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El Mostrador / Por Marcela Jiménez.- El presidenciable UDI salió con la pintura rayada de su incursión haciendo campaña para la Alianza y en... Cambia la correlación de fuerzas para la presidencial en el oficialismo

El Mostrador / Por Marcela Jiménez.- El presidenciable UDI salió con la pintura rayada de su incursión haciendo campaña para la Alianza y en Palacio se quedaron sin argumentos para explicar la debacle de su primer test electoral. En contraposición, el ministro de Defensa sale fortalecido en su agenda de más contenidos y menos sonrisas, apostando a llenar con porte de estadista el vacío de liderazgos con el que amaneció la derecha hoy.

Ni en sus peores pesadillas en La Moneda imaginaron un escenario electoral como el vivido anoche. La pérdida de alcaldías emblemáticas, la brecha no menor que a su favor obtuvieron juntos la Concertación y el PC conformaron la dura paliza que recibió el oficialismo en las urnas. Perdió el Presidente Sebastián Piñera, perdió la derecha y perdió la mejor carta que la Alianza tenía con miras a la contienda del 2013, el ministro de Obras Públicas, Laurence Golborne. En medio de la debacle, el único que ganó y puede sacar cuentas alegres es el ministro de Defensa, Andrés Allamand.

Estos comicios municipales fueron el primer test electoral que enfrentó la administración Piñera y claramente no lograron superar la prueba. Un hecho que nadie pudo ocultar en Palacio y que la escasa convocatoria que tuvo el coctel presidencial dejó en evidencia: “El ambiente se cortaba con cuchillos adentro”, comentó un asistente.

Una hora después que habían cerrado las mesas en todo el país y la derrota de Cristian Labbé en Providencia ya era un hecho, aún había expectativas de descorchar una que otra botella de champagne. Pero cuando a la lista se sumaron las alcaldías de Santiago, Concepción, Providencia, Recoleta, Conchalí, La Reina, Huechuraba, Independencia y Cerrillos, el clima cambió radicalmente.

Toda la campaña municipal estuvo marcada por el papel protagónico que jugó Golborne apoyando candidatos oficialistas, haciendo gala de su condición de presidenciable y de favorito de La Moneda. Todo ese despliegue desencadenó la última semana la polémica del “balcón”, cuando el ministro de OO.PP. dejó abierta la opción de no ir a La Moneda a la invitación de Piñera y celebrar con su amigo Pablo Zalaquett lo que se creía, su triunfo seguro en Santiago.

De todo esto, Golborne tuvo que hacerse cargo una vez que llegó a La Moneda, después de estar toda la tarde con Zalaquett en su casa: “Yo no me arrepiento para nada de haber apoyado a los candidatos de la Coalición por el Cambio, me siento netamente coalicionista y quiero agradecerle a cada uno de ellos, hayan ganado o hayan perdido, el apoyo y el respaldo que están brindando a las ideas en las cuales yo creo”, dijo.

Pasadas las 21 horas y aún en el gobierno no se sabía si hablaría el Presidente o solamente el vocero de Gobierno, Andrés Chadwick. En medio del desconcierto y el desánimo, los asesores evaluaban escenarios y los resultados dejaban poco que mostrar para clavar alguna bandera de triunfo.

“La gran lección de esto es que no hay carreras ganadas”, reconocían en Palacio y varios coincidían además que el pronóstico para la Alianza no deja de ser inquietante, porque fue su electorado el que no llegó a las urnas.

Tal como lo hizo en toda la campaña, Allamand llegó en silencio y así se mantuvo hasta después que habló Piñera cerca de las 22 horas. El ministro de Defensa, con una impronta clara de estadista, habló sin pudor de un resultado “adverso” y que “esta no ha sido una buena elección para la centroderecha y el Gobierno”.

Fue quien recalcó que “el proyecto de la centroderecha está vigente”, a pesar que la distancia que el pacto de la Concertación  y el PC sacó a la Alianza no es menor: 49,49 % a nivel de concejales versus el 33 % del oficialismo. Una brecha que Allamand dijo en más de una ocasión que es remontable de aquí a noviembre del 2013.

Se dio un gusto. Sin jamás mencionar a Golborne, el ministro de Defensa lanzó una frase que tuvo mucho de recado y mensaje: “La humildad es siempre importante y cuando uno no lo es, se pagan las consecuencias”. Se retiró de La Moneda rápidamente, mientras un pequeño grupo de asesores del gobierno lo  ovacionaron a gritos —algo que no había pasado antes con Allamand— mientras en Palacio se dejaba traslucir cierta molestia por las palabras del ministro, que no estaban contempladas, menos a pocos minutos que hablara Piñera.

ESTRATEGIA FRACASADA

Durante las semanas previas, en La Moneda se reconocía que Providencia y Santiago eran escenarios que se habían puesto complejos, pero que se ganaba sí o sí. De los dos, la derrota de Carolina Tohá era la más esperada, porque ella permitiría al gobierno tratar de mermar el liderazgo de Michelle Bachelet.

La idea siempre fue hablar de la derrota de la “ex ministra de Bachelet”, pero los resultados dijeron otra cosa. Labbé no era del agrado de todo el gobierno, es cierto, pero Zalaquett fue una derrota que si dolió en la derecha y mucho, tal como lo reconoció públicamente el timonel de la UDI, Patricio Melero: “Nos duele la derrota en Providencia y nos duele especialmente la de Zalaquett”.

Con pocas cartas que jugar para neutralizar a Bachelet, desde La Moneda algunos ya desempolvaban algunas frases de la ex Mandataria cuando impulsó y se jugó en su gobierno por el proyecto de inscripción automática y voto voluntario.

Claramente el objetivo es tratar de responsabilizarla de este escenario, como lo dejó expresó una autoridad de Palacio ayer al afirmar que “esta reforma es de ella”, como respuesta ante el hecho que la alta abstención ciudadana era el convidado de piedra de los comicios municipales.

El 14 de noviembre se vence el plazo para que salgan del gabinete los ministros y subsecretarios que quieren postular al Congreso. La paliza electoral de ayer, deja pocas alternativas a La Moneda para mantener a Golborne y Allamand en el nuevo escenario de vacío de poder con en el que amaneció el sector hoy.

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