Crisis en la profesión docente y rearticulación del sentido pedagógico
Opinión y Comentarios 9 abril, 2025 Edición Cero 0

Dr. Francisco Leal Soto, Académico Universidad de Tarapacá en Iquique, Investigador principal Centro de Investigación para la Educación Inclusiva.-
El 4 de abril recién pasado se dio a conocer el Primer Informe Mundial sobre el Personal Docente liderado por la UNESCO, en el que alertan sobre un déficit gigantesco de profesoras y profesores a nivel mundial para 2030. En Chile, el problema ha sido motivo de preocupación, y cada cierto tiempo se vuelve la mirada pública hacia ello. En 2022, un estudio de Elige Educar mostró que una importante proporción de profesores jóvenes abandonan la docencia tempranamente, y se propuso reforzar formas de apoyo como las mentorías que se desarrollan a partir de la Ley de Desarrollo profesional Docente.
En 2024, se discutía sobre los requisitos de ingreso a las carreras pedagógicas como una forma de incentivar el interés de los jóvenes por postular a carreras pedagógicas, las que se ven progresivamente reducidas. Hasta ahora, la situación no se revierte, y la alerta de UNESCO toca a Chile tanto como al resto del mundo: tendremos cada vez menos docentes y el sistema educativo se verá cada vez más tensionado, con los negativos efectos que la UNESCO advierte sobre el desarrollo de las personas y los países, poniendo en riesgo el cumplimiento del objetivo de lograr una educación inclusiva, equitativa y de calidad para todas las personas.
Entre las preguntas que habría que hacerse para abordar tanto el déficit de postulaciones como el abandono de la carrera docente, hay dos indispensables: ¿Por qué las y los jóvenes que aspiran a los estudios superiores se interesan tan poco en las carreras pedagógicas? ¿Por qué una proporción tan importante de profesores y profesoras abandonan la docencia, particularmente en los primeros años de ejercicio?
Desde el sentido común o desde la experiencia cotidiana (probablemente mediada por los medios de comunicación, las redes sociales u otras formas de hacer circular “información” hoy por hoy) aparecerán respuestas como las remuneraciones, las condiciones de trabajo sobrecargadas, la violencia a la que se encuentran expuestos los docentes, por ejemplo. Sin embargo, junto a esas primeras respuestas, quienes efectivamente han abandonado la profesión docente señalan múltiples otras razones que los alejan de la docencia: la desprofesionalización y falta de oportunidades, la falta de participación en la toma de decisiones y la escasa o nula influencia en las políticas y prácticas de la escuela, la presencia de otros intereses personales, o asumir cargos de gestión que el sistema hace más atractivos que la enseñanza propiamente tal.
Quienes dejaron la docencia valoran, principalmente, las posibilidades de desarrollo profesional y la menor carga laboral en sus nuevos trabajos, y, descontadas mejores condiciones laborales (mejor sueldo, menos horas lectivas o menor carga de trabajo), las principales razones que les harían pensar en volver a la docencia serían la calidad del proyecto educativo y un trato verdaderamente profesional, que les permitiera ejercer su rol con mayores niveles de autonomía. Estas dos últimas razones nos hablan del verdadero y profundo problema de nuestra educación: la pérdida de los sentidos orientadores de la función docente (como consecuencia de la pérdida de sentido de la escuela) y la degradación de la profesión docente.
Autores norteamericanos se refieren a esto como “desmoralización”, consecuencia de prácticas escolares y políticas educativas como las evaluaciones de alto impacto con criterios estandarizados, un currículo uniformador y descontextualizado o las estructuras de incentivo individual que chocan con la noción de la educación como una tarea moral de formación integral de una persona única que se desarrolla en la construcción de una comunidad que le permite reconocerse como tal.
En Chile, se ha mostrado cómo profesoras y profesores son anulados e invisibilizados como agentes a través de múltiples prácticas resultantes de las políticas de gestión educativa, y los investigadores destacan la relevancia del sentido y los propósitos morales en el trabajo docente y las dificultades que las actuales políticas, prácticas y condiciones representan para que sean tales sentido y propósitos los que guíen, efectivamente, el ejercicio docente.
Por ello, se ha propuesto como antídoto la “resistencia basada en principios”, es decir, la recuperación, por parte de profesoras y profesores, de su capacidad para tomar decisiones curriculares y didácticas a partir de la especificidad del conocimiento profesional docente y para participar activa y democráticamente en las decisiones de la escuela, a partir de la reflexión colectiva que permita rearticular sentidos, pensando no sólo en los propios docentes, sino también en los estudiantes y otros actores de la escuela.
El problema de la falta de postulaciones a las carreras pedagógicas, el abandono de la profesión docente y la calidad misma del sistema no se solucionarán con medidas simples como el aumento de los puntajes de ingreso, la incorporación de nuevos requisitos para la admisión o las acciones de capacitación, perfeccionamiento o, incluso, acompañamiento, tutorías o mentorías a los profesores. Si no se asume que el problema es más profundo, que atañe al sentido moral y las prácticas democráticas y se aborda en consecuencia, todo lo que se haga serán meras componendas que contribuirán poco o nada a su solución.
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Fuentes de información
Ávalos y Valenzuela, 2016: https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0738059316300347
Cornejo, 2018: https://opech.cl/wp-content/uploads/2020/10/Repensareltrabajo.pdf
Gaete et al., 2017: https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-07052017000100008&lng=en&nrm=iso&tlng=en
https://www.ciperchile.cl/2024/12/19/un-castigo-para-la-pedagogia/
https://www.emol.com/noticias/Nacional/2025/01/20/1154745/admision-2025-resultados-paes.html
Informe Mundial sobre el Personal Docente
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