Edición Cero

Adolfo Vargas Jofré, Periodista UCN, jubilado.  Desde La Tirana.-  Con este artículo daré inicio a una serie de historias sucedidas durante la dictadura cívico milita, ... Historias en Dictadura: Un director de radio por quince días

Adolfo Vargas Jofré, Periodista UCN, jubilado.  Desde La Tirana.- 

Con este artículo daré inicio a una serie de historias sucedidas durante la dictadura cívico milita,  que le ocurrieron al suscrito y que estimo que es importante que se conozcan públicamente. Ello, porque muestra de “cuerpo entero” el actuar de la dictadura y la derecha política de este país y que hoy cínicamente viste de democrática.

Hasta julio de 1983 fui el corresponsal del diario La Tercera en Iquique, mes en que fui despedido sin una causa aparente y que mediante un famoso artículo laboral esto  era posible. Esta legislación fue aplicada en forma implacable por la dictadura y sus cómplices y extrañamente sigue vigente.

La historia de mi despido del diario la narraré en otra oportunidad, porque ahora quiero contarles cómo fui nombrado director de la Radio Universitaria AM perteneciente a la Universidad de Atacama, en Copiapó.

En agosto de ese año me llama mi amigo, compañero y colega Osman Cortés Argandoña, quien se encontraba en Copiapó y trabajaba en una jornada reducida en la mencionada Universidad, además de ser periodista del diario Atacama, que en ese entonces pertenecía a un empresario privado. Hoy ese medio lo adquirió la empresa El Mercurio y forma parte de la cadena de diarios que mantiene a lo largo de Chile.

Mi colega me dice que compre El Mercurio de Santiago porque allí aparece un aviso de la entidad educativa donde llama a concurso para un director de la citada emisora. Fielmente cumplo con su encargo y veo que por los antecedentes solicitados mi perfil profesional era el adecuado. Preparé mis antecedentes y los hice llegar a la Universidad copiapina.

A comienzos de septiembre me llega un telegrama a mi casa señalándome que era uno de los postulantes aceptado y debía presentarme a mediados de septiembre a una entrevista personal en Copiapó.

Le comunico la noticia a mi amigo Osman, quien se sintió complacido por lo ocurrido y me ofreció que llegara a su casa, donde vivía con su compañera y su hijo Francisco, Panchito, de alrededor de 3 años de edad. Así lo hice y mi colega me espera en el terminal de buses copiapino y al día siguiente me acompaña hasta la Universidad de Atacama. Allí la directora de comunicaciones, una socióloga mejicana de quien no recuerdo su nombre, me entrevista y al final sostuvimos una larga conversación que se prolongo por más de una hora.

Ella me informa que eran tres los periodistas que llegamos a la final del concurso y en mi caso el único del norte. Finalmente, la última semana de septiembre, me comunican que he sido el ganador del concurso y debo presentarme a trabajar el 1 de octubre.

En ese momento mi familia la componía mi compañera, que estaba embarazada y mi hija Andrea de 3 años. Ellas quedan en Iquique, mientras viajo a Copiapó y me instalo en alguna casa o un lugar donde pueda estar con mi familia.

Osman había contactado ya a una persona que arrendaba un departamento en el primer piso de una serie de edificios conocido como la Villa Scola, en la zona céntrica de Copiapó.

De esta manera, apenas una semana trabajando y ya tenía donde vivir y llevarme a la familia, pero no tenía ni un mueble, Osman me facilito una pequeña cama y así estuve por espacio de casi 10 días, mientras llegaban mis cosas y familia desde Iquique.

Al cumplirse 14 días como director de la emisora, mi trabajo ya empezaba a notarse con los cambios aplicados y los directivos universitarios estaban contentos.

Pero, todo no era de esta manera en la “otra esquina” por decirlo de alguna forma suave y diplomática. Entre los periodistas locales (ninguno egresado de una universidad) hubo mucha envidia y comenzaron los comentarios en mi contra.

