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Leonel Reyes Fernández/Lic. en Ciencias Religiosas, Técnico en Prevención, Diplomado en Derechos del Niño. Hoy, feriado nacional e internacional, un acontecimiento que merece por... 1 de Mayo, feriado nacional e internacional: merece una reflexión

LEONEL REYES comLeonel Reyes Fernández/Lic. en Ciencias Religiosas, Técnico en Prevención, Diplomado en Derechos del Niño.

Hoy, feriado nacional e internacional, un acontecimiento que merece por respeto una breve reflexión.

En esta fecha muchos discursos hablarán sobre el tema. Pero poco se profundizará sobre el mismo. Recordar el martirio de los trabajadores de Chicago es noble, justo, necesario y reivindicativo para las nuevas generaciones. Pero las matanzas, las masacres se siguen sucediendo a causa de defender derechos económicos violentados. El derecho económico al trabajo es uno más entre otros derechos humanos de la misma importancia. Pero el trabajo en sí mismo es mucho más que un derecho positivo.

Desde que el homo sapiens sapiens -nuestro antepasado común- utilizo su cerebro para desarrollarse, el ser humano comenzó a trabajar y no ha dejado de serlo… y así, hemos pasado cientos, miles y millones de años trabajando para ser lo que hoy somos. El trabajo constante nos ha configurado en lo que somos en la actualidad.

Sin embargo, en estas fechas modernas -o posmodernas para otros- el trabajo sólo se reduce a una sola dimensión: a una relación económica contractual…que simpleza, que pobreza del concepto trabajo y de su relación con el hombre. Hasta en eso, el capitalismo se adueñó de nuestro patrimonio humano, social y cultural.

El trabajo no es solo una actividad económica remunerada -manual e intelectual como nos han hecho pensar-sino también es personal, doméstica, social, político, cultural… el trabajo no solo se debe limitar a una relación contractual remunerada entre un empleado y un empleador, entre una empresa y un trabajador. Que por sí misma debe ser digna, justa y equitativa. Pero, es mucho más que eso. Un «cesante» nunca deja de ser un trabajador. Una madre que cuida a sus hijos u otro pariente en casa nunca deja de trabajar.

Se trabaja -sin remuneración- en casa, en la familia, en la vecindad, en el grupo artístico, en el grupo de amigos, en las organizaciones sociales, en la parroquia, en el club deportivo, en la lucha movilizada por nuestros derechos…incluso, trabajamos en nuestros días de soledad íntima y personal cuando pensamos en nosotros mismo y planteamos o replanteamos nuestras metas. Nunca dejamos de pensar, nunca dejamos de reflexionar, nunca dejamos de hacer algo. La inmovilidad no forma parte de la naturaleza humana. Trabajamos siempre, manual e intelectualmente.

Por ello, el trabajo no solo se refiere a mejorar y cumplir con las condiciones objetivas de una determinada empresa o institución (salario, beneficios sociales, infraestructura y otras), también se refiere a fortalecer las necesidades subjetivas más profundas (dignidad, autoestima, satisfacción, reconocimiento y otras); a promover las necesidades sociales más básicas (participación, organización, bien común, cambio social y otras) y a trascender las necesidades espirituales más existenciales (crecimiento interior, comunión divina, transformación personal, evolución y otras). Somos de naturaleza bio-psico-socio-espiritual.

Encontrar el sentido de lo maravilloso y trascendente que es el trabajar en la perspectiva que acabo de señalar, es el desafío. Invito a volver a las fuentes primigenias y antropológicas para restituir el valor del trabajo y de nuestra sorprendente naturaleza humana.

No les saludo en este día…más bien, les agradezco por compartir -cada día, cada semana, cada mes, cada año- con su vida personal trabajada con sacrificio, esmero y persistencia en el siglo que nos toca vivir.

Fraternalmente,
Leonel Reyes


 

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