Edición Cero

Haroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación. Luego de oír y ver los debates (así se los llamó oficialmente) en que participaron los candidatos... ¿Qué hay tras los «debates»?

foto-haroldo  cometarioHaroldo Quinteros Bugueño/ Profesor universitario. Doctor en Educación.

Luego de oír y ver los debates (así se los llamó oficialmente) en que participaron los candidatos de las coaliciones políticas mayores del país – 4 de Nueva Mayoría (ex – Concertación), y 2 de la Alianza por Chile – para disputar en elecciones primarias la opción presidencial de sus respectivos conglomerados, la impresión nacional es unánime. No fueron realmente debates, sino rápidas exposiciones de lineamientos programáticos, que más que otra cosa sonaron a marketing político.

Desde el punto de vista orgánico, cada coalición quiso mostrarse, al fin de cuentas, unida frente al adversario mayor, porque el candidato único que elija cada una necesitará hasta el último voto de quienes votaron por su contrincante del partido o partidos aliados. A tal punto ha sido evidente que a la ciudadanía lepareció estos debates definitivamente carentes de confrontación de ideas, que los candidatos se aprestan para ofrecer pronto una seguidilla de nuevos encuentros.

Dicho gráficamente,  ellos serán la repetición de un match de box que, en primera instancia, no fue sino un “tongo.”  No obstante, hay algo interesante en toda esta comedia.  Los dos debates, con toda la opacidad que los caracterizó, reflejaron, por lo menos, el pie en que se encuentran las coaliciones. La Alianza, por ejemplo, y como todo el mundo sabe, tiene un viejo historial de violencia interna. Recordemos el bochornoso incidente que protagonizara Evelyn Matthei con el actual Presidente del país, hace ya dos décadas.

Fue una especie de guerra a muerte, en que Matthei, en secreta e ilegal colusión con el difunto empresario Ricardo Claro, se propuso la eliminación política de Piñera, entonces la figura más relevante de Renovación Nacional, partido al cual ella también pertenecía. Descubierta la participación de Matthei en el caso, que ella públicamente había negado, renunció de inmediato a RN, para evitar una humillante expulsión. La serie de desencuentros de años entre RN y UDI culminaron con el fin de la candidatura presidencial de Laurence Golborne, patrocinada por la UDI. Golborne era la mejor carta presidencial de la derecha, que, incluso, evitaría las primarias. La UDI, hasta hoy, y el propio Golborne, han acusado a RN y a su candidato Allamand de haber participado en el destape de las andanzas financieras de Golborne, lo que puso fin a su carrera presidencial.

Pues bien, ante la inminencia de las elecciones presidenciales que se avecinan, esta vez había que dar muestras de unidad, aun a riesgo que no hubiera un real debate entre Longueira y Allamand, como así sucedió. Veamos el caso de la Concertación. Cambió de nombre, como sabemos. Ahora se llama “Nueva Mayoría,” a raíz del simple hecho que dos partidos, el Partido Comunista y el Movimiento Amplio Social han resuelto apoyar a Michelle Bachelet, tanto en las elecciones primarias como en la elección final. Este “debate” fue, en todo caso, más entretenido que el de la derecha. Por lo menos, uno de los candidatos, el radical José Antonio Gómez, se diferenció de sus contendores, al señalar sin tapujos que el propugnaría el fin de la actual Constitución Política, y su reemplazo por una nueva, producto de una Asamblea Constituyente. Los demás candidatos, sólo ofrecieron reformas a la Carta actual, más fuertes que las que ofrece la Alianza, pero reformas al fin; es decir, no sólo no pretenden eliminarla, sino ni siquiera tocar seriamente sus dos pilares básicos: la subsidiaridad neo-liberal de Estado en materia económica, y su inmutabilidad.

También llama la atención que el generalísimo de Velasco, el candidato más conservador de la coalición, sea un demócrata – cristiano, lo que, obviamente, acercará a sus aguas al ala más derechista de la DC, lo que, sin duda alguna, resta posibilidades a su candidato oficial Orrego. En definitiva y en general, Nueva Mayoría apareció en el debate como lo que es, una coalición política definitivamente reformista e institucional del sistema económico vigente; vale decir, gatopardismo puro, con las AFP, las Isapres, y el sistema binominal de elecciones con una que otra reforma. Finalmente, no deja de sorprender que el PC y el MAS, que durante décadas no hicieron más que justificar su existencia a través del tajante rechazo no sólo a la derecha sino también a la Concertación, hoy sean en la práctica partes constitutivas de ella. La única explicación posible no tiene nada de heroica.

Para Nueva Mayoría, sin el PC y la izquierda en general, que bordean el 5% del escaso electorado que está votando, no está asegurada su vuelta al gobierno, y, además, el acercamiento del PC al gobierno de Bachelet podría, eventualmente, bajar la temperatura a los molestos movimientos sociales. Por su parte, el PC, partido que se ve más institucional que nunca, podrá aspirar por ahora a más de 3 diputaciones; y el caudillo Navarro, el jefe del MAS,  ya tiene asegurada su re-elección a senador, el único propósito político que lo obsede. Los principios… bien gracias.

Los comentarios están cerrados.