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El Mostrador/ Por  Ximena Pérez.- Se ponen de acuerdo por las redes sociales y eligen un lugar. Si el año pasado fueron Pichilemu y... Universitarios ABC1 se tomaron Curanipe en Fiestas Patrias: La nueva forma de carretear

curanipeEl Mostrador/ Por  Ximena Pérez.- Se ponen de acuerdo por las redes sociales y eligen un lugar. Si el año pasado fueron Pichilemu y Tongoy, éste fue el turno de Curanipe. Más de 500 jóvenes llegaron a celebrar las Fiestas Patrias al pueblo costero de no más de dos mil habitantes de la Región Maule. Sin adultos, provistos de carne y alcohol, en cabañas y casas arrendadas desde julio, festejaron a su manera. Una que tuvo ribetes similares al spring break norteamericano. Y con consecuencias trágicas: las muertes del lugareño Hernán Canales, atropellado por Martín Larraín, hijo del presidente de RN, y del estudiante Benjamín Valdivieso, también arrollado la madrugada del 18, casi a la misma hora y a pocos kilómetros de distancia. Esa noche no había refuerzos de Carabineros.

El 17 de septiembre el pequeño pueblo de Curanipe, en la Región del Maule, estaba a plena capacidad. Ni siquiera en verano los lugareños habían visto tanta gente. Pero no eran familias, sino universitarios que comenzaron a llegar desde el fin de semana anterior en sus autos desde Santiago.

Así como el año pasado Tongoy y Pichilemu fueron los lugares de moda para el carrete juvenil dieciochero ABC1, en estas fiestas le tocó a Curanipe. No está claro quiénes lo escogen, pero la voz se corre por las redes sociales y de pronto una playa que, a lo mejor, muchos no ubican ni de nombre, se transforma en el epicentro de las festividades patrias.

La tónica es la independencia, sin padres, donde ojalá no sea necesario manejar para poder beber tranquilos y que no implique gran desembolso de dinero. Para ahorrar, la comida y el trago se llevan desde Santiago. De un tiempo a esta parte, el feriado del 18 ha ido tomando tintes del “spring break” norteamericano, la semana de vacaciones de primavera, en marzo o abril, en la que los universitarios estadounidenses viajan a un lugar determinado y abundan el alcohol y el sexo. En Chile el fenómeno no es masivo; está acotado a un grupo de universitarios de nivel socioeconómico alto que persigue tomar alcohol sin las restricciones de los adultos.

Entre julio y agosto se coparon las reservas de cabañas y hostales en Curanipe y las casas del pueblo se vaciaron de moradores para dar albergue a los visitantes. Anticipándose a la masiva llegada de afuerinos la municipalidad de Pelluhue, comuna a la que pertenece Curanipe, y la Gobernación de Cauquenes, se organizaron.

Las fondas que todos los años se hacían simultáneamente en varios lugares de la zona se concentraron en Curanipe para que Carabineros pudiese cumplir su labor. Y en lugar de los tres locales de 2012 esta vez hubo seis ramadas en el centro de Curanipe.

Más de 500 jóvenes inundaron el pueblo que no cuenta con más de dos mil habitantes. “Había muchos autos y de muy buenas marcas”, dice el alcalde de Pelluhue, Nelson Leal. “Se notaba que era gente demasiado educada, muy respetuosa para pedir las cosas, todos esperaban ordenados su turno para comprar. Muy organizados, traían coolers con su carne y cerveza”, agrega Terminia Leal, dueña de Los Tatas, el minimercado más grande del pueblo.

Cuenta que vendió mucha mercadería, yogures, pan, manqueques, queso, jamón, pero muy poco alcohol. “El año pasado compré 300 cajas de cerveza y desaparecieron; este año vendí 20 cajas como mucho”. Alejandra, estudiante de Ingeniería Comercial de la U. de Chile, que pasó las fiestas junto a un grupo de amigas en Curanipe, dice que les avisaron que no había muchos lugares donde comprar y que el año pasado se agotó el stock de alcohol. “Todos llevamos nuestros copete de Santiago. Lo que más compramos era terremoto en las fondas”.

Durante el día el pueblo estaba vacío. A las dos de la tarde comenzaban a levantarse los visitantes, a las tres se encendían las parillas de las cabañas y las casas arrendadas y se abrían las botellas de pisco, vino, vodka y latas de cerveza. A medianoche la vida puertas adentro se reemplazaba por una caminata de 15 a 20 minutos para llegar a las fondas.

En Curanipe los autos quedaban estacionados. “Era súper tonto andar en auto, porque las calles son estrechas y había mucha gente caminando por todos lados”, explica Alejandra que sólo una vez consiguió un taxi, al que llamó con tres horas de anticipación. Únicamente vio otros dos taxis circulando durante los cinco días de fiestas.

Los peatones no circulaban solos. Una gran cantidad de automóviles se desplazó desde el vecino balneario de Pelluhue a las fondas. “Cuando terminaban se producía el despelote, porque uno iba caminando y pasaban los autos muy, muy rápido que iban de vuelta a Pelluhue y te podían pasar a llevar. La gente venía borracha de las fondas”, relata la estudiante de la U. de Chile.

