El crimen de José Tohá: se pone fin a la impunidad y es el principio de la búsqueda de justicia
Destacado 25 noviembre, 2012 Edición Cero
Cambio 21/ Por Pilar González.- Recién este 20 de noviembre de 2012 pudo ser sepultado, teniendo certeza de que fue asesinado por agentes de dictadura de Pinochet y que no se había suicidado como informaron en la época los mismos medios de comunicación que aún subsisten hoy, tal como se aprecia en una publicación que ilustra esta crónica..
Han pasado casi 40 años de la muerte de José Tohá, quien fuera ministro del Interior y vicepresidente de la República durante el gobierno del presidente Salvador Allende. Se le recuerda además como un hombre respetado por su caballerosidad, honestidad de principios y lealtad por casi la totalidad de los políticos y círculos sociales en los que se desempeño.
Recién este 20 de noviembre de 2012 pudo ser sepultado, teniendo certeza de que fue asesinado por la dictadura de Augusto Pinochet y que no se había suicidado como informaron en la época, los mismos medios de comunicación que aún subsisten hasta el día de hoy, tal como se aprecia en una publicación de esos años, que ilustra esta crónica.
Moy de Tohá, viuda del ex ministro, comentó que «por 38 años estuvimos buscando permanente esta verdad y hoy día lo que siento es una tremenda paz interior, una paz conmigo misma, una paz con José y una paz con el país».
Acompañada por los hijos Carolina (alcaldesa electa de Santiago) y José, agregó que siente «que lo que pasó con José, lo que nos demostró José, es que a pesar del tiempo transcurrido se podía llegar a una verdad».
José, en tanto, dijo: «Yo sé que para muchos el recuerdo de sus muertos se ha transformado en una lucha dura, larga y llena de sufrimiento; pero a ellos les puedo decir que ese dolor se aminora con la verdad, que el sufrimiento se disipa con la justicia».
Con este episodio se puede comenzar a pensar en el fin de la impunidad de este caso y el principio de la búsqueda de aplicar justicia a quienes fueron responsables, tanto en forma directa como indirecta. La familia del dirigente de la Unidad Popular anunció que no descansarán hasta saber quienes fueron sus asesinos.
Una triste y desgarradora historia
El 11 de septiembre de 1973, Tohá llegó a La Moneda confiando en la amistad que lo unía con Pinochet y otros generales, por lo cual trató de mediar entre los militares y convencer al presidente Allende que depusiera las armas, petición rehusada por considerar que era humillar la dignidad de su cargo y optó por morir en La Moneda.
En la tarde de ese día, Tohá fue detenido junto a otras autoridades del gobierno derrocado y llevado a la Escuela Militar. El día 15 de ese mismo mes fue trasladado, junto a muchos otros, a la inhóspita isla Dawson en Magallanes, frente a la ciudad de Punta Arenas. En ese lugar fue sometido a trabajos forzados y tratamiento vejatorio por los uniformados a cargo del recinto lo que afectó su salud ya debilitada por la pesadumbre ocasionada por la muerte del presidente Allende y de su gran amigo y colega (ambos eran periodistas) Augusto Olivares.
Producto de los malos tratos, sufrió una gran baja de peso y depresión reactiva que obligó a sus carceleros a trasladarlo primero al Hospital Naval de Punta Arenas y luego al Hospital Militar de Santiago en enero de 1974. A pesar de su deteriorada condición de salud, era llevado en las noches a la Academia de Guerra Aérea para interrogarlo, ya que según el Servicio de Inteligencia, se le consideraba una fuente de información para acusar a otros funcionarios del régimen depuesto. Por cierto, nunca se llegó a formularle cargos ni a instruirle un juicio.
Como si fuera poco, dentro del Hospital Militar fue sometido a diversos apremios, por lo cual su hermano médico, Isidoro, angustiado por la deplorable situación de José, pretendió apelar al hospital, algo que fue rechazado e ignorado por las autoridades de la época.
El estado de salud de Tohá fue empeorando rápidamente. Disminuyó su peso a 49 kilos, siendo su estatura 1.92 metros por lo cual apenas lograba moverse en su cama. También se supo que escasos días antes de su muerte había caído al suelo al intentar levantarse y debieron recogerlo por su incapacidad para reincorporarse. Todo lo anterior sirvió para comprobar que le resultaba imposible bajarse de la cama y menos desplazarse a otro lugar de la habitación.
