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El Once Golpista y un extraño suceso que aun no comprendo… Bonus track de las tres historias anteriores.  Adolfo Vargas Jofré, Periodista UCN, Desde La Tirana.- ... Un cafecito en el Regimiento Rancagua

El Once Golpista y un extraño suceso que aun no comprendo… Bonus track de las tres historias anteriores. 

Adolfo Vargas Jofré, Periodista UCN, Desde La Tirana.- 

Ocurrió posiblemente entre mayo y junio de 1973 en Arica. Mi memoria no recuerda el hecho con precisión pero sí lo ocurrido durante un cafecito en el Regimiento Rancagua de esa ciudad, lugar en que me desempeñaba profesionalmente en la ex Universidad del Norte.

Un día de la semana me avisa la secretaria de la Dirección de Comunicaciones (se llamaba Colombina) que en su oficina había un oficial de Ejército y que traía una invitación para mí y para el periodista Raúl Morales Gaete. Pensé que a lo mejor se trataba de alguna ceremonia militar ya que la Universidad tenía en ese entonces una radio AM (Amplitud Modulada) y que ofrecía servicios informativos locales, nacionales e internacionales a la comunidad ariqueña.

Pasa a mi oficina y muy caballeroso el oficial me indica que trae una invitación de “mi comandante” para mí y para Raúl, para que concurriéramos al cuartel a compartir un café y una conversación. Era para el día siguiente y le aviso a mi colega con quien nos miramos extrañados y tratamos de buscarle una razón a la rara invitación, sabiendo que todos los días estaba en todas partes el Golpe de Estado y que ocurrió un par de meses después de ese “cafecito”.

Era a las seis de la tarde y llegamos minutos antes. Nos detienen en la guardia del cuartel y nos piden identificación para luego comunicarse con su superior, un oficial, quien personalmente nos guía hasta las oficinas del comandante, ubicadas en el segundo piso del cuartel.

Mi recuerdo fue ver un militar alto, de contextura fornida, con cara muy amigable y que al fondo de una gran oficina en un inmenso escritorio estaba de pie el coronel Odlanier Mena, quien fuera posteriormente jefe de la CNI, llegando al grado de general.

Se confesó ser auditor de nuestra emisora y conocía muy bien un programa que yo lideraba los lunes miércoles y viernes por la noche y que se llamaba “América de frente”. Era con contenidos a nivel nacional y mundial, pero principalmente sobre América Latina y que los obtenía del material que nos enviaba a diario Prensa Latina, una agencia noticiosa de Cuba… la de Fidel Castro y el Che Guevara.

La característica del programa era con un fondo musical de un tema instrumental de Los Curacas y con trozos de los discursos de Allende, Fidel Castro y el Che Guevara… y el militar era auditor del espacio. Nos miramos con Raúl sin dimensionar lo que allí estaba ocurriendo, pero actuando con normalidad analizamos la situación del Perú que tenía a la cabeza al general Velasco Alvarado, declarado de izquierda y que llevaba adelante importantes cambios profundos en el vecino país en favor de los más pobres, los campesinos, los mineros y la clase trabajadora.

Se mostraba muy “civil” en su trato con nosotros y muy bien informado. Fueron tres cafés finalmente y quedamos de repetir la reunión, que por supuesto no ocurrió, porque el 11 de septiembre estaba a la vuelta de la esquina.

Nunca supimos la razón de ese encuentro porque tanto Raúl como yo salimos en octubre de 1973 de Arica y nunca más aparecimos por ahí.

Arica era en ese momento una ciudad de gran crecimiento industrial, a diferencia de Iquique que languidecía y eso que era la capital de la provincia. La diferencia la hacía la famosa Junta de Adelanto de Arica, que promovió la industrialización y el turismo en la zona.

Dicho organismo había sido creado a partir del año 1953 durante la presidencia del General Carlos Ibáñez del Campo, al término del Puerto Libre momento en que a la vecina localidad se la conocía como “La ciudad del nylon”, porque en tiendas de sus principales calles, como 21 de Mayo, se vendían productos importados de ese material y que se “contrabandeaban” desde Iquique hasta Santiago.

Mi llegada Arica fue a comienzos del año 72 y en ese momento ya existía el llamado “Cordón Industrial Santa María”, donde ubicaba un gran barrio industrial con industrias electrónicas como Mellafe y Salas, CODESA, Chile Visión, CONDENSA, IRT, Bolocco, Cantolla y otras menores. De IRT su producto más conocido fue el pequeño televisor ANTU, con un precio que era relativamente asequible a la clase trabajadora. Pero también estaba la industria automotriz como Citroen, Nissan, General Motors. Y la industria textil como Contex, Banvarte.

Muchas de estas empresas pasaron a manos del Estado nombrando el gobierno de Allende a interventores para que continuaran con su producción.

Como Dirección de Comunicaciones propusimos a la Vicerrectoría llevar a cabo actividades culturales y de capacitación al mundo obrero, lo que fue aprobado dando inicio con un curso de Periodismo Popular, idea que habíamos conocido en 1970 cuando participé en el VII Encuentro de Escuelas de Periodismo de la Universidad de Concepción.

Fue así que junto a Raúl Morales y Daniel Díaz (Q.E.P.D) llevamos a cabo dos cursos de extensión universitaria: el primero en IRT y el segundo en una toma poblacional en sector de Bajos Chinchorro. De ambas actividades salieron como resultado dos publicaciones que se mantuvieron en el tiempo, hasta el Golpe del 11: El Transistor, una revista de los trabajadores de IRT y La Covacha, de los pobladores en toma de terrenos en busca de su vivienda propia,

La propuesta era continuar con estos cursos en cada industria y en cada sector poblacional, con el fin de que fueran su medio de información ante la prensa golpista de ese momento: El Mercurio, La Tercera de la Hora, Las Ultimas Noticias, Tribuna, entre otros medios de comunicación.

Y de la conversación con el comandante del Regimiento Rancagua hubo una anécdota relacionada con su nombre: ODLANIER. Y al preguntarle el origen, indicó que su padre se llamaba Reinaldo y su hermano mayor Reinaldo. A él no le podían poner el mismo nombre por lo que Odlanier es Reinaldo al revés. Extraño padre de este oficial de ejército que cargaba en su espalda varios asesinatos, comenzando por los tres militantes socialistas ariqueños que fueron fusilados el 30 de octubre de 1973 por orden de él, en su calidad de Jefe Militar de la Zona en Estado Emergencia.

Su final fue trágico y mientras se preparaba su traslado al centro penitenciario Punta Peuco se suicidó, el 28 de septiembre de 2013. 

“El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse” ( Parte del último discurso del Presidente Allende emitido a través de Radio Magallanes el 11 de septiembre de 1973)

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