LOS REFUERZOS POLICIALES QUE NO LLEGARON

La mezcla de peatones, conductores y alcohol fue fatídica: la madrugada del 18, casi a la misma hora —las 6 AM— y separados por unos pocos kilómetros de distancia, murieron dos personas atropelladas.

Benjamín Valdivieso Manubens, de 21 años, alumno de tercer año de Ingeniería Civil de la U. Adolfo Ibáñez, caminaba con su polola, Josefina Bezanilla, por la calle principal de Curanipe. A 50 metros del retén de Carabineros lo embistió por detrás un Mazda 323 conducido por un menor de 17 años en estado de ebriedad según el alcotest que arrojó 1,77 gramos de alcohol en la sangre. El joven, según explica el fiscal de Cauquenes, Juan Pablo Pereira, a cargo de la investigación, tomó una curva a alta velocidad y junto con atropellar a Valdivieso colisionó con otros dos vehículos estacionados, a raíz de lo cual no pudo seguir conduciendo.

Oriundo de Pelluhue, el joven que viajaba solo se rehusó a someterse a la alchoholemia y fue formalizado por manejo en estado de ebriedad con resultado de muerte, por lo que arriesga una pena de 541 días a tres años. Por ser adolescente se le rebaja un grado; sino la pena sería de tres años y un día a cinco años. Quedó con firma semanal y la licencia suspendida.

Valdivieso murió instantáneamente, su polola que salió ilesa sufrió un shock y no pudo permanecer a su lado. El cuerpo del joven permaneció tendido y cubierto en la vereda durante más de seis horas. El fiscal que no concurrió a lugar, ya que al ocurrir frente al retén dio orden de iniciar los procedimientos atribuye la demora a que el Servicio Médico Legal de Cauquenes, no contaba con un vehículo y debió solicitarlo al Servicio de Parral, distante a 80 kilómetros. Además, la SIAT de Carabineros llegó desde Talca, a dos horas y media de Curanipe.

La noticia impactó. Muchos de los visitantes eran amigos del joven fallecido, lo que hizo que se corriera la voz de cuidarse al caminar por el peligro de ser atropellado.

La otra víctima, Hernán Canales, de 39 años, era un conocido en la zona. Trabajaba en Santiago y pasaba las fiestas en la casa de su madre en Quinta Chile, a dos kilómetros al sur de Curanipe. Allá se dirigía a pie, cuando un jeep Toyota amarillo conducido por Martín José Larraín Hurtado, hijo del senador y presidente de RN, Carlos Larraín, lo chocó mientras caminaba por la berma y huyó. El 19 de septiembre, a las 17 horas, gracias a la alerta de un primo de Canales,  Carabineros lo detuvo a la salida de Cauquenes. El fiscal Pereira afirma que junto con advertir que tenía la revisión técnica vencida, se le preguntó por el origen de los daños del jeep. “En esa dinámica no puede justificarse, finalmente dice que participó en un atropello y en la Cuarta Comisaría de Cauquenes presta declaración voluntaria”. Pasó la noche detenido y al día siguiente fue formalizado por cuasidelito de homicidio y fuga, cuya pena va desde los 61 días a tres años, dado que tiene irreprochable conducta anterior. Quedó con arraigo nacional, su licencia retenida e imposibilitado de comunicarse con los amigos que lo acompañaban al momento del accidente, Sofía Gaete Ramírez y Sebastián Edwards Grez, quienes prestaron declaraciones falsas.

Esa noche dos autos cayeron al estero El Parrón, al lado del camping de Curanipe, sin mayores daños.

De las 40 víctimas de accidentes en estas Fiestas Patrias, 16 fueron peatones y dos murieron en este pequeño balneario.

El alcalde de Pelluhue explica que junto con la Gobernación de Cauquenes se programaron refuerzos de Carabineros, PDI y hasta Bomberos, pero la dotación extraordinaria llegó el día 18 a las 10 de la mañana. A partir de entonces hubo controles vehiculares en las calles, en la carretera que cruza Curanipe y al interior de las fondas. Pero la noche del 17 sólo contaban con la dotación local.

“Ahí estuvo la falla. No habría pasado lo que pasó”, se lamenta. Por su parte, el gobernador de Cauquenes, Arturo Lavín, no respondió el correo electrónico ni las dos llamadas telefónicas hechas por El Mostrador.

“Después de que atropellaron a este niño (dice por Benjamín Valdivieso) se veía Carabineros en las fondas, en los alrededores, en las calles. Estaba lleno”, sostiene Alejandra, la estudiante de Comercial de la Chile.

“Pensamos que con tanta gente iba a haber destrozos, iban a romper las bancas de la plaza, los autos, a hacer puras tonteras y no hubo nada de eso. Sólo basura, mucha basura. Me impresionó el comportamiento. Ojalá siga viniendo este tipo de público”, dice Terminia Leal, la propietaria de Los Tatas que no dio abasto con su sobrina y su hijo y contrató a seis personas para atender su local.

Quién sabe si Curanipe se repetirá el plato, porque en esta nueva moda de carrete dieciochero cualquier lugar puede encender las redes sociales. Lo que es triste, es que Curanipe quedó asociado a dos muertes evitables de peatones que querían disfrutar las fiestas. Uno, porque quiso estar en el lugar de moda; el otro, porque aprovechó de visitar a su familia.

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