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Dr. Bernardo Muñoz Aguilar, antropólogo social, Universidad de Tübingen, Alemania.- La pregunta de la señora Jennifer Peña, encargada de turismo de la Municipalidad de... El baile de los chinos

Dr. Bernardo Muñoz Aguilar, antropólogo social, Universidad de Tübingen, Alemania.-

La pregunta de la señora Jennifer Peña, encargada de turismo de la Municipalidad de Isla de Maipo despertó toda mi curiosidad antropológica.

Me preguntó si es que yo tenía alguna opinión sobre el baile de los chinos de Isla de Maipo y claro que la tengo, ya que los vi bailar durante la procesión en honor de la Virgen de las Mercedes recién pasada. Sus desplazamientos y sonidos me trajeron inmediatamente a la memoria al Baile Chino de Iquique, por lo cual me pareció mucho más interesante describir y realizar un pequeño análisis descriptivo de estas dos cofradías religiosas.

Pero no sólo eso, ya que el baile de los chinos de Iquique es uno de los más antiguos en la fiesta de la Tirana y con el cual los iquiqueños tenemos una relación muy especial, ya que junto a las cuyacas son parte central del sincretismo religioso que se produce cada año en las festividades de la chinita.

Inclusive este baile de los chinos de Iquique me llega desde muy cerca, ya que un compañero de trabajo de mi padre, agobiado por el engaño sentimental de su señora se disparó un tiro en la sien tratando de autoeliminarse, pero la chinita lo quería como bailarín y así fue. Ciego de ambos ojos bailaba cada año al son de los pitos y tambores de la cofradía.

Volviendo a los chinos de Isla de Maipo estos expresaban en septiembre del año 2019 en los 120 años del Milagro y la Promesa, los mismos 120 años del Baile Chino, “ofrendamos a la Virgen de la Merced y a Isla de Maipo, lo más propio de nuestra danza. Que el legado de los mayores permanezca siempre vivo en medio del pueblo”. O sea que su devoción a través de la identidad es primordial al momento en que el milagro se produce, habiendo evitado la deidad católica local la inundación de la isla manteniéndose incólume esta durante 100 años.

En el caso de los chinos iquiqueños que danzan a la virgen de la Tirana, o Sociedad religiosa Baile chino del Carmen y según el sistema de información para la gestión del patrimonio cultural inmaterial, su fundación tuvo lugar en el Alto de San Antonio el 8 de septiembre de 1908, ósea en plena pampa iquiqueña. Según este mismo portal ya en 1868 se tienen las primeras noticias de bailes chinos en la zona de Tarapacá. Éstos habrían sido de las oficinas salitreras del cantón sur, San Antonio y Cala Cala. En ese entonces se comienza a celebrar las fiestas en las salitreras porque el templo antiguo del pueblo de la Tirana fue destruido por un terremoto de ese año.

En 1894 se tiene el primer registro de la celebración de la fiesta de Andacollo en estas salitreras. Durante la postguerra y más específicamente, desde 1886, fecha en que se inaugura el templo actual en el pueblo de la Tirana, el Baile Chino comienza a tener mayor relevancia en las celebraciones de la pampa del Tamarugal. Pero no solo es por esta antigüedad que mantienen una condición de guardianes o custodios de la chinita. Sus flautas, banderas y tambores que vinieron de Andacollo que llegaron a la región aun en tiempos de Perú, acompañan con pasos lentos y sonidos lúgubres su presencia en el santuario los días 16 de julio una vez que se nacionalizó el territorio. Su traje café carmelo los identifica en su lento avance durante la fiesta de la Tirana en el caso del norte de Chile.

La cinta tricolor, algunos escudos nacionales, o incluso la estructura del canto en versos octosilábicos al estilo del canto a lo divino, presente en la ruralidad de los valles y campos del Chile atacameño y coquimbano les otorgan identidad. Estos símbolos refuerzan ya la influencia desplegada por el Estado chileno tras la Guerra del Pacífico para chilenizar esta nueva región del país.

Pero también pueden ser leídos como la construcción de una nueva identidad tarapaqueña que estará enriquecida con elementos tan propios de la vida pampina misma, como lo son los pompones de lana, la presencia de un barroco artístico propios del mundo andino en trajes y estandartes, o algunos conceptos como camanchaca o Pachamama en sus cantos, según lo expresa José Ojeda Iter, Sociólogo de la UNAP. Ósea se produce una reinterpretación de su identidad a partir de los aportes locales.

Volviendo a los chinos de Isla de Maipo podemos apreciar que su vestimenta es muy distinta a la de los chinos del Carmen. Incluso portan un sombrero muy parecido a la de los campesinos de ese país a modo de protección contra el sol y sus ropas coloridas se diferencian mucho de las cafés que portan los chinos del Carmen, las que al parecer están más asociadas al color de las ropas de la manda católica usadas por muchos peregrinos del santuario de la Tirana.

Según este sistema de información para la gestión del patrimonio cultural inmaterial o SIGPA, es así como surge la idea de que este grupo que participaría en la fiesta, el fraile propone que “con bombos y platillos ellos ocuparon una posición antes de la Virgen en la procesión”, con el objetivo de ir anunciando su paso. La idea era que hicieran bulla, con tarros, con bombos y platillos.

De ahí empieza a existir un orden del concepto de bailantes chinos. Por otro lado, se hablaba de que en El Monte había unos hombres que danzaban con unos vestidos largos, idea que se reproduce en este nuevo baile, donde se toma este tipo de traje largo de los chinos (orientales) limpiadores, trabajadores, el cual se modificó con las telas más llamativas que existían en el mercado y por cierto muy distintas a las usadas por los chinos del norte del país.