Finalmente, el 15 de marzo de 1974, la dictadura informó del suicidio de José Tohá. La poca creíble versión oficial fue que se había ahorcado con su propio cinturón apoyado en una cañería que pasaba por dentro del closet de su habitación del Hospital Militar.
Las fotografías perdidas
Aquel día, el médico perito criminalista de la Brigada de Homicidios de Servicio de Investigaciones, Alfonso Chelén Araya, fue llamado para investigar el presunto suicidio. Encontró el cuerpo sin vida de José Tohá dentro del closet de la habitación, con un cinturón atado al cuello, sin tocar el suelo, con las piernas y los pies flectados, apoyándose en el piso.
A Chelén le extrañó que la cañería no se elevaba más allá de 1.55 metros y que el nudo con que el cinturón estaba ceñido era tan débil, que se desató con un leve tirón, por lo que no hubiese podido soportar el peso de un cuerpo, por liviano que este fuese. Además le llamó la atención que el surco presente en el cuello era parejo y no incompleto, como se presenta habitualmente en las personas que se ahorcan. Además un quiste sebáceo cervical estaba roto lo que resultaba inexplicable.
Por ello, sacó varias fotografías, especialmente del cuello, e hizo hacer un riguroso dibujo al planimetrista para fijar el lugar y los detalles posturales del cuerpo. Además constató extremo enflaquecimiento y quemaduras de cigarrillos en los brazos. Como era su norma, Chelén esperó las fotografías para redactar el correspondiente informe, pero se le comunicó que se habían perdido, conjuntamente con el gráfico planimétrico.
A los 15 días, le llegó una hoja con un informe ya totalmente redactado en la que se consignaba «conclusión suicidio» y al pie su nombre para que estampara su firma. Al estar plenamente convencido que no se trataba de un suicidio, se negó a firmar. El rechazo le significó que, a los dos meses, fuera despedido de Investigaciones «por falta de confianza por su labor profesional». El principal contradictor de este médico fue el funcionario de la Brigada de Homicidios, Juan Saldías Valdés, alias «Harry el sucio», un conocido integrante de la DINA.
Todo lo demás seguía siendo extraño y sospechoso. Desde el recinto hospitalario llamaron al forense del Instituto Médico Legal, Alfredo Vargas Baeza, la misma tarde del fallecimiento de Tohá, para hacer la autopsia. Esto también era irregular pues hubiese correspondido trasladar el cuerpo al Servicio Médico Legal. Pese a ello, Vargas no contradijo al tesis oficial ya que el miedo a perder el trabajo era algo real.
Con la finalidad de guardar las apariencias, el Hospital Militar hizo realizar una investigación sumaria a cargo del auditor Rolando Melo Silva de la Segunda Fiscalía del Ejército, la cual se extraviaría. Años después, Melo diría no recordar casi nada de lo que hizo entonces por «lagunas mentales», pero si evoca que sobreseyó la causa de acuerdo con el Comandante en Jefe, Augusto Pinochet. Si la versión era cierta, debió haberse configurado una negligencia médica por no haberse tomado las mínimas precauciones ante un atentado contra la propia vida, suceso frecuente en una depresión grave, algo que por supuesto no ocurrió.
Más de treinta años después, la Corte de Apelaciones de Santiago ordenó, el día 15 de noviembre del 2010, exhumar su cadáver y proseguir las investigaciones acerca de la verdadera causa de su muerte. Esta pericia se realizó en el Cementerio General. Además, el 24 de noviembre de 2010, se realizó una reconstitución de la escena del crimen en el Hospital Militar.
Fue así como el 12 de octubre del 2012 se entrega el resultado de un tercer peritaje ordenado a la Universidad de Concepción por el Ministro en Visita Jorge Zepeda, el que arrojó que el otrora secretario de Estado no se suicidó, sino que fue asesinado por estrangulamiento o que sufrió «ahorcamiento homicida».
Así se informó en la prensa de la época
De acuerdo a la prensa de la época, José Tohá fue hallado muerto por un centinela que lo vigilaba, a eso de las 12:55 horas, cerca del almuerzo, colgado de su propio cinturón al interior del closet de su habitación.
Mientras que la portada de La Tercera sólo consignó en un pequeño recuadro el hecho. Al interior se explaya sobre la versión que entregó la Dirección de Informaciones de la dictadura sobre su deceso, bajo el título «Se Suicidó José Tohá».