Era martes en la madrugada, alrededor de la una de la mañana, ya durmiendo, cuando golpean con mucha insistencia la puerta de mi departamento, lo que causa cierta preocupación y abro con un poco de temor. Era Osman y me pide entrar y como no había muebles en el living ni en el comedor en que sentarse, nos fuimos al dormitorio y yo sentado en la cama en pijamas Osman me dice que me trae una mala noticia.

“No podía esperar que tu llegaras mañana a la Universidad y te enteraras allí de la mala noticia…”

¿Qué había ocurrido”. Ese lunes hubo un consejo de las autoridades universitarias encabezado por el rector Vicente Rodríguez Bull y todos los directivos de la entidad con el Intendente de la Región de Atacama, en ese entonces el teniente coronel Alejandro González Samohod. El encuentro era para dar a conocer los planes de la universidad y su labor en el área de las relaciones universitarias hacia el exterior, específicamente los grandes cambios en la radioemisora.

Allí se le informa al militar de la nueva “adquisición” como director de la radio y le dan a conocer el currículos del periodista Adolfo Vargas. Antes de que terminara la presentación, el militar se pone de pie y le dice al rector: “ Ese periodista es un comunista y mañana mismo lo echa de aquí”.

Osman me dice que el rector quiere a primera hora de la mañana del martes vaya su oficina y ver cómo solucionar este impasse, ya que existía un decreto con mi contratación producto de un concurso público a nivel nacional.

Para no alargar demasiado esta historia, el rector de la Universidad no quería echarme, quería buscar una solución porque entendía que yo venía de otra ciudad, mi familia venía en camino y más encima mi compañera tenía un embarazo de más de tres meses.

Finalmente me pidieron que yo renunciara y a cambio seguiría trabajando en la universidad a honorarios, con un contrato a plazo fijo que se renovaba cada dos meses, lo que se prolongo por dos años y que al final le pusieron termino en agosto de 1985.

Con el pasar de los meses fui conociendo más de cómo buscaron mis antecedentes, puesto que algunos de los periodistas (y otros que no lo eran) habían colaborado para ser acusado de comunista, buscando antecedentes con personeros de la dictadura en Iquique.

En agosto de 1983 había participado en la primera protesta callejera que hubo en Iquique, que entre otros estuvieron Lali Prieto, Alfonso Schiller, Felix Reales y una treintena de personas más, quienes habíamos recorrido parte de calle Tarapacá para culminar frente al municipio, que ese entonces se ubicaba en calle Vivar frente a la plaza Condell y cuya alcaldesa nombrada a “dedo” por el dictador era Marta Marchich Moller. Luego tuvimos que arrancar y algunos lograron escabullirse a sus casas y otros hasta la iglesia catedral. Alguien en Copiapó supo esto y lo transmitió a la intendencia.

Este fue el trabajo más breve que tuve en mi vida laboral, pero fue importante en lo que vino después porque viví en Copiapó hasta fines de 1987 y de cuyo tiempo quedan muchas historias más que narrar.

Conocí también la solidaridad de muchas personas que ni siquiera me conocían como lo fue el caso del abogado Eduardo Morales (fue Intendente de Atacama durante el gobierno de la Concertación) y de su secretario Carlos López (actual alcalde de Copiapó], quien trabajaban en la oficina copiapina de CODEPU, Corporación de Defensa de los Derechos del Pueblo; quienes se pusieron a mi disposición por si yo quería querellarme contra la Universidad. Lo pensé muchos días, pero finalmente acepte la propuesta del rector de la Universidad, porque me parecía más sensato para el momento que vivía el país.

Espero en otra columna seguir contándoles mis experiencias laborales en dictadura.

Una respuesta a “Historias en Dictadura: Un director de radio por quince días”

  1. Lorenzo Reyes Orellana dice:

    Bien Adolfo. Hay que contar. Mucha gente no tiene la mrnor idea de los abusos y crímenes que cometió el gobierno militar y sus colaboradores civiles.