Edición Cero

Profesor Dr. Haroldo Quinteros. La razón por la que en Viernes Santo los fieles cristianos no coman carne roja; es decir, sólo pescado, es... ¿Es un sacrifico no comer carne roja en Viernes Santo?

Profesor Dr. Haroldo Quinteros.

La razón por la que en Viernes Santo los fieles cristianos no coman carne roja; es decir, sólo pescado, es simbólica. El rojo de la carne evocaría el cuerpo redentor de Cristo, crucificado “por todos los hombres,” en este día de Pascua judía, nuestra Semana Santa. Esa explicación, aunque tiene base teológica, es históricamente insuficiente. Veamos:

La cristiandad ha tenido dos grandes divisiones en su historia. La primera iglesia cristiana, cuando era sólo una, la “Católica,” se partió en dos a lo largo de los siglos  X y XI. Ese fue el llamado «Cisma de Oriente,» con el  consiguiente surgimiento de la Iglesia Cristiana Ortodoxa, que iniciándose en Grecia, sólo un siglo después se extendió  por gran parte de la Europa oriental, cuyo efecto perdura hasta hoy.  El segundo cisma se produjo en el siglo XVI con Lutero. Con él, aparecieron las primeras iglesias protestantes en Europa central y noroccidental. En ambos casos, hubo de por medio, aunque diferentes, elaboradas razones teológicas o cercanas a lo teleológico, como el celibato clerical, las bulas por el pago del perdón de los pecados, la divinidad de María, etc., pero también políticas, en ambos casos, ligeramente dicho,  tanto en el siglo X como el XVI separarse de la autoridad papal vaticana.

Sin embargo, a pesar de estas profundas divisiones,  la tradición de abstenerse de comer carne en Viernes Santo no cambió nunca en ninguna parte del mundo cristiano. Siguió sin detenerse, desde siempre, desde cuando apenas surgió el cristianismo organizado en las primeras iglesias en el siglo I. Esta prohibición vino a  instituirse como mandato oficial de Estado a comienzos de la Edad Media (siglo IV), cuando el cristianismo se transformó en religión oficial y única en cada país cristiano. Con los años, este mandato se transformó en una tradición que se extendió hasta comienzos del siglo XX, en toda la cristiandad. De modo que, como cuestión de Estado, comer carne roja en el día de la muerte de El Salvador, estuvo instituido oficialmente como una seria falta, no sólo a la fe, sino al Estado por casi quince siglos. ¿Sucedía esto sólo porque la carne roja era símbolo del cuerpo de Cristo, o había algo más? Por supuesto, había otra razón, y muy poderosa.

Desde muy antiguo, en Europa abundaba el pescado. El Atlántico, el gran Mediterráneo, los grandes ríos y los mares menores de mediterraneidad, como el de Galilea, Azor, el Mar Negro, y el Mar Caspio, eran abundantes en peces. Además, había suficiente sal –aunque bastante más difícil de conseguir que el propio pescado-  para conservarlo casi indefinidamente,  hasta llegar a la mesa de los hogares, incluso de los más pobres de la gleba y aldeas de regiones alejadas de los puertos y las grandes ciudades. El pescado era asequible por ser barato, y por lo tanto,  por siglos fue la mayor proteína nacional y  popular, prácticamente de consumo diario en la mayor parte de los lares europeos.

Obviamente, no era así en los ambientes monárquicos, ricos y señoriales, en los que comer carne de vacuno, u otra que fuese roja, como la de cordero, ciervo, cerdo o jabalí, era normal; ergo, sí era un lujo para los pobres, quienes formaban la inmensa mayoría de las poblaciones urbanas y agrarias de los países cristianos. Por lo tanto, esa mayoría comía carnes rojas sólo en bodas, Navidad, cumpleaños de los varones jefes de familia,  y en pocas otras ocasiones. Entonces, es lógico suponer que como para la gran masa  era normal,  y no un sacrificio privarse de comer carne roja en los días de Pascua, la prohibición, en la práctica, sólo alcanzaba a   las clases ricas, siempre políticamente dominantes, y a la jerarquía eclesiástica.

Lo más interesante en  este asunto, es que hoy, aunque las iglesias cristianas ya no declaran oficialmente como falta –menos aun como  pecado-  comer carne roja en Viernes Santo, el grueso de la cristiandad de todo el mundo, en todas las clases sociales, sigue esta tradición.  Hoy, las jerarquías de las iglesias cristianas sólo lo recomiendan, si se quiere, como una forma de recuerdo del sacrificio de Jesús, lo que condice con el hecho que los tiempos del integrismo religioso y el confesionalismo de Estado son cosas del pasado.

Finalmente, voy a hablar como un iquiqueño de toda la vida:

Si volviéramos a unos 50 años atrás, veríamos que para la gran mayoría de los hogares iquiqueños, abstenerse de platos continentes de carnes rojas, era, realmente, un sacrificio, mayor o menor, pero sacrificio. El pescado abundaba y era barato; la carne de vacuno, en cambio era cara.  Bien, ahora, si volviéramos al siglo IV, tal como somos hoy, en otras palabras, si en ese tiempo Europa fuese Iquique o el Chile de hoy,  el sacrificio de Viernes Santo que habría instituido la Iglesia habría sido privarse de comer… pescado. Vaya, vaya. Mi fallecida mamá, católica de verdad, preparaba en este día, por ejemplo, pejerreyes al dedo, filetes fritos de albacora, o un celestial caldillo de congrio, el maravilloso opus chilensis vuelto bella oda por Neruda.

Estos y otros platos marinos, con suerte se ven en sólo unos pocos hogares de Iquique, no sólo por los altos precios del pescado, sino porque el pescado ya no abunda como antes. Nuestro mar ya no pertenece al Estado, menos aun al pueblo. Lo explotan legalmente siete familias que usufructúan de él transformándolo en harina de pescado, o envasándolo en latas sin etiqueta que se van a otros países. Como todos sabemos, son los mismos siete clanes que se embolsican más de dos tercios del Producto Interno Bruto nacional.

En fin,  si con suerte se encuentra  un kilo de buen pescado fresco, sea congrio, lenguado o cabrilla, nos saldrá más caro que uno de vacuno. Entonces, por lo menos aquí en Iquique ¿cuál es el sacrifico de no comer carne roja en Viernes Santo?

 

Los comentarios están cerrados.