Inauguran en Cancosa servicios higiénicos para el Jacha Qhathu Sillajhuay Mallku Hito 41: Infraestructura propia para una feria con historia y futuro
Crónicas 6 mayo, 2025 Edición Cero 0


Madai Huaita Lázaro. Productora de quinoa, interesada en valorizar el producto andino.
Cancosa.- En una emotiva ceremonia realizada a los pies del Sillajhuay Mallku[1], la comisión de construcción y el Comité Cívico de Cancosa inauguraron oficialmente los nuevos servicios higiénicos que prestarán apoyo a los feriantes y visitantes de el Jacha Qhathu Sillajhuay Mallku Hito 41, feria transfronteriza que se celebra cada quince días en la frontera entre Chile y Bolivia.
Recorrido por el Jacha Qhathu y conversaciones con feriantes
Recorrer el Jacha Qhathu es sumergirse en un paisaje vibrante de colores, aromas y voces andinas que se entrecruzan a los pies del cerro tutelar. Cada quince días, decenas de carpas, mesas y puestos improvisados transforman este rincón fronterizo en un verdadero punto de encuentro entre comunidades aymaras de Chile y Bolivia. Allí se ofrecen productos que van desde granos ancestrales como la quinoa y la cañahua, frutas del valle, artículos textiles, calzado, herramientas, juguetes, alimentos preparados, hasta modernos televisores y lavadoras. Entre saludos en aymara, risas compartidas y transacciones, se teje también una memoria viva: la de quienes sostienen esta feria como espacio de trabajo, intercambio cultural y afirmación territorial. A continuación, algunos de sus protagonistas toman la palabra.
Valorizar el producto andino
Madai Huatia Lázaro, productora de quinoa oriunda de Llica, capital de la provincia de Daniel del Campos, departamento de Potosí, participa en el Jacha Qhathu desde su primera edición junto a otros vecinos de su localidad y del pueblo de Bellavista. Destaca que su presencia en la feria no obedece únicamente a fines comerciales, sino a la necesidad de promover los productos andinos que elaboran, otorgándoles valor agregado y difusión. “Queremos que las personas tengan el privilegio de consumir estos granos andinos que producimos y elaboramos”, afirma.
Ingeniera en sistemas de formación, Madai subraya que la feria representa una oportunidad para emprender colectivamente en un territorio donde la presencia estatal, de ambos países, es limitada. Desde su perspectiva, este espacio de encuentro no solo permite generar ingresos, sino también frenar la migración hacia las capitales y fortalecer la soberanía territorial. Aunque las ganancias varían según el flujo de personas, lo importante, señala, es que la feria permite “rescatar lo necesario para el día a día” y consolidar un proyecto familiar que impulse el desarrollo local desde la producción comunitaria y la alimentación saludable.
Un beneficiario, comerciante de colchones con larga trayectoria, relata que su historia feriante comienza en la feria de Colchane —donde, según afirma, “ya murió la feria”—, y hoy continúa en el Jacha Qhathu de Cancosa. Para él, este espacio representa una posibilidad concreta de subsistencia: “Hay comercio, hay para poder salvar la semana o la quincena”, comenta. Aunque las utilidades varían, señala que en un buen día puede generar lo suficiente para sostener su economía familiar entre feria y feria. Su relato evidencia la resiliencia de quienes, a pesar del cierre de otras ferias, han encontrado en el Jacha Qhathu un nuevo punto de arraigo económico y territorial.
Emeteria, artesana proveniente de Oruro, participa en el Jacha Qhathu desde hace más de un año, trayendo tejidos hechos a mano con lana de llama y alpaca. Sus productos, cuidadosamente elaborados, incluyen gorros, guantes, chales y otras prendas tradicionales que conectan saberes ancestrales con las necesidades actuales. Aunque reconoce que las ventas pueden ser irregulares, valora el esfuerzo colectivo por sostener la feria y las expectativas que ha generado entre las comunidades: “A veces se gana, a veces no, pero igual hay que venir, la gente ya nos espera”, comenta.
Con una trayectoria de trabajo en ferias y mercados populares, Emeteria encuentra en este espacio no solo una fuente de ingreso, sino también una oportunidad para compartir su cultura y oficio en un territorio que reconoce más allá de las divisiones políticas. Su presencia, como la de tantos otros, contribuye a reactivar la vida en esta frontera andina que nunca ha dejado de estar en movimiento.

Venta de una gran variedad de artículos electrodomésticos.
Como es usual, también se vende una gran variedad de artículos electrodomésticos que contrastan con el paisaje andino en medio del desierto.

Vehículos que vienen desde Bolivia, para la compra y venta de productos.
Según conversaciones con los organizadores de la feria, desde Bolivia, llegan alrededor de seis a diez buses de pasajeros visitantes, más alrededor de cinco camiones cargados con mercadería que se comercializa en la feria.

