Hablemos del Te Deum
Opinión y Comentarios 20 septiembre, 2018 Edición Cero
Haroldo Quinteros / Profesor
Hablemos del Te Deum: Hay varias diferencias entre el Te Deum pre- y post-1925. Veamos: cuando el Estado chileno era confesional hasta ese año, el Presidente de la República estaba obligado, con arreglo a la Ley, a asistir a él. Además, no podía decir públicamente que no era católico, aunque no lo fuese. No sólo eso, lo habitual era que , invariablemente, también debía comulgar en ese acto.
Desde 1925, el Estado es declarado laico, por lo tanto no ligado a iglesia u opción religiosa alguna; por lo tanto, la asistencia de las autoridades políticas al Te Deum es ahora opcional, aunque nunca un Presidente de la República ha dejado de hacerlo, incluidos los presidentes agnósticos, masones o ateos, como Aguirre, Ríos o Allende. Como en nuestra antigua democracia la Iglesia Católica monopolizaba la ceremonia del Te Deum, y de hecho, seguía siendo tradicional que las autoridades del Estado asistieran a ella, el Presidente Salvador Allende convocó en 1971 a La Moneda a todos los jefes de las iglesias cristianas, y les propuso celebrar un Te Deum que no sólo fuera católico, sino ecuménico, propuesta que fue aceptada por todos, y que tiene formal y legal materialidad en el actual Te Deum que se celebra en la Catedral de Santiago cada año. Ergo, el Te Deum que se celebra en la Catedral de Santiago no es sólo católico, como muchos creen, sino ecuménico (universal cristiano); por lo tanto no es efectivo, como falsamente muchos creen, que fue Pinochet quien en 1975 abrió el Te Deum hacia más allá de la Iglesia Católica.
Todo lo contrario, el dictador, por obvio consejo de sus adláteres, dividió a la cristiandad chilena al crear el Te Deum Evangélico. La verdad de fondo en ello no tiene nada de espiritual ni de tolerancia en materia religiosa. Fue la respuesta de la dictadura a la Iglesia Católica en los peores tiempos de la opresión política en nuestro país. En efecto, un año antes, en 1974, el cardenal, Raúl Silva Henríquez había creado la Vicaría de la Solidaridad, una agencia de carácter humanitario cuyo único fin era proteger la vida de los presos políticos (muchos fueron asesinados o desaparecieron estando confinados en cárceles y campos de concentración), y sus desamparadas familias, y, obviamente, a las viudas y huérfanos de los dirigentes políticos que ya habían sido ultimados o habían desaparecido.
Es de suyo importante señalar que el ecumenismo, o la unidad de todos los cristianos, fue planteado como tarea secular de la Iglesia Católica por el Papa Juan XXIII en el Concilio Vaticano II, difícil tarea que ha sido seguida por todos los papas posteriores. Que conste, el llamado del «Papa Bueno» tuvo toda la comprensión y apoyo del Presidente Allende, un agnóstico. Por el contrario, con el muy «católico» dictador, el ecumenismo sufrió un manifiesto traspié, al dividir, mucho más de lo que ya estaban, a católicos y protestantes.
Algo más: desde antes y después de 1925, las homilías de los Te Deum chilenos nunca han contenido expresiones que pudieran ofender directamente al gobierno de turno. La Iglesia Católica sigue siendo prudente en cuanto ello, porque, sólo por dar un ejemplo, si bien nunca ha soslayado el tema del aborto, se ha limitado a «apoyar» a las embarazadas que no abortarían (así en general), admitiendo implícitamente que en el juego político existente el Estado de Chile aprobó, a pesar de la Iglesia, la Ley de despenalización del aborto por tres causales. En suma, a todas luces la Iglesia Católica ha sido respetuosa de la Ley, y, lejos, más inteligente y evangélica que los voceros del Te Deum protestante, que no sólo ofendieron y humillaron a la ex-Presidenta Bachelet el año pasado de modo rayano en lo ilegal, sino que este año un grupo enardecido de sus fieles atacó verbalmente al actual presidente de Chile luego de finalizado el servicio y dentro de su propio templo.
En otras palabras, aunque quien esté a la cabeza del Estado no guste a la Iglesia Católica, ésta no se lanza contra el poder político establecido, en consonancia con la enseñanza del apóstol Pablo, autor del precepto «nulla potesta nisi a deo» (no hay autoridad que no provenga de Dios. Romanos XIII, 1); por lo tanto, tal autoridad debe respetarse; mientras que, objetivamente, tal precepto ha sido flagrantemente irrespetado en los dos últimos Te Deum evangélicos. Hablando claro, sorprende que Piñera ni el gobierno hayan exigido a la jerarquía del Protestantismo disculpas públicas y oficiales por lo ocurrido, lo que sólo tiene explicación en el hecho que ella tiene puesta hace mucho rato la camiseta de la UDI y RN, incluso, con un engendro confesional que llaman «la bancada parlamentaria evangélica.»
Finalmente, algo de academia: «Te Deum» no significa «te damos gracias, Dios» como ha menudo lo dicen erróneamente algunos curas, pastores e, incluso,dignatarios de sus iglesias. También este error se lee a diario en radios, televisión y prensa escrita. «Gracias a Dios,» en lo institucional-teológico, sólo es la Eucaristía (la misa), según la traducción del término en idioma griego. Te Deum son las primeras dos palabras de un cántico cristiano de alabanza a Dios que data del siglo IV, cuyo nombre es «Te Deum laudamus.» Si a alguien interesa, explico. Si decimos «a ti, Dios,» la palabra «Dios» está en caso dativo (complemento indirecto), en latín «deo.» En cambio, «Deum» está en caso acusativo (complemento directo), lo que explica el sentido del cántico (Dios es el objeto alabado). Bueno, esa fue una «volada» que puede servir a más de alguien.