La historia del día en que Catrillanca fue detenido a bordo de un auto robado
Crónicas 20 enero, 2019 Edición Cero
El 22 de octubre pasado una pareja de carabineros circulaba en el vehículo policial Z-6581 por la zona céntrica de la comuna de Ercilla (Región de La Araucanía) repartiendo citaciones judiciales. A eso de las 17:10, cuando el vehículo transitaba por la avenida Ercilla, al llegar a la calle Comercio, los cabos Cristián Huircalaf y Pablo Godoy divisaron una camioneta Chevrolet blanca (modelo DMax) que no tenía patente en su parte delantera. Decidieron investigar la razón de esa situación irregular, pero antes -por radio- consultaron el registro de autos robados. La información que recibieron fue que una camioneta de similares características tenía encargo por robo.
Eso es lo que se relata en el Parte Nº00390 (ver aquí), en el cual también se lee que, en ese momento, los carabineros se aproximaron a la camioneta sospechosa y “sorprendieron” a sus cinco ocupantes.
El parte policial no explica si la camioneta estaba detenida al acercarse el carro policial Z-6581 para la fiscalización de rutina. Lo que sí informa es que en ese minuto los “sujetos se dieron a la fuga en dirección a la Pasarela Quechereguas de la misma comuna”, camino a la Comunidad de Temucuicui.
Los dos cabos habrían dado aviso de la fuga a través de la Central de Comunicaciones (Cenco Malleco), la que alertó a un grupo de Fuerzas Especiales apostado en Quechereguas, en el “servicio de reforzamiento policial a la Ruta 5”, según detalla el parte.
Cuando la camioneta Chevrolet llegaba a la pasarela, dos carros de las Fuerzas Especiales (Z-7033, al mando del sargento Jaime Torres y Z-7067, al mando del cabo Óscar Rubilar) le cerraron el paso. El cabo Rubilar ordenó bajar del vehículo. Los cinco ocupantes no opusieron resistencia. Uno a uno habrían ido descendiendo de la camioneta.
Así fue como, 23 días antes de caer abatido por un disparo policial que le dio en su nuca, fue detenido el joven mapuche Camilo Catrillanca Marín (24 años), quien era el conductor de la camioneta. Lo mismo le ocurrió a Henry Millanao Cañuta (23), quien el día que Catrillanca murió formaba parte del grupo que aseguró a la Fiscalía que estaban levantando el radier de la casa que el joven mapuche se construía cerca de la zona de “La Laguna” (ex fundo La Romana), al interior de la Comunidad de Temucuicui. Otros tres menores de 15 años cada uno, fueron también detenidos esa tarde del 22 de octubre: J.M.Q., N.C.M y M.P.C, este último es el mismo adolescente que viajaba con Catrillanca en el tractor azul al momento de su muerte.
La versión que entregó Carabineros en el parte policial de la persecución a la camioneta que conducía Camilo Catrillanca, y de la posterior detención de sus cinco ocupantes, fue ratificada por el fiscal Enrique Vásquez (el mismo que ahora investiga el robo de vehículos a las profesoras que originó al operativo en que murió Catrillanca) en la audiencia de formalización que tuvo lugar el 23 de octubre. Allí también se entregaron los certificados del Hospital San Agustín de Collipulli, otorgados ese mismo 22 de octubre, donde se deja constancia que ninguno de los cinco detenidos presenta lesiones (Atención de Urgencia números 423041, 423042, 423040, 423039 y 423038).
En la Sala 1 del Juzgado de Letras y Garantía de Collipulli, a las 16:08 del 23 de octubre, se dio inicio a la audiencia ante la jueza María Lagos Lepe. Cada uno de los detenidos debió decir sus datos personales: todos tenían estudios básicos y eran obreros; tres de ellos vivían en la Comunidad de Temucuicui y dos en la Comunidad Chamichaco.
La exposición de los hechos corrió por cuenta del fiscal Vásquez: “Se constituyen respecto de todos los imputados el delito de receptación de vehículo motorizado y respecto de don Camilo Catrillanca, además, el delito de la conducción con la utilización de placa patente correspondiente a un vehículo distinto”.
