Edición Cero

Carlos Graña Sarmiento, periodista.- Gabriela Mistral (1889-1957) permaneció en México dos años los que bastaron para que la poeta, dejara una huella imborrable en... Gabriela Mistral en México

Carlos Graña Sarmiento, periodista.-

Gabriela Mistral (1889-1957) permaneció en México dos años los que bastaron para que la poeta, dejara una huella imborrable en México, y México en Gabriela Mistral. Partió desde Valparaíso, Chile, el 22 junio de 1922 ,y arribó ,el 21 de julio de 1922 , al puerto de Veracruz, México, en el barco “Orcama”.El buque rodeo el Continente por el Cabo de Hornos. La maestra fue invitada por el presidente de México Álvaro Obregón(1920-1924) por petición del Ministro de la Secretaria de Educación Pública José Vasconcelos.

Entre 1922 y 1924, Mistral, de 33 años, se unió a la cruzada educativa de José Vasconcelos, en esta tierra donde se enraizaban los ideales de la lucha revolucionaria. Ella misma diría que “recorría el suelo todavía garabateado de sangre luchadora, llenaba nuestras rutas los camiones de maestros misioneros cargando bancos y pupitres escolares y las nuevas cartillas para enseñar a leer a la infancia los nuevos principios,” recordó al dar una conferencia en 1950.Hizo una labor educativa en las “escuelas granjas” en zonas indígenas, rurales y pobres de México donde ella actuó con dedicación y nobleza ante niñas y niños. Gabriela Mistral recorrió campos y se empapó de la cultura mexicana, junto a médicos, maestros, artesanos , entre otros profesionales e intelectuales, levantaron escuelas , bibliotecas y postas para el mundo rural.

En esa nueva revolución, intelectuales mexicanos y extranjeros se armaron de plumas y libros; luchaban contra el analfabetismo por medio de las misiones culturales, que buscaban derribar los límites al desarrollo de niñas, niños, hombres y mujeres, sobre todo en zonas rurales e indígenas, históricamente las más azotadas por la exclusión y el racismo. Era una labor humanista en la que el interés por el otro importaba más que las nacionalidades.

Andando los caminos de la educación, recorrió comunidades de Guerrero, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, Querétaro y Veracruz. En Huautla de Jiménez conoció a María Sabina , la famosa curandera y chamana mazateca del Estado de Oaxaca, y de ello escribió: “Entre los mazatecos tuvimos experiencias maravillosas; nos dieron más de lo que nosotras les enseñamos”. Puso pie a tierra y caminó el territorio.

En esos viajes y por ese contacto se enamoró del país que sabía diverso. “Hay varios México dentro de México y no se agota el país como los otros”, decía.

Le cantó al maíz, ese: “Quetzalcóatl verde / de las colas trabadas”; al arte popular: “Cajita mía / de Olinalá, / palo-rosa, / jacarandá. / Cuando la abro / de golpe da / su olor de reina / de Sabá”, y cuando estuvo lejos, extrañó a la infancia mexicana: “Hace 12 años dejé / a mi niño mexicano; / pero despierta o dormida / yo lo peino de mis manos…”

Su amor y vocación iban dirigidos a la enseñanza y la pedagogía. No buscó los reflectores de la fama, pero igual la alcanzaron: fue, con todo derecho, la primera mujer latinoamericana en recibir el Nobel de Literatura de manos del Rey Gustavo V de Suecia, el 10 de diciembre de 1945 y solo después de este reconocimiento de carácter mundial, en 1951, se le otorgó en Chile, el Premio Nacional de Literatura. La motivación para otorgarle los premios fue su obra lírica inspirada en poderosas emociones que la convirtió en un símbolo de las aspiraciones idealistas del mundo latinoamericano.

En México, además de impulsar las bibliotecas ambulantes, las escuelas nocturnas y la alfabetización para adultos indígenas y obreros, trabó amistad con Alfonso Reyes, Frida Kahlo, Pita Amor, Diego Rivera y Roberto Montenegro, quien la inmortalizó en los murales de la Secretaría de Educación Pública.

Innumerables cartas, escritos, fotografías y diversos documentos dan cuenta de su paso por México.

Su nombre lo llevan un centenar de escuelas en México, que rinde homenaje a la gran poetisa de América. La vida de Mistral fue un canto a las letras, empezando por el nombre que escogió, en homenaje a dos de sus escritores favoritos: Gabriele D’Annunzio y Frédéric Mistral. Pero su amor por los libros no quedó ahí: lo compartió con sus lectores, y con todos aquellos que tenían derecho a leerlos y amarlos.

En reconocimiento al aporte de Gabriela Mistral a México el presidente Andrés Manuel López Obrador,(2018-2024), donó al Gobierno de Chile , el 24 de octubre del 2022, una réplica del mural realizado por el jalisciense Roberto Montenegro en el que figuran la poeta chilena y la declamadora argentina Berta Singerman. En esa fecha señalada se cumplieron 100 años del histórico viaje a México de Gabriela Mistral.

Gabriel Mistral fue una de las voces más influyentes del siglo XX. Es una de las poetas más notables de la literatura chilena e hispanoamericana , y una luchadora social, símbolo de libertad y justicia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *