Daniel Ramírez G. / Ingeniero Comercial – Economista.
El proyecto de reforma tributaria ha sacado de sus casillas a la derecha, lo cual no es raro y siempre sucede, cuando ellos estiman que les quieren tocar la billetera. Esta vez los veo tan desesperados que estoy por creer que la reforma tributaria es realmente buena.
Se dice que perjudicará a las Pymes, las que deberán acudir a los Bancos para financiarse. Se miente y se olvida maliciosamente que las Pymes son actualmente explotadas por las grandes empresas, las que las hacen facturar y les pagan a 60, 90 y hasta 120 días, obligándolas a financiarse recurriendo a los Factoring, a costos mayores que los Bancos.
Se trata de asustar a las Pymes con la eliminación del FUT y la mayoría de las Pymes ni siquiera sabe lo que es el FUT. No más del 5 % de las Pymes y medianas empresas han podido “ahorrar” en el FUT.
El FUT fue creado en 1983 con la idea de que los empresarios invirtieran en sus empresas y las potenciaran, para ello el gobierno renunció a cobrarles impuesto por aquellas utilidades que no eran distribuidas a los dueños y que quedaban en la empresa. Algunos empresarios invirtieron en sus empresas durante un tiempo, pero luego comenzaron a invertirlo en papeles o bienes que no correspondían al desarrollo de la empresa. Hoy día se estima que hay alrededor de doscientos ochenta mil millones de dólares en el FUT, como una anotación contable, porque la verdad es que nadie sabe dónde están.
Si solo se pagara el impuesto sobre el FUT tendríamos no solo 8.000 millones de dólares para educación y salud, sino que tendríamos más de 7 veces esa cantidad.
Aquí en la región han salido voces diciendo que la reforma afectará a la Zofri, sin decir cómo. Si la reforma tributaria va a afectar el blanqueo de dinero que se hace en Zofri, bienvenido sea. Si va a afectar el pago de impuesto a la renta de los que tienen lucro excesivo en Zofri, también es bienvenido. La justicia social que se persigue en Chile, debe afectar a todos los que habitan en Chile, y todos aquellos que estén disfrutando de nuestra institucionalidad, deben contribuir a su mantención y desarrollo. La Zofri es una zona de excepción, pero quienes allí trabajan son personas iguales a todos nosotros. Tienen nuestros derechos y nuestros deberes y por cierto, entre ellos está el de pagar los impuestos que corresponde a los ingresos que se tienen.
Hay formas de desarrollar la Zofri y no pasan porque sus usuarios paguen menos impuestos.
La clase empresarial, debido a su escaza dimensión pero gran poder, siempre ha necesitado y usado a la clase media en sus aventuras políticas y en la defensa de sus privilegios. Hoy una vez más, su caballo de batalla ha sido el terrorismo mediático en la clase media. Desgraciadamente una de las aspiraciones culturales de la clase media es llegar a ser parte de la clase alta, de manera que siempre pone oído a los poderosos de esta sociedad.
Cuando se hace una reforma tributaria tan fundamental como esta, se tiene como principio básico de justicia social, el hecho de que quienes ganan más contribuyan con más al sustento de la sociedad, que el que tiene demasiados ingresos, excesiva capacidad de ahorro, transfiera parte de esto a beneficio de la sociedad en que vive, ya que allí viven también aquellos que con su trabajo lo han enriquecido.
¿cuál es el problema?
El problema es que la fiebre del lucro no les permite considerar disminuir sus ingresos. El lucro máximo a obtener de sus operaciones lo consideran un derecho intocable. Entonces ellos se defienden traspasando la disminución de ingresos generados por los impuestos, a los precios, dejando el lucro intacto y afectando el consumo de los asalariados.
¿Y qué le dicen a la clase media?
Que la reforma tributaria es la que tiene la culpa de una posible alza de precios y no su ambición desmedida por el lucro. No le dicen que debemos comer menos para que ellos ganen igual.
En consecuencia, la reforma necesitará entregar a los fiscalizadores, las herramientas que impidan estas figuras y que consigan que los impuestos afecten realmente los ingresos de quienes más ganan. A eso también se opondrán y gritarán.
Creo que el gobierno hoy podría repetir con mucha razón, aquella reflexión del Quijote dirigiéndose a Sancho, “Deja que los perros ladren, es señal de que vamos avanzando”.
Ellos, los grandes empresarios, no quieren entender que deben bajar la rentabilidad de sus empresas a una rentabilidad razonable y socialmente ética.
Creo que están las condiciones para que el gobierno termine el diálogo y sencillamente apruebe la reforma. El cumplimiento del programa prometido generará confianza social.