Discurso por los 46 años del Teatro Universitario Expresión
Opinión y Comentarios 10 septiembre, 2025 Edición Cero 0
Iván Vera-Pinto Soto, Dramaturgo, escritos y director del Teatro Universitario Expresión.-
Colegas universitarios y artistas; amigas y amigos del Teatro Expresión:
Hoy nos reúne una fecha muy especial. El 9 de septiembre de 1979, en Iquique, en la entonces sede de la Universidad de Chile —hoy Universidad Arturo Prat—, nació una semilla que parecía pequeña, pero que con los años se convirtió en un árbol frondoso y generoso: el Teatro Universitario Expresión. Hoy, 46 años después, celebramos ese árbol que sigue creciendo, con raíces profundas en nuestra tierra y ramas que se extienden hacia el futuro.
Celebrar estos años no es solo mirar atrás y contar el tiempo. Es respirar la historia viva de quienes soñaron y actuaron, es agradecer a quienes aportaron sus manos, su talento y su corazón, y renovar la certeza de que el teatro sigue siendo necesario: nos refleja, nos enseña a escucharnos y nos invita a soñar con un mundo más humano.
El origen y la memoria
Este teatro nació en tiempos difíciles, cuando soñar estaba prohibido y la palabra libre se sentía amenazada. Pero hubo quienes se atrevieron a desafiar el silencio, a levantar la voz en medio de la oscuridad, y encontraron en el escenario un espacio de verdad. Allí, donde muchos callaban, el Expresión habló. Allí, donde la censura oprimía, se encendió la libertad interior de quienes creyeron que el arte es un acto de resistencia.
Desde entonces, nuestras tablas han contado historias de nuestra tierra, de nuestra gente, de las injusticias y también de la esperanza. Historias que nos hicieron reír, llorar, reflexionar y sentir que el teatro es espejo y memoria, un espacio donde la identidad del norte grande se reconoce y se celebra.
Quien hojee Historias del Teatro de la Universidad Arturo Prat encontrará un mosaico de recuerdos: viajes a pueblos apartados, ensayos de madrugada, escenarios improvisados y la convicción de que el arte no es un lujo, sino un derecho que nos define como sociedad. Esa memoria nos ha traído hasta aquí.
Las personas que hicieron posible este sueño
Si algo ha sostenido al Expresión, más allá de las instituciones, son las personas.
Para mí, este teatro nunca fue solo un trabajo ni una tarea académica. Desde el principio lo asumí como una misión de vida, una manera de luchar, de crear y de abrir caminos hacia un mundo más justo y humano. En el escenario encontré un espacio para dar voz a lo silenciado, para denunciar lo que duele, y sobre todo, para dibujar sueños colectivos que nos invitan a imaginar una existencia más digna y esperanzadora.
Cada montaje, cada ensayo, cada función fue mucho más que un acto artístico: fue un gesto de identidad, un acto de fe y una entrega total a la comunidad. Por eso afirmo que mi vida se ha entrelazado con el teatro, la docencia y la investigación, porque en ellos descubrí mi razón de ser: luchar, crear y compartir la certeza de que siempre es posible construir una vida mejor.
No sería justo si no destacara a quienes me han acompañado en este largo periplo. Entre ellos, quiero reconocer especialmente a Jeannette Baeza Rivero, cuyo talento abrió en 2007 un área de diseño teatral que dio al Expresión un sello estético único. Su trabajo no se limita a vestir a los actores: construye atmósferas, da vida a los espacios y hace que cada montaje se sienta completo, envolviendo al público en una experiencia donde los colores, las texturas y los detalles cuentan tanto como la palabra y el gesto.
Y están, por supuesto, los actores y actrices de todas las generaciones: desde los primeros que se atrevieron en tiempos difíciles hasta los jóvenes que hoy mantienen viva la llama. Junto a ellos, técnicos, músicos, iluminadores, estudiantes, académicos y colaboradores que, muchas veces en silencio, hicieron posible cada montaje.
Quiero recordar con cariño a quienes ya partieron, pero siguen presentes en nuestra memoria: Guillermo Zegarra, Antonio Sabat, Brunilda Correa, Liliana Valdivia, Gloria Sampson y George Vargas. Sus huellas iluminan nuestro camino y su espíritu late en cada aplauso, en cada función y en cada sueño compartido.
Agradezco también a la generación de los últimos veinte años —Patricia Torres, Andro Gárate, Waldo Aguilar, Tito Alarcón, Maritza Macaya, Angélica García, Francisco Monsalve, Yolanda Pérez, Michael Quiroga y Carolina Pérez— que ha sostenido y renovado este proyecto con creatividad y entrega, asegurando que la llama del Expresión siga viva.
Finalmente, mi gratitud a la Universidad Arturo Prat, hogar y sostén de este proyecto durante casi medio siglo. Su respaldo nos dio arraigo, legitimidad y la fuerza para persistir, demostrando que arte y educación transforman vidas cuando caminan juntos.
El Expresión es más que un elenco: es una familia que se amplía con cada espectador que alguna vez se emocionó con una obra. Porque el teatro no termina en el escenario: se completa en los ojos y el corazón de quien lo recibe.
El presente, los desafíos y la vida cotidiana del arte
Cumplir 46 años no es un punto de llegada: es un renacer. Cada función, cada rostro nuevo en el escenario o en la platea, trae aire fresco y nos recuerda que el teatro se reinventa constantemente.
Sabemos que este camino nunca ha sido fácil. El arte en Chile, y especialmente en regiones, ha vivido entre la escasez de recursos y la precariedad. Hemos aprendido a crear con lo mínimo, a sostener proyectos con ingenio y convicción, y aun así, aquí estamos, demostrando que la pasión supera cualquier carencia.
Pero esa precariedad no puede normalizarse. El país necesita reconocer el valor del arte y garantizar condiciones dignas a quienes lo hacen posible. El teatro no vive del aire: requiere recursos, formación, respeto y compromiso.
También requiere algo más profundo: liderazgo, trabajo en equipo, disciplina, perseverancia, un soporte ideológico sólido y condiciones humanas y materiales. Esa combinación, junto al vínculo con la universidad, ha sido vital para que el Expresión siga respirando y creando.
En lo cotidiano, mientras la sociedad corre a un ritmo marcado por la prisa y la tecnología, el teatro nos recuerda lo esencial: detenernos, mirarnos a los ojos y compartir emociones. Eso es lo que da sentido a este oficio.
Palabras finales
Queridas amigas y amigos:
Mientras celebramos todo lo construido, quiero compartir algo muy personal: el año 2026 marcará mi última jornada en esta Casa de Estudios. Emprenderé nuevos caminos profesionales, con la tranquilidad de saber que dejo un proyecto sólido, con un equipo talentoso y una comunidad que continuará haciendo del Teatro Universitario Expresión un espacio de creación, memoria y esperanza.
Que cada uno de nosotros lleve el espíritu del Expresión en la vida cotidiana, que sigamos reconociendo en el teatro un lugar de encuentro y un faro de humanidad. Y que podamos decir, con orgullo y emoción, que aquí, en el norte de Chile, en esta universidad pública, el teatro sigue latiendo, sigue expresándose y sigue iluminando nuestro sendero.
¡Feliz aniversario, Teatro Universitario Expresión!
Que vengan muchos años más de creación, de memoria y de vida compartida en escena.
Hasta siempre, amigas y amigos.
https://www.facebook.com/edicioncer0/posts/1353349503457736?ref=embed_post

Deja una respuesta