Dr. Alex Soza Orellana/ Chileno residente en Cuba
Muchas, interminables expresiones en la mayoría de los idiomas de nuestro planeta dan fe de la universalidad paradigmática de Ernesto Guevara de la Serna, conocido como el Che Guevara o simplemente el Che. Nativo de la ciudad de Rosario, Argentina, el 14 de junio de 1928.
El argentino es dado a utilizar esta expresión en su conversación pero este “che” es una expresión de llamado, como el “oye” o “caballero” y puede denotar, por la forma y entonación que se le da, cierto aire de prepotencia e ironía, o cierta suerte de autosuficiencia o grandilocuencia típica del nativo argentino, sobre todo el del pueblo, pero también puede ser una expresión de afecto. Inevitablemente su constante y reiterado uso, llama la atención sobremanera en un grupo “no argentino” y en el proceso de formación de un grupo donde se encuentra este.
En este sentido es dado, en Cuba como en otros países, a nombrar o apodar de “che” al argentino. Claro que por la enorme trascendencia internacional del argentino que estamos hablando, éste se apropia con más que justificada fuerza de este llamado. Esto ocurre al punto de un reconocimiento legal, de personalidad jurídica, de estas tres letras, y nombre ya, en Cuba por toda su obra, desde que conoció a Fidel e integró la expedición del Granma hasta el día de hoy, por las importantes responsabilidades que asumió en vida física en los inicios de este proceso revolucionario y refrendado en los cientos de documentos que firmó como “Che”, incluido billetes emitidos por el Banco Nacional de Cuba.
El argentino entonces visto así con su idiosincrasia y el tono de su hablar y su lenguaje corporal, gestual, no es fácil “digerirlo”, por decirlo así, pero al final es asimilado y con ello quiero llamar la atención, o suponer, que al Che no le fue fácil tampoco interactuar con los cubanos, extranjero y comunista, mucho más aun como jefe, por su fuerte carácter, su exigente sentido de disciplina y temperamento apasionado, arrojo y temeridad. Hablo del cubano en general, sabemos que congenió de inmediato con Fidel y la mayoría de los cubanos expedicionarios en México, ya antes lo había hecho en Guatemala, donde hizo buenos amigos, entre ellos al cubano Ñico López que fue el primero en llamarlo Che.
En ese mismo proceso de desarrollo de su propia formación en la lucha guerrillera, de médico a soldado, y luego como dirigente del gobierno revolucionario, por el desempeño en las tareas que se le asignó después del triunfo del 1 de enero y sus empeños internacionalistas, fue reforzando aún más la admiración, muy bien fundada, por su quehacer con gran sentido humano, por su inteligencia y sus convicciones políticas que lo llevó a la categoría de héroe popular, héroe legendario a nivel internacional , motivo de continuar la lucha que emprendió, por justicia social.
Como muchos de nuestros héroes constantemente lo estamos llamando y lo tenemos presente, no solo para crear uno, dos o tres Vietnam, corregir los rumbos de nuestros empeños en lograr bienestar y prosperidad, sino también para reactivar y despejar espiritualmente los caminos en esta marcha de gigantes en los nuevos escenarios.
En muchos de los testimonios de dirigentes, combatientes que lucharon y compartieron con el Comandante Che Guevara aparece esta característica del “simpático argentino”, pero que hábilmente esfumaba, el bochorno en la primera impresión al conocerle, con sus excepcionales cualidades humanas. Era un bromista muy peculiar donde primaba la ironía. Incluimos en este grupo a su compañera Aleida que expresa en su libro “Evocación” los tensos momentos iniciales, y las aprehensiones con el que sería su compañero jefe y esposo.
Es interesante también el testimonio de Freddy Ilanga, joven congolés de 17 años, el traductor de suajili del Comandante Che Guevara en el Congo, su primera impresión fue: “Tatu, Che, era un blanquito engreído…que siempre tenía el ceño fruncido y una mirada irónica, casi burlona” el rechazo inicial fue cambiando paulatinamente al conocerlo con mayor profundidad, “me impresionó su justeza, aunque extremista”. Quiero terminar esta nota con las palabras sinceras, con cierta candidez, de este colega médico que conocimos en “Girón” donde nos formábamos como médicos gracias a la generosa solidaridad de Cuba.
En sus palabras refleja el cariño y admiración por el Che. “encontré que los mensajes de Tatu eran los de un padre tratando de enseñar a su hijo al enviarlo a una escuela de humanismo: sigue los ejemplos y no las palabras; en tus actos, sé consecuente con tus convicciones, confía en el hombre como protagonista de la historia; la vanguardia debe educar al mundo contra el egoísmo humano, que es el deshumanizador de la persona” .
Como señalaba al inicio, hay y habrá infinidad de manifestaciones, expresiones, literarias, poesía, música, pinturas, monumentos, películas y documentales sobre la vida y obra de este inmortal ser humano que no era fácil de interactuar con él; pero que poco a poco, por todas sus virtudes, mencionadas y no mencionadas, se ganaba la simpatía, admiración y respeto de sus interlocutores.
Así es, que a este Ernesto Guevara de Argentina, al Che de Cuba, al Tatu del Congo y al Ramón de Bolivia, al Bayardo Guerrillero hoy le reiteramos una vez más: “Aprendimos a quererte”, como certeramente lo expresó en su hermosa canción, ese notable músico, compositor y trovador cubano: Carlos Puebla.
En el 90 aniversario de tu nacimiento, con Fidel, Raúl y todo un pueblo que te quiere, te decimos ¡Hasta siempre Comandante¡