inspirado por un vigoroso sentimiento….que ha hecho del nombre de la poetisa un símbolo del idealismo del mundo latinoamericano”. Ella por su parte agradece a Suecia por honrar a América en nombre de uno de los tantos trabajadores de su cultura.

Inmensa, a pesar de todas sus particularidades, surge nuestra Gabriela Mistral, y en este recuerdo de aquella memorable premiación, espero motivarlos a leer sobre ella, sobre su obra, su magisterio, sus dolores y sus amores, sus “venganzas”, sus tristezas y sus alegrías.
Gabriela Mistral fallece el 10 de enero de 1957 en la ciudad de New York. A la edad de 67 años.

Bibliografía:

  • Volodia Teitelboim. Editorial arte y Literatura. La Habana, Cuba 1990
  • Quiero que me quieran. Homenaje de los escritores cubanos a Gabriela Mistral. Editorial Arte y Literatura. La Habana, Cuba.2009.
  • Gabriela Mistral. Pública y secreta. Volodia Teitelboim, Editorial Arte y Literatura. La Habana, Cuba 2009.
  • Gabriela Mistral. La herida abierta. Selección de Esteban Llorach Ramos. Editorial gente Nueva. La Habana, Cuba 2010.

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