Tiempos de paros y broncas
Opinión y Comentarios 5 abril, 2025 Edición Cero 0

Claudio Vila Bustillos, excandidato a concejal.-
Estas últimas semanas han sido, dirían algunos, virtuosa respecto de las movilizaciones sociales convocadas a nivel país, marcha de la bronca llamada por el Movimiento No + Afp, el paro de la CUT y el sector público, paro de trabajadores de Junji, entre otros, sin olvidar la lucha poco visible de los trabajadores del gigante starbucks en su negociación colectiva… pero, ¿han sido virtuosa realmente?, algunos dirán que, pensarlo incluso, es ser traidor con el movimiento obrero preguntarse esto, sin embargo si analizamos fríamente el nivel de, conocimiento primero, adhesión y movilización reales qué obtuvieron, veremos finalmente que son bajos en relación al número de trabajadores que debiesen sentirse representados por estas movilizaciones.
No es algo nuevo lo que planteamos, sino más bien curioso, al menos, que dado el estado del arte respecto de la adhesión, casi nula, que tienen las movilizaciones sociales y sindicales en estos tiempos, se insista por parte de las dirigencias con ellas, sin desconocer que en determinado nivel de lucha son una herramienta plenamente válida, sin embargo se insiste en ello, quizás apostando al tibio, cómodo y casi nula adhesión real del sector público, dado que es el sector de trabajadores que pueden adherir, parar, sin recibir sanción por ello, porque del sector privado poco a nada se podría esperar en una convocatoria como esta.
Al igual que en el sector estudiantil universitario, con los matices respectivos, recurrir de una vez a la herramienta del paro, no es más que caer en el voluntarismo, del “hacer por hacer” y “el deber moral hacerlo”, o del “si no lo hacemos nosotros quien más lo hace”, acciones que en palabras del gran Vladimir Ilich Lenin rosarían suavemente lo que el definió como “infantilismos de izquierda”.
Los procesos sociales, de lucha social y sindical son eso, procesos que comienzan con una concientización de las bases llamadas a levantar las banderas de lucha de sus sectores, para con el devenir de este proceso se transformen en luchas políticas e incluso ideológicas, las cuales deben ir en aumento según las condiciones subjetivas existentes, esto es, nivel de adhesión, preparación y capacidad de aguante, entre muchas otras, y las cuales definirán el tipo de lucha que se despliega y su nivel de profundidad.
Recordemos los años 70 cuando los trabajadores en el proceso de ascenso y profundización de las condiciones subjetivas y objetivas de la lucha llegaban incluso a la toma de los centros de trabajo, o, no muy lejos atrás en la historia reciente, el sector público mantenía este tipo de medidas cuando el estado no respondía o no reaccionaba a formas de lucha menos intensas, Gendarmería, Sename, entre otros.
Sin embargo hoy las dirigencias sindicales, y políticas en buena medida también, apuestan a acciones “modernas” de socialización de las demandas dando un uso casi exclusivo a las redes sociales como herramienta de concientización de los trabajadores y el pueblo en general, apostando a la difusión rápida y masiva de ellas. Sin embargo olvidan que el elemento principal es el nexo, el contacto real, con las bases sociales a través del cual se desarrolla la construcción de un proceso social sindical de cambio que de sustento al movimiento social, lo que los marxistas leninistas denominamos como “trabajo de masas”.
Volviendo al otoño de este 2025, podemos decir en buen chileno, que la marcha de la bronca y el paro de la CUT y Anef, lamentablemente, y reitero lamentablemente, pasaron sin pena y sin gloria, solo queda reafirmado que el uso de las marchas, para casi todo, hoy por hoy lejos de ser un instrumento efectivo de lucha, más si es después de la jornada de trabajo a un fin de semana, son un mero canto de sirenas que en nada conmueve siquiera al poder político, y para que decir de vastos sectores del pueblo trabajador que, para gota que rebalsa el vaso, no se siente ni pueblo ni trabajador.
Sin pretender hacer un análisis de las causas sociales, culturales y económicas que hoy tiene a buena parte de quienes debiesen sentirse pueblo trabajador, en esta posición de conformidad con lo que el modelo les entrega, es más interesante y necesario analizar por que los movimientos sociales políticos no han logrado encontrar la forma de construir una mayor consciencia social, al menos, en el pueblo que decimos representar.
¿Será que finalmente el neoliberalismo también se infiltro en las venas y pensamientos de quienes pregonamos estar en contra de él y afirmamos luchar por su superación?
¿Será que nos resulta cómodo mantener las banderas en alto como señal de resistencia desde lo simbólico y conmemorativo, mientras esperamos que las coaliciones gobernantes de turno miren hacia acá y accedan a darnos algo que sea, por que la lucha y el pueblo están difíciles?
¿Será que no hemos asumido la derrota económica y cultural que el neoliberalismo nos ha dado, y sucumbimos a la autocomplacencia del deber moral de mantener las banderas en alto?
Estas y muchas otras interrogantes son las que debiéramos estar tratando de responder, así como buscar el camino para revertir el estado del arte de los movimientos sociales y comenzar un proceso, uno nuevo, de revolución cultural que valla creando consciencia social, que ojalá llegase a el auto-reconocimiento de clase que tienen los trabajadores, y construya las bases de la superación del neoliberalismo, para que cuando vallamos a paro sea, real y efectivamente, desde los mismos centros de trabajo y territorios que se despliegue esta valiosísima forma de lucha.
Nota al margen, aunque no tanto, fue más potente y remecedor la condena de destitución a la senadora Allende que el paro del 03 de abril.
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