Todavía (Para Galvarino Jorquera Morales, fallecido el 12 de Marzo de 2012)
Opinión y Comentarios 16 marzo, 2012 Edición Cero
Guillermo Jorquera Morales, ex director de Teatro
Este lunes 12 de marzo de 2012, el destacado director teatral, Guillermo Jorquera, sufrió la pérdida de su hermano Galvarino. Ya, hace 5 años, escribió un artículo inspirado en él, el cual reproducimos en esta ocasión.
Todavía es la esperanza infinita, es el prolongar hasta otro momento con ansiedad o cariño el “aún no”, es el deseo por conseguir un bien o alejar un mal.
Uno de estos “todavía” me ha estado rondando en estos últimos días. Es el rondar de sentimientos, de afectos y sensaciones contenidas que quiero compartir.
Evidentemente este todavía tiene que ver con una entrañable persona que convivió junto a mí los primeros años de nuestra niñez.
Todavía me acuerdo de su presencia de niño, de su personalidad atrayente, de su sempiterna amistad gratuita, de su aplicación escolar, de su inteligencia nata, de su atractivo para las niñas de la escuela, del barrio, del pueblo.
Todavía llevo conmigo la culpa de la envidia, porque siempre quise ser como él o más que él, a veces hacía hasta trampas para superarlo. Muchas de las cosas que hice en mi niñez, era por tratar de hacer lo mismo que él hacía. Es posible que si no hubiera existido ese afán de quitarle protagonismo nunca las hubiera hecho.
Todavía me acuerdo cuando debió abandonar la escuela porque una enfermedad lo dejó por largo tiempo en casa, al materno cuidado de la sabia Mercedita, tal vez ese fue el momento que él me permitió enfrentar la vida solo, sin una meta que alcanzar, sin un camino trazado por él, quedé a la deriva pero con un modelo formado, que aseguró mis pasos futuros.
Todavía guardo gratos recuerdos de esos tiempos, lo veía a veces, cuando subía desde el Puerto al Pueblo; tenía un gran ascendiente por sobre todos los de su entorno, amigos, niños, jóvenes, adultos, profesores, Aunque creo que no estaba matriculado, él siempre iba a la escuela, era una especie de mentor (Hermano Garrón) del alumnado de la escuelita Pozoalmontina.
Todavía no sé por qué las niñas más buenas mozas se enamoraban de él, algunas decían que era por su carácter, otras por su bonhomía, algunas mencionaban sus largas pestañas y sus ojos adormilados, nunca lo supe, pero siempre él tuvo una atracción callada, sin bulla, sin soberbia, sólo se dejaba querer.
Todavía no preciso en que momento la envidia se transformó en respeto, en admiración, en reconocimiento.
Todavía me enorgullece el que haya elegido el camino que señalan las “carabinas cruzadas”, profesión heredada de “Barranquilla”, porque sus estudios para ser hombre de “Orden y Patria”, los ennobleció con sus propios valores, con sus propios principios y con sus características innatas de hombre bueno que pocas personas poseen.
Todavía no sé cómo conquistó a su mujer, cómo decidió cambiar el “dejarse querer” por “el querer” y formar su familia, ser padre de hijos e hijas que heredarán su ser y que tendrán como tarea el prolongar su bienhacer, destino dorado de los sueños de un hombre.
Todavía me duele la noticia que ha estado mal de salud, me golpeó la novedad, los pormenores de su trastabillón, estuve en el hospital visitándole, lo vi recuperándose lentamente, siempre con la fortaleza de su carácter simple, pero de gran riqueza interior.
Todavía no menciono que estos recuerdos pertenecen a mi hermano inmediatamente mayor, que todavía no sé por qué le llamaron Galvarino, cuando siempre ha tenido sus dos manos para entregarlas generosas, a pesar de restricciones y decepciones, a todos a quienes las necesiten para enfrentar mayores o menores causas.
Galvarino , todavía la vida te debe brotes de tu siembra, todavía tu sonrisa es un canto a la vida, todavía hay estaciones que visitar, y gracias a Dios y a la “Chinita del Tamarugal”, todavía hay vida para compartirla con la generosidad que tú todavía tienes.
Iquique 17 de Septiembre de 2007