El teatro de la Universidad del Norte (TIUN-TENOR)
Opinión y Comentarios 27 marzo, 2018 Edición Cero
Iván Vera-Pinto Soto/ Cientista social, pedagogo, escritor y teatrista
Por la época de los 80 existían dos grandes agrupaciones teatrales de carácter universitario que acaparaban la cartelera local: el TIUN-TENOR de la Universidad del Norte y el Teatro Universitario Expresión de la Sede Iquique de la Universidad de Chile (hoy Universidad Arturo Prat).
A través de estas líneas conozcamos al primer elenco. Exactamente el día 2 de septiembre de 1973 apareció una nota periodística que decía: “Abiertas las inscripciones para la carrera de teatro en la U del Norte”. Luego, explicaba: “La carrera de Instructor Teatral es un instrumento valiosísimo para la clase trabajadora, porque permite que ella misma se emancipe culturalmente, así lo declaró Guillermo Jorquera, profesor de teatro que impartirá clases en la nueva carrera que abre para los trabajadores la sede Iquique de la Universidad del Norte”. En algunas publicaciones, Jorquera nos ha detallado que el Curso comenzó con una ceremonia el día 10 de septiembre, no obstante al otro día las clases no pudieron realizarse, pues sobrevino el golpe de Estado.
Una vez normalizada medianamente las actividades públicas en la ciudad, el TIUN congrega a un conjunto de personas amantes del teatro, muchas de ellas pertenecientes a antiguas agrupaciones locales, tales como: Teatro de la UPECH y de la Agrupación Teatral Iquique, quienes auguraban la posibilidad de seguir haciendo teatro, bajo el alero de un ente universitario. Jorquera, su director, en Teatroencanto (2015) nos dice que el naciente “elenco no fue meramente universitario, más bien de aficionados formados por profesionales de otras área; trabajadores dueñas de casa, estudiantes, más identificable como Teatro No Profesional, más cercano a ANTACH (Asociación Nacional de Teatro Aficionado Chileno) que al Teatro Universitario formal.” Su mentor explica: “En el año 1973 la Sede Iquique de la Universidad del Norte, incluye –en el segundo semestre- una carrera denominada Instrucción Teatral, destinada fundamentalmente a profesores y trabajadores de otras áreas, sin tener como requisito un título profesional.
Esta opción de la Universidad fue el reflejo del momento político que vivía el país; gobernaba la Unidad Popular, teniendo como líder a Salvador Allende, como presidente de la República, quien había manifestado en su programa Arte para Todos, no olvidar a los trabajadores con y sin estudios universitarios y se crearon fórmulas para cumplir con este programa. La Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, creó esta Carrera, antes del triunfo de Salvador Allende, convirtiéndose en una herramienta de avanzada, por lo menos en el arte teatral. Evidentemente que cuando la Unidad Popular asumió el poder la carrera se vio fortalecida y creó buenas expectativas para los pocos trabajadores chilenos que llegaron a sumarse a este proyecto.
La Universidad del Norte, en Iquique era un Centro Universitario dependiente de la Casa Central -con asiento en Antofagasta-, y sus carreras eran aquellas que favorecían a los trabajadores, las clases se daban en horarios vespertinos en la antigua Escuela Industrial.
Las clases del segundo semestre se iniciaban el lunes 10 septiembre de 1973, y en ese lapso de tiempo, se construyó un diagnóstico del quehacer teatral local, se promovió la carrera, con el convencimiento de que la idea de Jorge era totalmente posible, pero por sobre todo necesaria. La carrera con sus alumnos matriculados nunca pudo darse, el golpe militar lo impidió, por lo que fue necesario cambiar de planes. Así fue como nació la idea, de parte de los nuevos directivos de la Universidad, de crear una Compañía de Teatro de la Sede, pensando en la tarea de extensión cultural intra y extramuros que deben cumplir las universidades en sus respectivos centros de estudios.
Por razones obvias, no fue posible darle, abiertamente, una orientación ideológica o política a la compañía de teatro creada, que fue bautizada como Teatro Iquique de la Universidad del Norte (TIUN), de tal manera que su característica primaria fue el teatro infantil, juvenil, y teatro clásico universal. Que es el camino que todo movimiento teatral debe seguir cuando el país vive una crisis institucional. Sin embargo se eligió como temática central el teatro chileno, con la premisa de conocer al hombre y su entorno. Poco a poco, a través del teatro popular el TIUN fue acercándose al teatro social, emulando de alguna manera, a la reacción y evolución del movimiento teatral en la capital y en otras provincias de Chile.
La etapa primaria de esta agrupación se caracteriza por su trabajo con el teatro infantil para luego entrar fundamentalmente en el teatro popular chileno. Con el cierre de la Sede Iquique de la Universidad del Norte (1982), la Compañía, bajo el patrocinio de la CORMUDESI, mutó su nombre a Teatro del Norte (TENOR), manteniendo su raíz, y las mismas características señaladas (Aún bajo el Gobierno Militar)”.
