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Josefa Herrera Zuleta, Periodista iquiqueña, tejedora y mamá de Rebeca. Ad portas de reintegrarme al trabajo después de mi posnatal, el cual extendí lo que... La maternidad y el trabajo: Tengo derecho al pataleo

Josefa Herrera Zuleta, Periodista iquiqueña, tejedora y mamá de Rebeca.

Ad portas de reintegrarme al trabajo después de mi posnatal, el cual extendí lo que más pude, pienso y siento la necesidad de expresar lo mucho que requerimos como sociedad de una organización que garantice los cuidados, sobre todo, de la primera infancia.

¿Cómo va a ser natural que se tenga que dejar a un bebé de 5 ó 6 meses para ir a trabajar? Quienes nos dedicamos a la crianza estamos atrapadas en un círculo vicioso: sin trabajo no hay dinero y bien se sabe que sin plata no es posible criar.

¿Quién defiende la lactancia materna? No puede ser que en la jornada laboral el extractor de leche se encargue de eso. Y que nosotras encerradas en un baño o en una sala fría, con el celular en la mano revisando fotos de los hijos, intentemos mantener viva la producción de tal vital líquido para las criaturas.

Porque sí, existen las horas de lactancia, pero en la práctica, debido a los largos tiempos de traslado, muchas optan por entrar 1 o 2 horas tarde a sus jornadas laborales o por salir más temprano, contrario al espíritu de la Ley. Y a los empleadores eso les acomoda.

Ni hablar de reducir la teta solo a la leche, olvidándose del consuelo que también significa para las infancias estar en el pecho materno. O de la batalla que significa que las criaturas acepten la mamadera, vasito u otro artilugio que tenga la osadía de asemejarse a un pezón sin serlo.

Creo que el feminismo está en deuda con la maternidad, pues, muchas veces, esta parte de la lucha de las madres trabajadoras se invisibiliza.

O se es fuerza laboral o se cría, pero pobre de que lo hagas a la vez: Los empleadores no van a entender que tu prioridad no es el trabajo, sin embargo, lo necesitas. Tus hijos no van a esperarte para ponerse de pie por primera vez o empezar a dar pasos temblorosos tomados de una mano ajena.

La maternidad, idealmente, no debería ejercerse en un sistema capitalista y patriarcal, sino que en uno donde el Estado garantice los cuidados, los valore y entregue la responsabilidad de ellos a toda la sociedad. En definitiva, que no se nos castigue por querer criar a los futuros adultos del país.

Ojalá la maternidad fuese sinónimo de libertad y la crianza con ternura, vulnerabilidad y compañía fuese el centro de nuestra sociedad actual.

Quizás me queje de llena, pero tengo derecho a patalear.

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