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Mackarena Calderón A. Licenciada en Comunicación Social , Master en Marketing Digital – Presidenta del Colegio de Periodistas de Iquique. Vivimos en la era... Fake news en Chile: Cómo enfrentar la epidemia de la desinformación

Mackarena Calderón A. Licenciada en Comunicación Social , Master en Marketing Digital – Presidenta del Colegio de Periodistas de Iquique.

Vivimos en la era de la sobreinformación, pero eso no significa que estemos mejor informados. En Chile, la propagación de fake news se ha convertido en un fenómeno cotidiano que contamina el debate público, polariza a la ciudadanía y mina la confianza en los medios. Desde teorías conspirativas sobre el estallido social hasta desinformación masiva en procesos electorales, la desinformación ha calado profundo, y no solo en Santiago.

Un estudio de la Universidad del Desarrollo reveló que el 68 % de las noticias falsas en Chile se origina en redes sociales como X (ex Twitter) y Facebook, muchas veces desde cuentas anónimas que apelan a emociones como el miedo o la rabia para generar impacto y viralización. Como lo señala la experta internacional Claire Wardle, cofundadora de First Draft, “cuanto más fuerte es la emoción, más probable es que la información se comparta sin filtro”. En tiempos de incertidumbre, el pánico viaja más rápido que los hechos.

Iquique y las regiones: terreno fértil y vulnerable

La desinformación no distingue territorios, pero en regiones como Tarapacá, donde algunos de los medios locales enfrentan precariedad de profesionales de las comunicaciones, y baja concentración de recursos, las fake news tienen una circulación especialmente dañina. En Iquique, por ejemplo, es común que cadenas de WhatsApp difundan alarmas sobre seguridad ciudadana o migración que luego resultan ser falsas o tergiversadas, generando temor innecesario.

Frente a este escenario, el periodismo de calidad se vuelve urgente. Iniciativas como FastCheck CL, Contexto Factual, y el proyecto Chile Verifica han profesionalizado la verificación de datos, pero su alcance aún es limitado fuera de las grandes ciudades.

Pero no todo es negativo. Esta crisis también ha impulsado una transformación positiva. Hoy las audiencias son más activas: investigan, contrastan y denuncian. Espacios académicos como los conversatorios de la UCEN han recordado que cada click deja huella, y que compartir información con responsabilidad es un acto de participación democrática. El periodismo ciudadano se ha consolidado como una fuerza social capaz de enfrentar la mentira con datos.

El desafío es cultural

Las fake news no son solo una amenaza tecnológica: son un reflejo de nuestras falencias como sociedad. En Chile, necesitamos con urgencia educación mediática desde la infancia, más colaboración entre medios y ciudadanos, y un compromiso ético real de las plataformas tecnológicas. No basta con contar la verdad: hay que enseñarla, explicarla y defenderla.

En tiempos de infoxicación, ser periodista es más necesario que nunca. Pero también lo es ser un lector crítico. Es momento de dejar de ser víctimas pasivas de la desinformación, y convertirnos en actores activos de un ecosistema comunicacional más sano, justo y democrático. La verdad no siempre es viral, pero sigue siendo nuestro deber más urgente.

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