Emergencia y Discapacidad
Opinión y Comentarios 11 agosto, 2024 Edición Cero
Karina Zamorano Rivera, Educadora Diferencial (*)
El avance en materias de discapacidad a la fecha, ha sido significativo, mas no suficiente. La brecha histórica que existe entre las necesidades de las personas con discapacidad y las respuestas sociales, no ha encontrado una cobertura oportuna y pertinente en la cotidianidad y mucho menos, en situaciones excepcionales. Recientemente, vivimos el simulacro regional de sismo y tsunami en el borde costero de Iquique. Si bien nuestra cultura preventiva se encuentra en avance, aún nos queda mucho por progresar en esta materia. En lo que refiere a personas con discapacidad es necesario proponer y desarrollar una planificación que incorpore la diversidad y las necesidades desde una mirada sistémica e integral.
Si bien, es básico y necesario revisar dimensiones y condiciones de infraestructura y vías de evacuación, esto no basta al momento de prestar asistencia, transportar o evacuar a una persona con limitaciones o restricciones físicas, sensoriales, cognitivas o psíquicas, pues se requiere de la construcción previa de una Cultura Inclusiva que permita tener conciencia de las necesidades y desventajas sociales en las que viven las personas con discapacidad y comprender que estas situaciones, incrementan la probabilidad de riesgo en este grupo de especial protección, especialmente, si se trata de una emergencia.
En ausencia de esta Cultura Inclusiva, las personas sin discapacidad, se enfrentan al desconocimiento de cómo guiar a una persona ciega o, por ejemplo, trasladar a una persona usuaria de silla de ruedas incluyendo el traslado de su silla; comprendiendo que ésta es parte de la corporalidad de la persona y su medio de movilización.
Por otra parte, la difusión previa a los simulacros en redes sociales e instituciones, no considera la Accesibilidad a la Información. Desde allí, es importante realizar la invitación a generar videos que contengan lengua de señas, subtítulos, audiodescriptivo e imágenes que logren modelar las acciones que deben realizarse ante una emergencia, así como anticipar los numerosos estímulos sensoriales a los que una persona con discapacidad se verá enfrentada.
La mayoría de las personas sin discapacidad, no sabe cómo comunicarse con una persona sorda o cómo facilitar el acceso y comprensión de la información a una persona con discapacidad intelectual, frente a las instrucciones de autoprotección y supervivencia.
En una evacuación, es importante la observación y visualización de riesgos, adoptando la perspectiva de la persona con Discapacidad, mediante un certero Reconocimiento y Manejo de Condiciones Contextuales. Por ejemplo, en el acompañamiento de personas del espectro autista, es importante empatizar con su procesamiento sensorial y comprender que están siendo expuestas a vivenciar hiperestimulación y eventos inesperados que quiebran abruptamente sus rutinas y estructuras; que tanta seguridad les prestan. Asimismo, es importante conocer cómo implementar primeros auxilios psicológicos a personas que –por situaciones transitorias o permanentes – pueden ver afectada su salud mental; ya sea reviviendo experiencias traumáticas pasadas o esbozando posibles escenarios catastróficos.
Estos ejercicios regionales deben ser útiles para la reflexión colectiva; convirtiéndose en una apelación a nuestra responsabilidad social y una apertura para completar el botiquín de primeros auxilios con elementos que sirvan a la regulación emocional y la recuperación de la calma. Que estas instancias sean útiles para desafiar la vieja creencia de que “sólo el más fuerte sobrevive”.
Repensar nuestras reacciones en ocasiones de mayor vulnerabilidad y crisis, sostiene nuestra humanidad y nos podrían permitir apoyar a una persona con discapacidad que es padre, madre, hijo, hija o estudiante de alguien. Una política pública que considera a personas que han sido sistemáticamente excluidas por ser estadísticamente minoritarias, sin duda, genera sensación de justicia y seguridad social para todos y todas.
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*La autora es parte del Programa de Colaboración Académica para la Inclusión (PROCAI), Universidad de Tarapacá, Sede Iquique.
Totalmente deacuerdo , necesario para que la reflexión se haga a nivel país, la inclusión es un proceso continuo y transversal. La educación es fundamental para abrir la mente, romper barreras y crear condiciones favorables para toda la comunidad.