A las 17:02, la jueza María Lagos dictaminó: “Por realizar diligencias investigativas autónomas, para lo cual no está facultada la policía y que no pueden ser el fundamento de la privación de libertad de los imputados, y teniendo presente lo dispuesto en el artículo 85 del Código de Procesamiento Penal, se declara ilegal la detención”. El fiscal se opuso pero la jueza ratificó su decisión y dio orden de liberar a los cinco detenidos.
La ilegalidad de la detención de Camilo Catrillanca y sus amigos que decretó la jueza Lagos, tuvo un fundamento. Cuando el grupo de Fuerzas Especiales interceptó la camioneta Chevrolet y conminó a sus ocupantes a bajarse, luego del control de identidad, procedieron a revisar el padrón del vehículo, el que indicaba que era de propiedad del Banco BCI y no tenía encargo de ningún tipo. Pero los policías no se conformaron y revisaron también el número de motor de la camioneta. Fue esa última inspección, la del número de chasis, la que la policía no está facultada para realizar en un control de identidad. Y fue precisamente esa revisión la que permitió constatar que se trataba de una camioneta que había sido robada el 30 de marzo de 2018.
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NO TENÍA ANTECEDENTES PENALES
Lo que ocurrió el 22 de octubre de 2018, marcaría un hito en la vida de Camilo Catrillanca: fue su primera y única detención por un delito común, receptación de vehículos robados.
A pesar de no tener antecedentes penales, el nombre y rostro de Camilo Catrillanca ya era bien conocido por los policías que integraban la Unidad de Inteligencia Operativa Especializada de Carabineros de La Araucanía (UIOE). Desde mediados de 2017 -como lo reveló CIPER- figuraba en un informe secreto que la UIOE confeccionó como uno de los mapuche de la Comunidad de Temucuicui Tradicional que había que monitorear en cada uno de sus pasos y contactos (vea Informe policial secreto: Camilo Catrillanca estaba en la mira de Carabineros).
Ese informe secreto (“Exposición coordinación zona control orden público”) fue hecho en los precisos días de 2017 en que la policía desplegaba la “Operación Huracán”, cuyo objetivo era descabezar y encarcelar a los principales dirigentes de las comunidades mapuche en conflicto en esa zona. Como quedó demostrado más tarde, el uso de pruebas falsificadas para encarcelar a dirigentes mapuche, terminó con la disolución de la UIOE y el descabezamiento de la institución que encabezaba entonces el general Bruno Villalobos.
En ese informe “secreto” no hay ni un solo hecho que vincule a Catrillanca con delitos comunes o actos terroristas. Lo que lo puso en el radar de la policía fue el destacado rol que Catrillanca ejercía en su comunidad, en la defensa de su identidad cultural.
A los 17 años, siendo estudiante del Liceo de Pailahueque (donde formó un grupo cultural), se convirtió en el dirigente estudiantil secundario más visible de la zona de Ercilla, cuando exigieron la desmilitarización del territorio mapuche.
En esos años nadie podía imaginar que siete años más tarde sería precisamente en el mismo edificio donde funcionaba el Liceo de Pailahueque, y que hoy es ocupado como cuartel de las Fuerzas Especiales de Carabineros, donde se construirían las mentiras con la que se intentaría justificar su muerte.
SIGUIENDO LA RUTA DE LA CAMIONETA
Si bien Camilo Catrillanca, el menor M.P.C. y sus otros tres amigos quedaron libres el pasado 23 de octubre, la investigación del robo de la camioneta Chevrolet siguió su curso. Sería esa indagación la que tendría que determinar si Catrillanca sabía que el vehículo que conducía era robado.
CIPER siguió la ruta que lleva al día del robo de esa camioneta. En la misma audiencia en que los cinco ocupantes de ella fueron formalizados, se entregaron detalles, desconocidos hasta ahora, y que muestran el camino.
La camioneta blanca en la que se movilizaba Catrillanca tenía una sola placa. Eso fue lo que llamó la atención de los dos carabineros que transitaban por el centro de Ercilla y decidieron controlarlos. Y cuando el grupo de Fuerzas Especiales interceptó la camioneta en la Pasarela Quechereguas y revisaron el costado izquierdo del motor donde aparecía el número de chasis, constatarían que el mismo vehículo había sido robado en marzo de 2018 en Los Ángeles, y que era propiedad de la Cooperativa Eléctrica Coopelan.
