El Teatro Kolorín Kolorado
Opinión y Comentarios 7 mayo, 2018 Edición Cero
Iván Vera-Pinto Soto/ Cientista social, pedagogo, escritor y teatrista
Durante la década de los ochenta del siglo pasado nacieron en Iquique algunas agrupaciones independientes que focalizaron el trabajo escénico en el mundo de los pequeños. Estas iniciativas persiguieron dos finalidades funcionales: en primer lugar, ofrecer una cartelera de obras y espectáculos requeridos en ese segmento social y, en segundo lugar, concebir algunas formas de financiamiento para sustentar el trabajo autónomo. De esta forma, se fundaron tres promisorias instituciones: la Compañía Profesional de Teatro Infantil Kolorín Kolorado (1987), Teatro TEA (1985) y Mitty-Mitty (1989).
Sobre el comienzo de Kolorín Kolorado diremos este fue circunstancial, pues en octubre del año 1987, Luis Barraza, Trabajador Social de la desaparecida Minera La Cascada se acercó al Teatro Universitario Expresión para solicitar el apoyo en la realización de un espectáculo de animación para celebrar la Navidad en su empresa. La invitación entusiasmó al elenco, y en menos de dos meses se montó el primer espectáculo, el que incluía muñecos, personajes de fantasía, juegos de participación infantil, coreografías y canciones.
El debut se hizo en la antigua Casa del Deportista para un público aproximado de seiscientas personas. Lo cierto que todo estaba planeado para hacer una única función, sin embargo, otra empresa se motivó en contratar al conjunto. Con los ingresos económicos obtenidos se pudo financiar la producción artística y los servicios de los integrantes. De ahí para adelante, el conjunto se constituyó en una sociedad artística profesional, generando una fecunda producción de obras y entretenimientos destinados a los infantes.
El primer escenario oficial fue el desaparecido Supermercado Marmentini Letelier, ubicado en la Avenida Arturo Prat con Héroes de la Concepción. Allí el grupo acostumbraba a presentarse todos los días domingos, al mediodía, alcanzando una alta popularidad en las familias que iban muchas veces para ver, de manera exclusiva, sus entretenidas representaciones. Así pasaron cuatro años de trabajo, lo que permitió al colectivo contar con buenos vestuarios, grabaciones de música original, adquirir equipos de amplificación y conformar una red de clientes que solicitaban continuamente sus servicios.
Durante ese auspicioso período, importantes fueron las contribuciones musicales de los maestros Mario Berríos, Carlos Morales, Guillermo Lara y Franco Peirano, quienes compusieron canciones y bandas musicales para cada evento. Con el tiempo, las funciones se multiplicaron en diversos organismos públicos y privados. En 1995 la gerencia del Hotel Chucumata contrató a Kolorín Kolorado para que ofreciera representaciones todos los domingos en la hora de almuerzo, durante todo el año. Lo mismo ocurrió con Zona Franca de Iquique, institución que auspició al conjunto para efectuar un ciclo de funciones especiales para sus clientes.
Llegó a tal punto la notoriedad de la agrupación que en una Navidad se tuvo que formar hasta tres conjuntos; todos hacían la misma rutina, a veces de manera paralela, en diferentes puntos de la localidad. En otras oportunidades se contó con la asistencia de alumnas de Educación Parvularia de la UNAP que cuidaban y entretenían a los niños.
Este emprendimiento artístico rápidamente fue imitado por otros colectivos emergentes que instauraron sus propias plataformas para generar recursos económicos, especialmente en fechas claves: Día del Niño y Navidad, entre otras. En ese entonces, Kolorín Kolorado contaba con un elenco base de diez personas, además de otros animadores dedicados exclusivamente a las festividades cumpleañeras, las que se llevaban a cabo todas las semanas en casas particulares o en locales adecuados.
Algunos de sus integrantes más destacados – casi todos provenientes del Teatro Expresión – fueron: George Vargas, Balbina Morales, Fabiola Vera-Pinto, Marianela Salas, Juan Carlos Rocha, Bernardino Castillo, Erwin Kaempfer, Alejandra Bahamondes, Roberto Dufraix, Iciarc Dufraix, Carlos Vila, Rocío González, Karina Cortés, Rocío Muñoz, Pamela Hernández, Javier Orchad, Monserrat Orchad, Belén Bustamante, Camila Bolaños, Lorena Rondanelli, Luis Calderón, Muyfa Hanshing, Daymon Flores, María Isabel Villalobos y Antonio Sabat. Entre otros actores y actrices invitados, recordamos a: Jaime Torres, Andrés Seguel, Sonia Castillo y Luisa Jorquera.
