¿Feminismo o FEMINISMO?
Opinión y Comentarios 14 marzo, 2019 Edición Cero
Daniel Ramírez G.-
Un hombre llega a su casa en la noche del 7 de Marzo y entrando se encuentra con un letrero: “Mañana estoy en huelga, por lo tanto deberás despertar a los niños en la mañana, prepararles su ropa y el desayuno, llevarlos a la escuela, volver a hacer el aseo de la casa, preparar el almuerzo e ir a buscar a los niños, servirles el almuerzo, lavar la loza, lavar ropa, hacer las compras, preparar la comida, revisar las tareas de los niños y acostarlos. ¡Que tengas buen día!”. Él sonríe, entra en silencio al dormitorio y acercándose a la cama, besa cariñosamente a su compañera en el cuello, esperando el mismo tipo de respuesta, pero lo que escucha lo baja a la realidad “No, esta noche tampoco hay servicios sexuales”.
El trabajo doméstico es un lastre que cargan las mujeres. Es el aporte obligado que la familia ha debido hacer a las sociedades por las que ha pasado el desarrollo humano y que ahora hacen a la sociedad capitalista. Es en la familia donde se reproduce y prepara al nuevo trabajador que ingresará al sistema, sin embargo, este trabajo valioso de la mujer, no fue considerado como tal cuando el capitalismo reemplazó la servidumbre por el trabajo asalariado.
El movimiento feminista está en un desarrollo histórico permanente y poco a poco, las mujeres están logrando ver por sobre el muro cultural que las mantiene prisioneras, pero aparentemente, aún no se sienten suficientemente fuertes como para dirigir su artillería a lo que debe ser el objetivo central de su movimiento.
La mayoría de las diez demandas planteadas el día 8, se podrían resolver en la institucionalidad que actualmente vivimos en nuestro país, si existiera el poder y la voluntad política para hacerlo.
Lo que vendrá ahora, es lo que siempre sucede cuando quienes detentan el poder, presienten una amenaza a su control. El movimiento feminista recibirá invitaciones y propuestas desde todos los sectores e innumerables ofertas de acción política y promesas de solución a sus demandas. Pero lo que en verdad hay detrás de esto, es el temor de la política tradicional, a que un movimiento social de tanta convocatoria e ideológicamente transversal, se transforme en una alternativa política distinta a ellos.
El hombre buscará mil maneras de manipular, influir o llevar a sus filas, a los dirigentes de un movimiento con el poder de convocatoria mostrado el día 8. Ellos pondrán sus partidos políticos como disponibles al movimiento y ofrecerán participación importante en la conducción, pero…
El FEMINISMO es un movimiento revolucionario, que está luchando por liberar a la mujer, del sistema de opresión social y cultural, que ya estaba instalado en los más antiguos pasajes de la historia humana. El sistema esclavista, el feudalismo y luego el capitalismo, están fundados en una cultura de desigualdad de derechos entre ambos géneros. Los derechos que tiene la mujer, son los que la civilización construida por el hombre le ha otorgado y estos son siempre los que no afectan los intereses de la clase dirigente, que no han sido ni son precisamente controladas por mujeres.
No es este el momento de explicar los miles de años de evolución de la familia humana, pero si, de establecer que hubo un momento en que existió una sociedad matriarcal, donde la descendencia era la línea materna, la propiedad era colectiva y su economía asignaba el rol de productor al hombre y el rol de distribución de la producción a la mujer. La generación de excedentes productivos en la economía doméstica de la familia y la aparición de la propiedad privada con sus impulsos de acumulación, terminaron con esta sociedad y en su reemplazo emergió la sociedad patriarcal, que existe hasta nuestros días.
Con la revolución patriarcal comenzó el avance hacia otro cambio político vital, la aparición de la familia monogámica, que resguardaría la legitimidad de los hijos por línea paterna y la limpieza del traspaso a estos de la propiedad acumulada por el padre, pero que a la vez, encerraría a la mujer en una jaula doméstica.
En esa jaula vive hasta hoy la mujer y aunque aquellas que pertenecen a los sectores acomodados de la estructura social, tienen un mejor pasar y tienen acceso al ejercicio de algunos derechos, la mayoría de las mujeres de las clases populares, viven para generar los nuevos humanos que trabajarán en esta sociedad, cuidándolos y educándolos para que puedan llegar a su capacidad de auto valencia. En esa jaula debe de recibir diariamente al “jefe de familia”, atender sus necesidades y hacer que reponga la vitalidad de la fuerza de trabajo que ha vendido al capital. Pero todo ese trabajo doméstico, sin límite de horario, ni vacaciones para el descanso, no tiene remuneración alguna, salvo el derecho a disfrutar de la vivienda y la alimentación de la familia. El trabajo doméstico no es valorado socialmente por nuestra sociedad.
A partir de la revolución patriarcal las mujeres perdieron todos sus derechos y así han sobrevivido a las sociedades esclavistas, a la sociedad feudal y está despertando ahora en nuestra sociedad burguesa capitalista.
Ha costado una enormidad que el hombre acepte, que la mujer es otro humano igual a él, con las mismas capacidades, curiosidades, deseos y derechos a estudiar como él, a votar como él, a trabajar como él, a divertirse como él.
El FEMINISMO es revolucionario porque busca la construcción de una nueva sociedad y la creación de una nueva cultura, exenta de las taras históricas que el desarrollo humano ha generado.
Me parece consecuente el hecho de que dada la fuerza histórica del movimiento, su agenda no cubra más allá de lo que se puede negociar con la institucionalidad que nos rige en la actualidad, pero, con la marcha del día 8, creo que sus dirigentes deben comenzar a pensar en los cambios serios que requieren hacer y para los cuales deberán necesariamente que aspirar, con todo derecho, a compartir el poder político con quienes lo manejan hoy.
La cultura que fluye de la vida familiar, la servidumbre en el trabajo doméstico, el acceso al poder y la subyugación a la forma de vida que genera la sociedad de mercado, todo eso seguirá igual, mientras la cultura dominante no cambie.
Personalmente, creo que ahora que se ha consolidado una unidad orgánica del movimiento y que se ha logrado hacer comprender la necesidad de un cambio cultural profundo, el primer punto de cualquier petitorio FEMINISTA debería ser: La elaboración de una nueva Constitución mediante una asamblea constituyente que tenga representación paritaria de género.
El hecho de participar en la creación de las leyes madres de la nueva sociedad, dará a las mujeres el real sentido de igualdad de derechos.
Es la única forma de construir una nueva sociedad que dé plenitud de vida a ambos géneros.