En la noche del viernes 30 de marzo un grupo de siete personas ingresó a una de las tiendas que controla la cooperativa, en calle Almagro 235 de Los Ángeles, sustrayendo especies avaluadas en $128.284.704 (televisores, electrodomésticos, teléfonos celulares, maquinaria de construcción y la camioneta Chevrolet). Ese es el relato que registra la denuncia interpuesta por Coopelan.
Tres días después, personal de Carabineros de Los Ángeles detuvo a tres hombres que tenían en su poder algunos de los artículos robados a Coopelan. Pero la camioneta Chevrolet no apareció. No se sabe por qué a Luis Vera (29 años), Pedro Valenzuela (25) y Carlos Gutiérrez (32), solo se los formalizó por receptación de especies robadas.
Tras ocho meses, la Fiscalía de Los Ángeles decidió cerrar la investigación.
El abogado de Coopelan, Felipe Vega Lavandeira, relató a CIPER que la camioneta Chevrolet cuyo rastro había desaparecido, estaba prácticamente nueva: tenía apenas 3 mil kilómetros de uso y su valor era de $18 millones. La patente se la habían instalado el mismo día que fue robada de la empresa.
Una semana después de la muerte de Camilo Catrillanca, el abogado Vega volvió a saber del vehículo robado. Al leer una noticia que relataba que el joven mapuche ya había sido detenido antes arriba de una camioneta robada, se enteró que ese era el vehículo que le pertenecía a Coopelan. Casi tres meses después de que Carabineros retuviera la camioneta, la cooperativa aún no la recupera.
Ni Camilo Catrillanca ni el menor M.P.C. ni tampoco los otros tres jóvenes que fueron detenidos el 22 de octubre, aparecen siquiera como sospechosos del robo de las especies y la camioneta de Coopelan.
EL VIOLENTO ROBO QUE ORIGINÓ EL INFIERNO
El último robo de vehículos y que le costó la vida a Camilo Catrillanca, ocurrió el 14 de noviembre pasadas las 16:00.
La reconstrucción realizada por CIPER minuto a minuto indica que ese miércoles, la jornada escolar en la Escuela Rural Santa Rosa de la Comunidad Ancapi Ñancucheo terminó a las 16:00. Poco después, cuatro profesoras abandonan la escuela en tres vehículos de color gris que parten en caravana. Al volante van tres profesoras: I.F.A. (51 años), M.M.M. (39) y K.S.A. (27). En uno de los autos van dos niños de nueve años (C.A.S.M. y N.S.C.M.). La fila india motorizada toma rumbo hacia la ruta R-50 que conduce a Ercilla. Pero esta vez no lo hacen por el camino vecinal que ocupan habitualmente. Deciden internarse por una ruta alternativa (vea “La reconstrucción del crimen de Catrillanca deja en evidencia que alguien ordenó mentir”).
Apenas unos minutos después se encuentran con la vía bloqueada por un cerco de tres hebras de alambre de púas y por gruesas ramas de eucaliptus. Mientras deciden si se bajan a despejar la ruta o volver, cuatro encapuchados surgen del bosque. Las intimidan con armas de fuego, un hacha y un machete.
Los detalles del infierno que viven las cuatro maestras y los dos niños, quedaron registrados en el Parte Denuncia elaborado esa misma tarde por el sargento Juan Cid, quien entrevistó a las víctimas apenas media hora después del violento asalto.
Las profesoras están aterradas, los niños gritan, los encapuchados las insultan y golpean las ventanillas. Obligan a todos a bajar de los autos. El Nissan March 2017, el Chevrolet Sail 2011 y el Great Wall M-4 2017, se pierden en el camino. Se ha iniciado el escape de los asaltantes.
Poco después, a las 16:30, otra caravana, pero esta vez de 20 carros blindados y un contingente de 70 efectivos de Fuerzas Especiales y del GOPE de La Araucanía, asistidos desde el aire por dos helicópteros policiales, ingresan a los caminos de tierra de la Comunidad de Temucuicui persiguiendo a los cuatro hombres que robaron los autos. Está lloviendo, la caída de agua es tenue pero los caminos están muy barrosos.
Desde uno de los helicópteros, con cinco ocupantes, les indican la ruta a seguir luego de haber identificado a los vehículos robados (vea “Muerte de Catrillanca: la versión falsa de los tripulantes del helicóptero”).
