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En el tapete noticioso y judicial se encuentra el caso del joven Johan Bernal Miller, (31 años), que acusó al sacerdote Pedro Quiroz Fernández,... Se enfrentan posiciones entre denunciante de abuso a manos de ex capellán y ex seminaristas y laicos, contra Iglesia. Figura de emblemático Sacerdote Luza en entredicho

En el tapete noticioso y judicial se encuentra el caso del joven Johan Bernal Miller, (31 años), que acusó al sacerdote Pedro Quiroz Fernández, ex capellán de la Fuerza Aérea de Chile y quien cumpliera labor apostólica en la Parroquia Santa Teresita; y la postura oficial de la Iglesia Diocesana de Iquique, representada por el Presbítero Franklin Luza Zañartu, a quien, la víctima, acusa de haber encubierto los delitos en su contra. Este último, emblemático sacerdote y luchador en por de los derechos humanos, hoy está en entredicho.

Sin duda, es un caso con múltiples aristas, algunas de conocimiento público, y otras aún por develarse, a partir de los hechos denunciados por Johan Bernal, en referencia a abusos en si contra, ocurridos el año 2010, cuando se desempeñaba como reservista de la FACH e integraba la comunidad de la parroquia Santa Teresita, invitado por quien sería su agresor, el padre Pedro Quiroz Fernández.

El joven denunció los hechos tanto ante la iglesia de Iquique, la Fuerza Aérea y la justicia y en las tres instancias, todas independientes entre sí, el caso, ante el estupor del denunciante, fue cerrado. Pero no porque se exculpara de las graves acusaciones a  Quiroz Fernández, sino que por falta de pruebas para configurar el delito, cuya víctima sería Johan,

Este es uno de los principales puntos que destaca el abogado Enzo Morales cuando analiza el caso, puesto que nunca se desestimó la acusación en la justicia porque el delito no existiera, sino que por falta de pruebas, lo que facilitó que hoy, el caso sea reabirto por la Fiscalía.

Vale destacar que el abogado Morales, fue el primer abogado junto a Matías Ramírez, -hoy concejal-, en llevar el caso y acompañar a la supuesta víctima, representando a la oficina del diputado Hugo Gutiérrez.

La denuncia se produjo el año 2011, cuando era obispo de la Diócesis de Iquique, Marcos Órdenes, quien, precisamente, fue sacado del cargo, por acusaciones similares, por lo que tanto la investigación interna, como la judicial, se vio afectada. Internamente porque era el mismo Órdenes en su calidad de Obispo el que debía decidir si correspondía iniciar una nvestigación canónica.  Y judicialmente, hay que considerar que en esos años, la Iglesia Católica era un bastión importante del poder y que en aquella época, 2010-2011,  no estaba en jaque en torno al tema de abusos sexuales como está en la actualidad.

Para la reapertura del caso, por parte de la Fiscalía, hay el cura Quiroz Fernández, es acusado por otros jóvenes que habrían sido víctimas de abuso, también.

LA ACUSACIÓN

Johan Bernal Miller ha relatado a diversos medios tanto locales como nacionales, que cuando era reservista de la Fuerza Aérea de Chile fue invitado por capellán Quiroz Fernández, para que se incorporara a la parroquia Santa Teresita, ubicada en el histórico barrio iquiqueño de El Morro.  En ese lugar, habrían ocurrido los abusos que denuncia.

Estos habrían comenzado en diciembre del 2010, habiendo recibido demostraciones de afecto inapropiada por parte del cura, hasta llegar a la violación.

Ante estos hechos, el joven hizo la denuncia en las tres instancias ya señaladas. En la justicia, en la Fuerza Aérea y en la Iglesia Diocesana de Iquique. En esta última tomó contacto con el sacerdote Franklin Luza, en su calidad de Vicario General y Promotor de Justicia. Le entrega todos los antecedentes, pero finalmente el caso se cerró por falta de pruebas.

En entrevista que Franklin Luza dio en Radio Bravíssima, entrevistado por el periodista Bernardo Yañez, el presbítero reconoce haber recibido la denuncia y haber realizado todo el procedimiento de rigor, de modo que el obispo -Marcos Órdenes en su momento-, tuviera los antecedentes para decidir si es que correspondía pasar a la siguiente etapa, es decir, iniciar el juico canónico. El padre Luza, señaló en su informe, que no habían pruebas y finalmente el obispo -acusado él mismo de abusos, años más adelante- cerró el caso.