En términos rítmicos, la danza se estructuró en base a un ritmo original, el cual no se asemeja a ninguna danza de tipo china. Los bailantes quisieron darle un ritmo a los sonidos que crearon, lo que con el tiempo se fue dando al tipo de baile que se desarrolla actualmente. La música también es un ritmo propio, uniforme, que se vale de cajas, bombos y acordeón.

En general, se acompañan de 8 cajas, 2 bombos y 2 acordeones y refiere a que una de las características principales es que los chinos deben bailar toda la procesión y al final deben permitir su ingreso al santuario. Según la tradición, los mayores son los que van más cerca de la Virgen. Efectivamente al final de la fila desfilan los más pequeñitos acompañados incluso por sus madres o parientes.

¿Pero por qué el nombre de chinos? Pareciera ser que La palabra “chino”, en este caso, proviene del quechua y no de los chinos de la China y quiere decir “sirviente”. Se les llama “bailes chinos” a un conjunto de danzas que surgieron en Chile durante la época colonial, en la zona del Norte Chico, para luego difundirse también al Norte Grande y a la zona central del país.

Es un baile compuesto por 20 o 30 integrantes masculinos, liderados por un cacique, y dedicado a la Virgen. Los miembros del baile están ordenados por jerarquías de importancia y edad en la cofradía, quienes también tocan tambores y flautas chinas (un instrumento de viento también propio de la tradición). Cuentan con un Abanderado o cacique que es el líder de la agrupación mientras esta realiza su presentación.

Los bailes chinos fueron declarados el año 2014 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, pues se trata de una manifestación de devoción única, que sólo existe en nuestro país. Según la UNESCO: “La música, las danzas y las coplas se aprenden mediante observación directa, imitación y transmisión en el seno de las familias. Los bailes chinos son instrumento de participación en la vida social, que prestigian a los que participan en ellos.

Según este organismo internacional, esta expresión cultural, que se practica esencialmente desde la región del Norte Chico hasta la zona central de Chile, tiene cinco estilos plenamente diferenciados y cada uno de ellos lleva el nombre del valle o de la cuenca en la que predomina. Organizados principalmente por hombres de las zonas rurales, los bailes chinos se caracterizan por la ejecución saltos y flexiones de piernas al ritmo de una música instrumental isométrica interpretada con percusiones y flautas de origen precolombino.

El abanderado del baile canta coplas de tema religioso, memorizadas o improvisadas, cuyas estrofas narran relatos piadosos, y le acompañan dos filas simétricas de músicos y bailarines, a partes iguales. Un tamborilero dirige la coreografía de las danzas y marca también el compás de la música. Cada grupo cuenta con un abanderado y acompañantes, que suelen ser mujeres. La música, las danzas y las coplas se aprenden mediante observación directa, imitación y transmisión en el seno de las familias.

Los bailes chinos son instrumento de participación en la vida social, que prestigian a los que participan en ellos. Constituyen modelos de integración y cohesión sociales que cuentan con la adhesión de casi totalidad de las comunidades locales y, además, confieren un sentimiento de identidad y solidaridad a quienes los practican.

Efectivamente constituyen modelos de integración y cohesión sociales que cuentan con la adhesión de casi la totalidad de las comunidades locales y, además, confieren un sentimiento de identidad y solidaridad a quienes la práctica ha sido reconocida como patrimonio inmaterial, junto a otras importantes expresiones culturales materiales e inmateriales de nuestro país. Por lo tanto, este saber y la cohesión social de quienes lo practican entregan a esta comunidad de danzarines un origen común y un futuro por devenir a través de su práctica religiosa.

Entonces, existía un grupo de personas sin mayores recursos económicos, que quería hacer un acto de agradecimiento a la virgen, en esa época se hablaba de los chinos (orientales), que venían a trabajar en el servicio doméstico en las casas de los hacendados; con esta comparación, este grupo de personas propuso que para el día de la fiesta podían realizar actividades de limpieza o servicio para servir a la virgen como agradecimiento, dentro de su pobreza.

A ambos bailes los he presenciado en su esencia, acompañar a la virgen en su procesión y no remiten precisamente a la alegría y multiplicidad de sonidos y pasos, por el contrario, su actitud es de una extraña relación con la lejanía y la tristeza de haber perdido sus orígenes y haber encontrado una situación de menoscabo y vejaciones.

Hay que recordar que en el norte de Chile y antes de la guerra del Pacifico, Coolies o esclavos chinos se desempeñaban en las guaneras de Pabellón de Pica y otras y que al final de esta se desplazan a Iquique, debiendo haber encontrado en esta ciudad muy pocas respuestas a su identidad principal, debiendo de deconstruir sin ningún referente anterior su nueva vida, que en lo principal comenzó con la gastronomía.

No formaron parte de las migraciones caracterizadas por italianos, españoles, croatas que venían desde sus propios países a cultivar riquezas a un norte desafiante por sus características geográficas y la lejanía del centro del mundo, sino de un pequeño grupo sin recursos económicos y privados de ejercer su identidad étnica durante mucho tiempo debido a su esclavitud.

Entonces la respuesta a la mencionada profesional es que la cohesión social, la expresión cultural inmaterial, el saber acumulado en más de un siglo de expresión local le permiten al baile de los chinos de Isla de Maipo evidentemente la posibilidad de ser postulados como parte del patrimonio cultural inmaterial de la Nación.

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