No era la primera vez que un grupo policial se internaba en Temucuicui. Tan solo dos días antes de ese 14 de noviembre, patrullas de Carabineros habían recuperado en esa misma comunidad una camioneta Ford Ranger de color rojo encargada por robo. Había sido abandonada en los alrededores de “La Laguna” (Temucuicui), el sector por donde transitaba esa tarde del miércoles 14 de noviembre el tractor azul que conducía Camilo Catrillanca, acompañado del menor M.P.C.
Los videos que exhibió CIPER (vea aquí), permiten ingresar con los policías a Temucuicui y seguir metro a metro su recorrido. Es un batallón que va a la guerra, pero no se escuchan disparos. Hasta que el tractor azul que va directo hacia donde está la caravana blindada, se detiene bruscamente.
Camilo Catrillanca ha sido alcanzado en la nuca por uno de los disparos que hizo esa tarde el sargento del GOPE Carlos Alarcón Molina. El terror que se aprecia en el rostro del menor M.P.C., que ha sido detenido, grafica el impacto de la violencia desatada.
Camilo Catrillanca agonizaba en Temucuicui. Ninguno de los dos helicópteros policiales que participaron del operativo lo recogió para trasladarlo a un hospital y así intentar salvarle la vida. Cuando a las 18:30 fallece en el modesto Cesfam de Ercilla, allí muy cerca de “La Laguna” los policías recuperaron los tres autos robados solo horas antes a las profesoras.
Nadie ha podido explicar por qué ese miércoles se ordenó inmediatamente después del robo de los tres vehículos, un operativo tan masivo como el que se desplegó ese día. Tampoco, por qué en su primera versión oficial, Carabineros entregó un parte y un informe ejecutivo que vinculó a Camilo Catrillanca y al menor M.P.C. con el robo de los autos de las profesoras. Y menos, por qué en esos mismos documentos oficiales se inventó que hubo enfrentamiento y fuego cruzado. Ese informe llegó a las manos del ministro del Interior Andrés Chadwick a las 8:00 del 15 de noviembre. En solo pocas horas se construyó la mentira.
El fiscal Enrique Vásquez es quien quedó a cargo de investigar y descubrir a los autores del robo de los tres vehículos de las profesoras que originó el operativo policial. Las diligencias que ordenó ya han dado frutos. Uno de ellos es el informe de 73 páginas de la Brigada de Investigaciones Policiales Especiales de Angol (PDI), que fue despachado el 28 de noviembre de 2018.
Ese informe, que lleva la firma del subcomisario Aldo Castagnoli y del comisario Patricio Ibáñez, contiene varias declaraciones en las que las profesoras coinciden en que sus cuatro asaltantes eran todos muy jóvenes. Y también destaca el reconocimiento que hizo una docente de uno de sus asaltantes: un ex alumno de la Escuela Santa Rosa.
“Por las características de la persona que me atacó, corresponden a J.C., esto debido a que fue un alumno nuestro, quien vive en la comunidad Ancapi Ñancucheo, al cual tuve como profesora jefa dos años… Además, debo hacer presente que yo me críe en la comunidad, ya que mis padres viven ahí, y conozco a la mayoría de las familias que residen en ella”, afirmó la profesora que reconoció a uno de sus asaltantes.
En la declaración que ella hizo el 19 de noviembre, agregó: “Lo reconozco por su contextura física, ya que es delgado y alto, lo que más me marcó fueron sus ojos y sus cejas, ya que son gruesas, además del cuello alargado, por otro lado su tono de voz, que es fino, también lo pude reconocer”.
Otra de las testigos que aportó datos sobre las características físicas de los asaltantes, fue P.F., quien declaró el 17 de noviembre a las 18:00. La mujer trabaja en la Escuela Santa Rosa y en presencia del fiscal Enrique Vásquez y de personal de la PDI, relató que alrededor de las 16:13 del 14 de noviembre la llamó la profesora K.S.A:
“Entre sollozos y llanto me dice ‘nos asaltaron tía, los autos tía, nos quitaron los autos’. Le pregunto dónde había sido, si en la escuela o afuera para poder llamar a Carabineros y dar su ubicación, a lo cual me responde que cerca de la escuela. Le dije que se calmara, que le cortaría la llamada, y llamé al mayor (Cristián) Fernández de Fuerzas Especiales de Pailahueque”.