Para Franklin Luza, lo que le da tranquilidad, según consignó en Radio Bravíssima, es que a la misma conclusión llegaron tanto la Fach, como el Ministerio Público. “Eso me da tranquilidad, porque tres instituciones distintas llegaron a la misma conclusión”, declaró, señalando que quello indica que el trabajo “lo hizo bien”. Sin embargo, hoy, la Fiscalía, a la luz de nuevos antecedentes, decidió reabrir el caso de Johan Bernal, quien insiste en que su relato original es verdadero.

El joven cuenta con el apoyo de la Comunidad de Laicos de Iquique, el mismo movimiento que acusó a Franklin Luza, de “encubrir”  las acusaciones de abuso. Y que, por cierto, el presbítero desmiente. Renoce que ha tenido diferencias con algunos integrantes de esta comunidad, por años, pero con otros no.

Aunque no sabe porqué el caso volvió a tomar connotación pública, dice que podría ser porque Quiroz Fernández, el sacerdote acusado, ha sido re-investigado en Valparaíso.  Al parecer, según dice, hay una nueva acusación. “No sé si será por los allanamientos que hizo la Fiscalía en el Obispado Castrense”, pero no descarta “otras intensiones”.

Y añadió que “lamentaría muchísimo” que la denuncia “esté siendo utilizada para otros fines”.

COMUNIDAD DE LAICOS

El ex seminarista Leonel Reyes, quien conoció a Franklin Luza en su etapa de discernimiento vocacional, cuando el sacerdote era párraco de la Parroquia Inmacukada Concepción (Catedral), es hoy uno de los laicos que apunta los dardos a él. Lo acusa que “confunde a la opinión pública y denigra a la víctima”.

Sobre el caso, señala:

“El Sr. Franklin Luza Zañartu está faltando a la verdad en varios aspectos que esconde ante la opinión pública: primero, la víctima cuando lo trata de encubridor se refiere no tanto al proceso “legalista” y “riguroso” que se llevó a cabo en aquellos momentos”.

Y luego enumera una serie de interrogantes:

“¿Es posible que el vicario judicial del obispado de Iquique vea su caso y se determine un Acta donde los testigos, además de civiles presentes (su madre y abogada) esté el ex obispo Marco Ordenes Fernández como testigo en dicho proceso de investigación previa, si el mismo ex obispo ya tenía una acusación de abuso sexual en contra suya?”

“¿Qué calidad moral y ética tiene el vicario judicial para decidir sobre la vida de una persona abusada? ¿Por qué en la entrevista se fija más en los aspectos de salud mental de la víctima y no en el abuso sexual en sí? ¿Existe en el proceso anterior un documento en dónde señalen el estado de su salud mental? ¿Si fuera así, acaso no es más grave el delito contra alguien en una situación de vulnerabilidad mental?”

“Definitivamente nos encontramos ante un presbítero que trata de minimizar la acusación recurriendo a temas de salud mental de la víctima y no abordar el abuso y en qué contexto se dio. A mi parecer, sigue protegiendo al ex obispo Marco Ordenes de quien todavía, ronda como fantasma por la diócesis. Franklin Luza Zañartu confunde y denigra a la víctima”, añade Leonel Reyes.

Finalmente anuncia que prontamente darán nuevos antecedentes.

LA FIGURA DE LUZA

Franklin Luza Zañartu, sin duda es una figura emblemática en Iquique y la zona norte, cuyo nombre hoy está en entredicho. Su cercanía con Marcos Ordenes, es para él, una verdadera piedra en el zapato, para algunos. Para otros, es lo que lo incrimina, porque lo acusan de saber todas las andanzas del ex obispo.

Es hijo único de una familia conformada por un agricultor piqueño y una profesora. Con su madre tuvo una estrecha y cariñosa relación. Era muy regalón y  su mamá siempre pendiente de corregirlo para que fuera el mejor, aún siendo cura.