Su primer espacio escénico (1974-1980) fue la Casa de la Cultura de la Universidad del Norte, que albergaba al Museo Regional, ubicado en calle Baquedano 928. En la parte posterior funcionaba la sede universitaria con varias carreras. Ward (2005), detalla: “Las salas que el museo tenía de oficinas se ocupaban como camarines en la noche y el espacio de exposiciones como escenario. En un altillo de la escalera que daba al segundo piso se había insertado el cuarto de sonido e iluminación. El hall central donde se ubicaban vitrinas de exposiciones, los fines de semana se transformaba en la platea”
Jorquera nos cuenta: “Antes de iniciar mi ciclo de dirección con el Teatro Adulto, con los jóvenes logré poner en escena: “La Princesa Panchita” de Jaime Silva, y “Don Anacleto Avaro” de Isidora Aguirre. Posteriormente estrenamos “Recuerdos del 45”, de Jaime Bustamante e “Historia de un Hombre solo”, de Hugo Cáceres, todo esto antes que la Academia Juvenil del TIUN se sumara a los adultos para conformar un solo gran elenco, en el año 1976.” Del mismo modo, nos relata de su primer estreno oficial como TIUN con la obra Bocaccio perteneciente al repertorio del clásico universal, un cuento de ese autor denominado “Cornudo, Apaleado y Contento”, teatralizado por Alejandro Casona.
Debido al crecimiento que experimenta dicha Casa de Estudios se ven obligados a trasladarse a nuevas dependencias apostadas en la antigua estación del Ferrocarril Salitrero, en la calle Sotomayor con Vivar. En ese sitio, en un garaje, se levantó un pequeño galpón teatral, teniendo como techo una improvisada lona que lo protege del sol y la humedad. Pero el apoyo universitario dura poco, ya que el año 1982 la universidad cierra sus actividades en nuestra ciudad y el TIUN pasó a depender de la Corporación Municipal de Desarrollo Social, la cual mantiene en comodato el mismo espacio escénico. En esa ocasión el TIUN cambia su nombre a TENOR y pasa depender del Departamento de Cultura municipal. Para el año 1987 dicho organismo comunal debió dejar dichas instalaciones y el Teatro del Norte debió deambular de un lado para otro, por falta de una infraestructura escénica.
¿Cómo enfrenta el TENOR sus producciones en ese escenario político censurador y poco propicio para la creación? Su artífice confiesa: “Aun cuando la Universidad del Norte y la Corporación Municipal, han sido oficialistas. Este grupo siempre trató de mantener autonomía en la elección de sus obras, en permitir que cualquier persona ingresara al grupo, sin importar colores ni pelajes. Siempre las instituciones confiaron en la dirección. Con algunos tirones de orejas, pero pocos. La época más difícil fue la transición de la Universidad – Municipalidad – Corporación, que duró no más de un año. Luego se volvió a la forma habitual. Los altibajos se produjeron por los cambios de jefaturas (alcaldesas)”
Con el auspicio de la Universidad del Norte el trabajo se orientó a poner en valor el teatro chileno de denuncia, en se enfoque se montaron obras como: “El abanderado”, “Tres noches de un sábado”, “Te llamabas Rosicler”, “Pedro Juan y Diego”. Y en la etapa de la Corporación se representaron las obras sociales “Los Matarifes”, “¿Dónde estará la Jeannette?”, “Lautaro”, “Tres María y una Rosa” y “Las del otro lado del río”. Empero, “Tres María una Rosa” fue censurada por el alcalde de Tocopilla pues – de acuerdo a su opinión – la historia incitaba a la lucha de clases.
En todo caso, Jorquera revela: “Así empezó a caminar por los senderos del teatro social, crítico, costumbrista, urbano, pero siempre a través del mundo popular, reconocido por el grupo como teatro de verdad, porque las historias contadas giraban en torno a la gente de pueblo, gente común y corriente en la cual el público captado y por cautivar pudiera verse e identificarse fácilmente.” Aunque reconoce que muchas veces para mantener el patrocinio del gobierno de esa época tuvo el equipo que adaptar varias veces los argumentos dramatúrgicos. “Si revisamos el colectivo de los estrenos del año 1974 a 1976, estos fueron del teatro del sainete, teatro costumbrista, teatro poético, teatro histórico, teatro infantil, teatro juvenil y clásicos del teatro universal”, nos explica.
Podemos advertir que el Teatro TIUN-TENOR se inclinó por las obras de carácter nacional y popular, bajo la metodología de actuación y puesta del paradigma aristotélico. Jorquera, afirma: “La influencia de la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, estuvo siempre presente en su labor teatral, a pesar de que todos los que formaron esta agrupación sabían que eran una agrupación vocacional, no universitaria, ni su fin último el transformarse en frente de teatro profesional, la vocación fue la herramienta que siempre motorizó a esta compañía”.