La misma mujer, quien acompañó a las profesoras a constatar lesiones, hizo un recuento de toda la historia y recordó las características de los asaltantes que ellas le describieron: “Como que algunos eran menores de edad, sus vestimentas, la agresividad con la que las trataron… En esa conversación, de lo que recuerdo, una de ellas (y la identifica) me comentó que uno de los sujetos que las asaltó, le dio la impresión, sensación y corazonada, que se trataría de J.C.”.
EL NUEVO TESTIMONIO QUE MARCÓ UN HITO
Fue el 14 de enero recién pasado que el fiscal Enrique Vásquez recibió el testimonio que marca un hito respecto del supuesto vínculo de Camilo Catrillanca y el menor M.P.C. con el robo de los tres autos de las profesoras de Ercilla. Y también sobre la relación del joven mapuche con el robo de la camioneta Chevrolet que él conducía cuando fue detenido en la Pasarela Quechereguas, el 22 de octubre de 2018.
“Yo soy conductor de camiones y tractores, ahora mismo estoy dedicado a manejar camiones forestales de particulares que me pagan por el día dependiendo del trabajo realizado. Sobre lo que usted me consulta, por mi trabajo, yo conocí a Mijael Carbone a quien le hice unos fletes de madera desde Temucuicui hacia Temuco y otros para Los Ángeles, y después le traje una madera para que hiciera su casa en el Fundo La Romana. Eso fue hace unos ochos meses. Asimismo, por él conocí a más gente de Temucuicui: a don Jaime Queipul, a don Víctor Queipul, a Marcelo Catrillanca (padre de Camilo Catrillanca) y a su papá, que tiene cargo de Lonko, y detrás del Lonko también vive la familia Huenchullán que son dos o tres hermanos a los que igual les trasladé metro ruta de madera”, así inició ese día Wilson David Fuentes Romero su declaración, en Collipulli,
Fuente Romero continuó:
“Es por esto que conozco a varias personas de la Comunidad Temucuicui y asimismo conocí a Camilo Catrillanca, al que ubicaba desde hace un tiempo por todos los trabajos que he hecho en la comunidad y él era conocido y, además, nieto del Lonko Catrillanca. Más o menos unas dos semanas antes de que mataran a Camilo, él me pidió que lo llevara a Ercilla para comprar los materiales para terminar un radier que estaba haciendo en la casa nueva que se estaba construyendo en el Fundo La Romana, que pertenece a la comunidad. Le habían faltado materiales y como yo andaba en el camión, me pidió que lo llevara a Ercilla, pero después él mismo me dijo que se iba a conseguir una camioneta y que si le iba bien, no era necesario que lo llevara. Yo mismo lo acerqué al lugar donde se consiguió la camioneta y lo vi irse con Henry (Millanao Cañuta), su hermano chico, M.P.C. (el menor que iba junto a Catrillanca cuando lo mataron) y otro más que no conozco, pero en total eran como cinco que salieron para Ercilla”.
La camioneta blanca en la que Wilson Fuentes vio a Camilo Catrillanca alejarse ese 22 de octubre de 2018, después de pedirla prestada, es el mismo vehículo Chevrolet en el que fue detenido esa tarde junto a los cuatro jóvenes en la Pasarela Quecheregua. Pero el conductor de camiones y tractores sabía algo más sobre esa camioneta robada a la Cooperativa Coopelan el 30 de marzo en Los Ángeles:
“Esa camioneta yo la veía siempre circulando por la comunidad. Esa misma tarde me llamaron desde la comunidad para preguntarme si sabía algo de Camilo: parece que los habían llevado a todos detenidos porque la camioneta que le habían prestado a Camilo era robada. Pero al día siguiente lo dejaron en libertad”, fue el relato de Wilson Fuentes.
Pero había más revelaciones. Ese lunes 14 de enero, el fiscal Enrique Vásquez recibió de Fuentes Romero un testimonio que aportaría un dato clave sobre el supuesto vínculo de Camilo Catrillanca y el menor M.P.C. con el robo de los tres vehículos de las profesoras de la Escuela Rural Santa Rosa:
“Después (de la detención) volvimos a trabajar normal con Camilo. Yo les estaba sacando madera desde el predio de su abuelo, que es el Lonko de la comunidad. Les alcancé a hacer dos camionadas desde su predio hasta Los Ángeles, incluso en la segunda camionada que saqué de noche desde la comunidad, Carabineros me hizo un control y tengo las guías si es necesario verificar las fechas”.