De sus creaciones escénicas más exitosas, registramos: “La fiesta de Navidad” de Kolorín Kolorado (1987); “Rocamadur” de Eduardo Durand (1988); “El mago de Oz” de Lyman Frank Baum, adaptación de Miguel Ángel Miranda (1989); “Suspiro y el duende” de Guillermo Ward (1990);”Jugando al teatro” de Kolorín Kolorado (1990); “El Quijote de la Mancha” de Miguel de Cervantes, adaptación de Iván Vera-Pinto (1991); “La pandilla del arco iris” de Jorge Díaz (1992); “Ulises en el Titirimundo” de Jorge Díaz (1993); “Un sueño de Navidad” de Iván Vera-Pinto (1993); “Mágico día” del colectivo (1994); “El viaje fantástico” de Iván Vera-Pinto (1994); “La estrella de Belén” de Antonio Sabat (1995); “Juanito Chumbeque y las hadas” de Antonio Sabat (1996); “El fantasmita del barrio Bellavista” de Oscar Wilde, adaptación José Pineda (1997).
Además, “El día en que los ángeles se comieron a los pájaros de cu-cú” de Jorge Díaz (1998), “Aires Navideños” de Iván Vera-Pinto (1998), “Sueños Navideños” (1999) “Fantasías de Navidad” (2002); “Una aventura para soñar” (2003) y variadas intervenciones artísticas de participación total, en donde el niño espectador se convertía en actor y protagonista con todos sus sentidos.
Gran parte de estas actividades fueron realizadas en la Sala Veteranos del 79 y en otros espacios públicos, constituyéndose en una herramienta pedagógica valiosa para muchas Unidades Educativas que aprovecharon este quehacer ameno y didáctico que permitía conectar al niño con el mundo del arte, abriéndole las puertas de la sensibilidad estética, de la reflexión, de la capacidad de emocionarse, reírse y llorar, de comprender diferentes visiones y realidades de la vida y del mundo. Más aún cuando la compañía teatral trabajaba con la literatura, la música, la plástica, la danza, el canto y la expresión corporal. A través de esos elementos, sus realizaciones producían admiración, excitación y deseo de volver a participar en ellas.
En lo tocante, el sociólogo Bernardo Guerrero en un artículo de prensa comenta la obra “Los pájaros cucú: “ Con una sólida puesta en escena, vestuarios atractivos, bailes más que contagiosos, con temas de autorías de Mario Berríos y Carlos Morales, y sobre todo con un ritmo que hace que el tiempo – una hora diez aproximadamente – enloquezca por lo rápido a los mismísimos pájaros de cu-cú, tanto adultos como niños, nos vemos envueltos en una dinámica y emoción que sólo el buen teatro nos puede mostrar…La propuesta de estos actores es la estética; su apuesta la diversión, pero con profundidad; su vocación es la de señalar que hay jóvenes con intereses por lo sublime”
En otro orden de ideas, debemos afirmar que Kolorín Kolorado fue unos de los pocos teatros locales que se ocupó en desarrollar este formato, ya que los costos de una puesta en escena infantil siempre ha sido mayor que otras. Fue por ello que parte de los fondos que se reunían por concepto de entradas de sus presentaciones, era para financiar las propuestas que seguían, y para ayudar con un bono al equipo. Cabe agregar que en ese tiempo no existían aún los fondos concursables de cultura; por lo mismo, toda creación se levantaba por la gestión, pasión y la contribución efectiva de los propios artistas.
Después de dieciocho años de una labor productiva, el proyecto concluyó el 2004, básicamente por la falta de disponibilidad de tiempo de sus participantes, ya que muchos de ellos dejaron su condición de estudiante para entrar al mundo laboral en sus respectivas profesiones.
Al final del camino, está claro que para todos los miembros este proceso representó un severo desafío, «porque los niños son las personas más honestas, entonces en sus caras se nota si están aburridos o no, y a los menores, además no se les puede dar espacio para que se desconcentren por lo que el trabajo es más activo, siempre hay que estar en movimiento», comentaron en esa ocasión los artífices de esta memorable asociación.