«El señor Tohá se encontraba internado en tratamiento en el Hospital Militar, afectado de una fuerte depresión nerviosa con trastornos psicosomáticos, la que lo impulsó a poner fin a su vida colgándose del cuello en el closet de su habitación», reseña sobre su muerte el comunicado oficial.
Mientras que según El Mercurio del sábado 16 de marzo, el general Gustavo Leigh explicaba que su estado era «sumamente grave», debido a la delgadez que presentaba, causada por una afección «de aparente origen canceroso que lo había hecho perder mucho peso» y por lo que estaba bajo un régimen de «sobrealimentación».
En tanto, el diario Las Ultimas Noticias reseñó que el ministro secretario general de Gobierno, general Pedro Ewing, dijo que le parecía «lamentable» la decisión de Tohá, cuando estaba internado en un mismo recinto que Rolando Calderón y Jaime Faivovich, todos recibiendo atención médica «cuidadosa».
Patricio Bustos: todos los crímenes de la dictadura son tratados de la misma forma
En conversación con Cambio21, el director del Servicio Médico Legal Patricio Bustos señaló que «el Servicio Médico Legal es solicitado frecuentemente para realizar tres tipos de análisis: la identificación de las personas, la determinación de la causa de muerte y la modalidad de muerte. La causa de muerte puede ser una herida de proyectil y la modalidad de muerte puede ser accidental, suicidio o por responsabilidad de terceros lo que se llama homicidio».
«En el caso de José Tohá no se nos solicitó una verificación de identidad porque ya estaba confirmada pero si ver la causa de muerte y en lo posible la modalidad de muerte. Para ello el ministro solicitó esto a nuestro servicio y cuando tuvo el resultado pidió otro tipo de opinión a la Universidad de Concepción, cuestión que está absolutamente dentro de las reglas del juego y validado incluso por nuestro servicio. Habitualmente nosotros trabajamos con peritos extranjeros en casos de violaciones de derechos humanos y en la espera de esa información el ministro nos pidió que tuviéramos los restos de José Tohá hasta que se formara convicción de la modalidad de muerte que fue por intervención de terceros. Después de eso, autorizó la entrega de su cuerpo a la familia».
Bustos señala además que «en todo este tiempo, desde la exhumación el 10 de diciembre de hace dos años, se trabajó con equipos del Servicio Médico Legal, médicos, antropólogos y otros para avanzar en los informes que se debían entregar al ministro Zepeda».
Hace más de un año que la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos, puso 726 querellas y luego aumentaron a cerca de 1.300. En todos esos casos, no solo en el de Salvador Allende, José Tohá o Alberto Bachelet, el Servicio tiene que hacer la entrega a los ministros a cargo de las causas de los protocolos de autopsia que existían en ese tiempo. Los ministros los revisan y si lo encuentran necesario, realizar otras gestiones. Pueden solicitar análisis del mismo protocolo de autopsia o la exhumación de las personas víctimas de la dictadura para su verificación de identidad.
Patricio Bustos comentó además que los crímenes de la dictadura tienen que ver con la historia y con la acción de encubrimiento que se llamó «operación retiro de televisores». Entonces lo importante es que al obtener esta información y estos informes, es que se tiene la verdad científica y se abre paso a que se investigue y esclarezca el crimen, llegando así a la verdad jurídica.
Osvaldo Andrade: «Falta justicia en el caso de José Tohá»
Por su parte, el diputado y timonel del PS, Osvaldo Andrade, afirmó que «falta la justicia aún en el caso de José Tohá, él sin lugar a dudas ha hecho un largo trayecto para poder descansar en su tumba y lo hemos acompañado porque constituye un imperativo ético y político acompañarlo, sobre todo cuando se ha sabido esta dramática verdad que se negó durante tanto tiempo».
«José Tohá es la expresión más nítida del socialismo chileno, un hombre de diálogo, de conversación, un hombre de sólidas condiciones democráticas, un hombre que tenía en su corazón la principios del socialismo, democracia, justicia social y valoración por los que menos tienen, eso fue su vida . En consecuencia, no se hace sino que todos reconozcan en él un hombre ejemplar, un colaborador de Allende, un genuino socialista», señaló el actual presidente del Partido Socialista.