Nación en la pampa, pero desde sus primeros días fue llevado a Pica, donde creció. 1980 marcó un hito, no sólo para Luza y su familia, sino que para la iglesia local y la comunidad nortina, ya que después de muchísimos años, se ordenaba como sacerdote un joven de esta tierra.

Entre 1982 hasta marzo de 1990, siendo párroco de la Catedral de Iquique, Luza se destacó por su cercanía casi militante, con las organizaciones comunitarias y de derechos humanos. Eran los tiempos en que la iglesia nacional, asumió una labor pastoral en pro de la defensa de los opositores que sufrían de los  rigores de la dictadura.

Era un hombre sencillo, llano y con una serie de defectos cotidianos como cualquier persona, lo que lo hacía ser aún más cercano, como “uno más de nosotros”, en el sentido del colectivo. Y por su visión política, era cercano a quienes en ese momento eran la oposición a la dictadura en Iquique, para quien, no era el padre Franklin, si no que a secas, Franklin.

Hasta hoy, Franklin Luza es querido y respetado por las organizaciones de DDHH por el rol que jugó. En los ochenta facilitó dependencias religiosas para talleres y seminarios, comedores solidarios y muchas otras causas. Acogió a los perseguidos políticos y a través del Departamento Laboral que creo, apoyo y defendió a los trabajadores.

Cuando se descubrió la fosa clandestina de Pisagua, Franklin Luza abrió las puertas de la Parroquia y allí se congregaban los familiares que buscaban a los suyos.

Gracias a su formación como seminaristas y habiendo estudiado leyes, es un hombre pre claro, con ideas arraigadas y con facilidad para entender los contextos sociales y políticos, lo que facilitó su relación con el mundo de la izquierda local. Algunos lo llaman “el compañero” Franklin.

 Sin embargo, hay otra historia es la que se teje en torno a él;  principalmente por el rol que cumplió en la Casa de Discernimiento que funcionó en la Parroquia se la Inmaculada Concepción (Catedral), por donde pasó Marcos Ordenes, a quien apadrinó hasta el punto de que fuera designado como Rector del Santuario de La Tirana.  El mismo cargo que tuvo ante,s el mismo Luza

La amistad fue creciendo en extremo entre Franklin y Marcos. Mucho más sólida en los momentos en que Órdenes, marcando otro hito, fue nombrado como Obispo de Iquique.  Esto constituyó un inigualable acontecimiento, puesto que era un iquiqueño, además, joven y proveniente del pueblo, el que alcanzaba tan alta dignatura para los católicos.

Sin embargo, hoy es de público conocimiento el doble estándar de Marcos Ordenes, quien se vio involucrado en una serie de situaciones de abusos. Y si bien el único que llegó a la justicia y a la investigación canónica, fue el del joven Rodrigo Pino, quien, incluso, grabó en audio una comprometedora conversación entre ambos, de connotación sexual, las dudas rondan en torno de muchos otros.

De esos otros casos, extraoficialmente se dice que las víctimas prefirieron guardar silencio o que se detractaron de las denuncias. ¿Hubo compensaciones? Es la duda que ronda hasta hoy. O al menos, no hay verdad jurídica sobre el tema.

Franklin Luza no sólo guió la vocación sacerdotal de Marcos Ordenes, sino que también de otra decena de jóvenes interesado en seguir el sacerdocio. Algunos quedaron en el camino; otros fueron apartados.

Algunos de esos jóvenes,  se apartaron de la mano conductora de Franklin Luza, pero no de la Iglesia y que más bien creen en una iglesia horizontal, son quienes integran la Comunidad de Laicos, como es el caso de Leonel Reyes, hoy un profesional, inteligente y competente; también luchador por lo que cree y es quien apunta los dardos, como otros, contra el sacerdote Franklin Luza Zañartu.

¿Qué información manejaran esos ex seminaristas? ¿Qué ocurrió en la Casa de Discernimiento Vocacional y en la misma iglesia iquiqueña para mantener estas diferencias hasta hoy? Es algo que está en el ambiente y que ahora se expresa en una parte de los que es el Movimiento de Laicos y Laicas de Iquique.

Al parecer, esta historia aún tiene muchas aristas que no se conocen; y que se está recién escribiendo.

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