Se aprecia la gran cantidad de vehículos del lado chileno, que asisten a la feria.
Por el lado chileno llegan alrededor de cuatro Sprinter de pasajeros, ocho camiones y 70 vehículos menores. Sumando estos datos el flujo promedio es aproximadamente 450 personas que cada quincena aportan a que el pueblo de Cancosa cobre vida y mejore la calidad de vida de sus habitantes.
La inauguración de los servicios higiénicos.

El momento de la inauguración.
A las 14 horas, casi al terminar la feria, tuvo lugar la ceremonia de inauguración de los servicios higiénicos. Reunió a cerca de 50 personas, entre comuneros, dirigentes y representantes de organizaciones vecinales.
Aunque no asistieron autoridades de gobierno de la capital regional, sí estuvo presente un concejal de la Municipalidad de Pica perteneciente a la localidad de Cancosa, lo que refuerza la idea de que esta es una obra nacida desde el esfuerzo colectivo local. Como lo señaló el Concejal, “nuestra feria ya está consolidada. Esta obra es un paso más en ese camino”

El padre Ronald, sacerdote de la comunidad fue el encargado en esta ocasión de bendecir los servicios higiénicos.
La ceremonia contó con rogativas de ancianos mayores del pueblo, quienes, mediante una Pahua, agradecieron a la Pachamama y al Tata Inti por sus regalos de la naturaleza. Además, pidieron porque el Jacha Qhathu se siga consolidando y que siga dando vida al pueblo de Cancosa.
Luego se realizaron discursos dirigenciales, una bendición del sacerdote de la comunidad, para luego realizar un corte de cinta. Dando por inaugurados los servicios higiénicos.
Tal como muestra la placa de cobre, los baños fueron construidos con aportes de los propios feriantes, comuneros y fondos autogestionados por el Comité Cívico.
Representan un hito en la consolidación de esta feria como espacio de soberanía indígena y de articulación regional, dando cuenta de la capacidad de los comuneros de movilizar cambios en el espacio de su propio territorio.
Los discursos hechos tras la rogativa a iniciaron con los adultos mayores. Entre ellos se valoró el esfuerzo hecho por la comisión de construcción, constituida por don Hugo Challapa y don Marcelino Challapa: “Ellos son los que en la asamblea propusieron realizar esta construcción y también agradecer a los comuneros que han apoyado en ese mismo momento de poner los recursos y materiales, eso es lo bonito y así tenemos que salir adelante” Expresó don Francisco Challapa, adulto mayor de la localidad ante la mirada atenta y respetuosa de los presentes.
La infraestructura contempla, además de las unidades higiénicas, una pequeña oficina administrativa que será utilizada para coordinar los puestos de venta y servicios asociados. Tal como lo señalaron los organizadores, este tipo de avances responde a una visión de largo plazo: “Antes no había nada, estaba la pura feria. Hoy Cancosa tiene una estructura que regula, que empuja la feria”, expresó una dirigenta durante el acto.
El Jacha Qhathu, nombre en aymara que significa “Gran Lugar de Comercio”, ha sido reconocida por sus participantes como un espacio de encuentro, integración y comercio que recupera prácticas ancestrales que los comuneros asocian a los antiguos Tambos, lugares de acopió y redistribución que tenia el Aymara en tiempos ancestrales. Al mismo tiempo, responde a necesidades contemporáneas de generación de ingresos, circulación de productos y promoción cultural. En este sentido, la construcción de estos baños no es solo una mejora funcional: es también una afirmación del derecho a habitar, comerciar y desarrollarse en este territorio fronterizo históricamente marginado.
Esta iniciativa se inserta en una historia larga de cooperación transfronteriza. Tal como lo demuestran las antiguas caravanas de la amistad de 1958 o las propuestas regionalistas de mediados del siglo XX, la comunidad de Cancosa ha buscado continuamente articular sus demandas a través de prácticas de integración con sus pares de Bolivia. Hoy, ese espíritu se materializa en una feria que no solo mueve productos y personas, sino también esperanzas y horizontes de desarrollo con miras a consolidar una ruta turística que conecte ambas localidades, destaque atractivos como los salares de Uyuni y Huasco, además de y reaperturar el hito 41, demanda de gran importancia para los comuneros.
Sin embargo, los desafíos persisten. La comunidad insiste en la necesidad de que el Estado chileno reconozca formalmente el paso fronterizo del Hito 41, habilitado hasta 1989 y hoy operando de facto sin el respaldo institucional necesario. Desde Cancosa, la feria no es solo una actividad económica: se inserta dentro de una histórica tradición de reivindicación regional-local, una reafirmación cultural y un ejercicio legítimo de soberanía indígena.
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Texto de autoría de Diego Riquelme, Antropólogo Social y estudiante de Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad de Tarapacá, sede Iquique. Fotografías de Carlos Carpio, fotógrafo de la comunidad de Cancosa.
[1] En vocablo aymara Mallku refiere a los cerros como deidades protectoras, mientras que Sillajhuay es el nombre de éste.
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