El director recuerda “La Remolienda” de Sieveking como su ópera prima: “El impacto que causó este montaje en el público iquiqueño fue realmente notable. Todos la comentaban, los personajes se hicieron queribles e inolvidables, el elenco quedó como “embruja´o”, se sentían una familia constructora de una fantasía muy ajena al paisaje nortino, fue representada en todos los barrios de Iquique y salió en gira universitaria, es decir a las Sedes de la Universidad del Norte; Arica y Antofagasta.”
Años posteriores, el TENOR realizó numerosas giras a nivel nacional e internacional, destacando su participación en el Festival de los Temporales Teatrales de Puerto Montt y Blumenau, Brasil. En estos y otros escenarios sus interpretaciones alcanzaron notoriedad por sus contenidos sociales, sus raíces nacionales y por la pasión interpretativa de sus protagonistas que dieron vida a sencillas y profundas obras como “La Nona”, de Roberto Cossa, “Ardiente Paciencia”, de Antonio Skármeta, “Las del otro lado del río”, de Andrés Pérez, “Kuyaskay” de Iris di Caro y tantas otras que brillaron con luces propias.
En plena dictadura, también estrenó piezas para el mundo infantil. Su fundador anota: “pero las obras para niños que se hicieron aquí tenían un sello especial, alejadas de las clásicas puestas sólo de entretención, éstas eran jugadas por un elenco adulto para niños, con una historia inédita, con música, vestuario, maquillaje y escenografía que conformaba un todo…” Y agrega: “De toda la dramaturgia infantil estrenada por el TIUN-TENOR, la mayoría fue de un solo autor, Guillermo Ward, y el primer estreno Las Pildoritas Mágicas de la Bisabuela, fue realmente una obra mágica, que en su texto plantea vivir en un mundo ideal, donde todos se acepten, un mundo de paz, de amor, sin odios ni rencores, jugada en plena dictadura militar…”
Inequívocamente, podemos advertir que para las pocas agrupaciones teatrales existentes en ese período fue muy complejo mantener una cartelera regular y un elenco estable, por tres razones elementales: primero, por el ambiente de censura y “apagón cultural” que existía en el país; segundo, por la falta de espacios y recursos económicos para sostener sus “puestas en escenas” y, tercero, por la misma autocensura que se imponían los cultores para seleccionar y montar sus obras. Verdaderamente, la permanencia y el desarrollo de estos elencos se lograron en gran medida por el compromiso de sus integrantes, el respaldo del público y la pasión manifestada de sus líderes que no se ha aquilatado en su justa medida.
Lo cierto es que pese a todas las limitantes políticas, financieras y de infraestructura, el TENOR logró sobreponerse a todo con trabajo y talento. Del mismo modo, alcanzó a tener un público que lo siguió fielmente en todos los escenarios. También debemos afirmar que logró construir dignas y profesionales producciones artísticas, siendo escuela de muchos artistas que continuaron su senda en la ciudad y en otras latitudes. Incluso, más de alguno de ellos crearon sus propias compañías y senderos artísticos: Guillermo Ward fundó Viola Fénix, Sonia Castillo, creó el TEA, Luis Pippo Guzmán, se transformó en actor de televisión, al igual que Jaime Bonelli, lo hizo en la televisión colombiana.
Ahora, con la distancia del tiempo, le pregunto a Guillermo, ¿cuál crees que fue el mayor aporte del TIUN-TENOR? Me responde: “En una zona marcada por la existencia de los trabajadores del salitre, y donde nació el Teatro Obrero, con el liderazgo de don Luis Emilio Recabarren y Elías Lafertte, inicio de la historia del teatro social chileno, hubo una bullente actividad teatral tanto en Iquique como en las Oficinas Salitreras. Es un patrimonio intangible de esta región, que a medida que transcurrió el tiempo fue como quedando en el olvido. A pesar de que el sector magisterial siempre estuvo manteniendo este patrimonio, gracias a la tenacidad y genialidad de Jaime Torres Lemus y su esposa Cecilia Millar, quienes siempre mantuvieron prendida la llamita del teatro. Pero después del golpe militar, todos quedaron heridos de muerte o enfermos del alma, y sólo hubo respuestas de añoranzas teatrales, al responder sobre la historia del teatro iquiqueño.
El Teatro Iquique de la Universidad del Norte -TIUN-, vino a ayudar a unir ese eslabón que el 11 de septiembre cortó. Con todas las dificultades existentes se empezó a tejer un lazo de unión de esta riqueza patrimonial intangible que orgullosamente tenemos. Es cierto que también hubo otros grupos que se propusieron participar en esta reconstrucción, como el Teatro Expresión, de la Universidad de Chile, en ese entonces. Se ha dicho que el orgullo del tarapaqueño neto, es haber nacido en la cuna del teatro chileno, principalmente la del teatro obrero y del teatro de variedades, incluso eso lo dicen y lo repiten, aunque no son seguidores del teatro. La compañía TIUN-TENOR, tuvo como objetivo lograr mantener unido ese aspecto patrimonial, sin llevar a las tablas alguna producción de identidad regional, salvo la puesta en escena de una obra de Iris di Caro, “Kuyaskay”, y una obra pampina de Willy Zegarra, “Aló, aló número equivocado”.