Wilson Fuentes Romero continuó su relato: “El día 14 de noviembre, yo llegué en la mañana a cargar al mismo lugar: atrás de la casa del abuelo de Camilo, donde está el retazo de madera que tienen ellos, que son tres ‘lenguetas’ de pino nativo que están detrás de la casa del abuelo de Camilo. Ese día debo haber llegado más o menos a las 8:30 o 9:00 y después, pasadas las 10 de la mañana, llegaron en el tractor de la comunidad Camilo Catrillanca, acompañado de un cabrito que conozco (M.P.C.) y que se tiñe el pelo amarillo y al que detuvieron los carabineros cuando mataron a Camilo. Más tarde llega Henry (Millanao Cañuta), que es un socio que tenía Camilo y que debe tener unos 26 o 28 años, el mismo que andaba con él cuando los detuvieron en la camioneta blanca. Y también llegó otro cabro que andaba con Henry, pero no lo conozco. Debe tener más o menos la misma edad que Henry. Yo terminé de cargar la madera que ellos me habían dejado lista para cargar y después me fui como a las 12 de día. Ellos quedaron rematando la carga que faltaba con el tractor, por eso el tractor llevaba la pala forestal, porque ese día Camilo estaba sacando leña para la comunidad y haciéndome la carga de madera para mí”.
“Yo les pedí que me avisaran cuando hayan completado la carga que faltaba, pero no me llamaron nunca para avisarme. Como a las 5 y tanto, escuché por radio que había habido un enfrentamiento en Temucuicui y que había un fallecido, por lo que decidí no entrar ese día por todo lo que salía en las noticias. Entonces, llamé a Henry para preguntarle si era verdad lo que salía en las noticias, y él me dijo que era verdad que había un fallecido, pero que iba a averiguar bien qué había pasado porque no tenía antecedentes”.
“Al día siguiente yo me enteré que se confirmaba la muerte de Camilo y después de eso, al segundo día, vine al velatorio a la comunidad. Allí no escuché nada sobre si Camilo estaba o no involucrado en un robo, pero sí que cuando iba en el tractor, junto con M.P.C., al ver a Carabineros, se devolvieron y ahí les dispararon”.
“No tengo el número de teléfono que usaba Camilo, porque se me perdió mi equipo celular, lo voy a tratar de recuperar, pero la mayoría de las veces yo me comunicaba con Camilo al número de Henry, siempre me llamaban de ese número. El número que yo usaba y donde tenía todos mis contactos es (lo proporciona) de la empresa Claro y una vez que tenga los números de ellos, se los voy a entregar a la Fiscalía o al oficial de la PDI de la manera más expedita”.
Sobre qué hizo Camilo Catrillanca y el menor M.P.C. entre las 12:00 –cuando Wilson Fuentes se va de Temucuicui- y pasadas las 16:00 del 14 de noviembre, cuando se produce el violento robo de los tres autos de las profesoras de Ercilla, el conductor de camiones y transportista de madera también entregaría los datos que faltaban:
“A su consulta, yo insisto en que el 14 de noviembre salí de la comunidad a más tardar a las 12:00, porque a las 16:00 ya estaba descargando en Los Ángeles y nunca me llamaron de vuelta para decirme que habían terminado la carga que faltaba. Pero dos días después del funeral, yo fui al lugar de los retazos a sacar la carga, porque me comuniqué con Henry, y al llegar allá, estaba hecha la carga: o sea, dos bancos más de madera en lo que se deben haber demorado unas tres horas de trabajo con el tractor”.
“Ese día, cuando yo salí, ellos cuatro se quedaron trabajando en la madera con el tractor. Andaban en una camioneta roja con carrocería de madera que usan para los traslados, porque ninguno de ellos tiene vehículo y arriendan. A su consulta, Camilo siempre usaba una pañoleta que se ponía en la cabeza y que si se la bajaba quedaba como de cuello, además una chaqueta tipo militar y para abajo un buzo. No me acuerdo si ese día andaba así, pero siempre andaba así…”.
*Fuente: CiperChile