Edición Cero

Carlos Graña Sarmiento, periodista. Después  realizar una expedición científica  por los territorios de la Nueva España,   Alexander von Humboldt escribió  un Ensayo político sobre... Alexander von Humboldt y expansión imperialista

Carlos Graña Sarmiento, periodista.

Después  realizar una expedición científica  por los territorios de la Nueva España,   Alexander von Humboldt escribió  un Ensayo político sobre el reino de la Nueva España, cuya primera edición se publicó en francés en la imprenta parisina de Schoell entre 1808 y 1811.

Antes de publicar su Ensayo en París,  Humboldt pasó la primavera de 1804 en Washington por invitación de Thomas Jefferson, en cuya hacienda de Monticello en Virginia el barón prusiano compartió con el presidente estadounidense la información que había atesorado a su paso por Nueva España a lo largo de 1803: mapas, relaciones de viajes, informes estadísticos, defensas en fronteras militares y otros documentos.

A partir de semejante transferencia de información, Jefferson anheló la posterior expansión angloamericana hacia el oeste y la previa conflagración de las colonias contra la metrópoli hispana. En la noción de ampliar los límites naturales, en reforzar el orgullo racial y organizar la esclavitud bajo un aspecto moral, en efecto, Humboldt y Jefferson simpatizaron bastante. De modo que, en la emergencia de la superpotencia estadounidense, el Ensayo político sobre el reino de la Nueva España debería estudiarse como la rendición de un informe sobre la riqueza del territorio vecino o contiguo, el novo hispano, cuyas fronteras limitaban al norte con Alaska, entonces parte del imperio ruso.

No en vano Humboldt apuntó en el prefacio a la primera edición de su Ensayo que “una temporada muy útil, aunque corta, que pasé el año de 1804 en Filadelfia y en Washington, me dio ocasión de hacer varios cotejos entre el estado actual de los Estados-Unidos y el del Perú y México”.

En 1804, además, el gobierno de Jefferson aseguró la navegación por el Mississippi al comprar el territorio de Luisiana (a los franceses, cuyo dinero Napoleón Bonaparte derrochó en sus campañas militares en Europa). México, decía también en 1804 el aventurero James Wilkinson, “centellea ante nuestros ojos: lo único que esperamos es ser dueños del mundo”. En relación  a lo que hoy es Centro América en su libro Humboldt plantea la idea de construir un canal que una el Océano Pacífico con el Atlántico. Proporciona también información sobre los lugares donde se encontraba el oro y la plata  que extraían los españoles de América.

La información entregada por Humboldt contribuirá a la facilitar la expansión territorial de Estados Unidos, que más tarde mediante una guerra de invasión y conquista territorial  arrebatara  2 millones cuadrados de territorio a los Estados Unidos de México, tras obligarlo a firmar el Tratado de Guadalupe Hidalgo, que legitimó los territorios, que Estados Unidos había conquistado durante el desarrollo de esta injusta y desigual guerra, que sostuvo México con Estados Unidos entre 1846 y 1848.

En ese momento histórico la capital de México fue conquistada por el general norteamericano Winfiel Scott, el 14 de septiembre de 1847. Este acontecimiento triste para los mexicanos, que vieron flamear la bandera de las barras y estrellas en la sede de su gobierno, hizo evocar  la caída  de Tenochtitlán, capital del imperio azteca, que sucumbió ante las fuerzas de Hernán Cortés, el 13 de agosto de 1521, que representaba al imperio español, que habían  conquistado gran parte del mundo.

 

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