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Iván Vera-Pinto Soto, Cientista social, pedagogo, teatraista y escritor.-  El teatro es mucho más que un escenario, luces y aplausos. Es una comunidad de... El eco de su voz: afectos en la memoria de una agrupación teatral

Iván Vera-Pinto Soto, Cientista social, pedagogo, teatraista y escritor.- 

El teatro es mucho más que un escenario, luces y aplausos. Es una comunidad de almas entrelazadas por el arte de contar historias. En una agrupación teatral con una historia extensa, como la del Teatro Expresión, cada integrante deja una marca indeleble.

Cuando un compañero de tablas se marcha, su voz sigue resonando en los pasillos, su risa se esconde en cada telón y sus enseñanzas perduran en cada ensayo. Son huellas imborrables que configuran el espíritu de la agrupación y moldean para siempre la manera en que sus compañeros entienden el arte y la vida.

Las entidades teatrales se convierten en familias elegidas, compartiendo noches de estreno, nervios antes de salir a escena y la emoción de los aplausos. Pero también enfrentan juntas la pérdida, recordando que el teatro es, en esencia, efímero. Cada función es única, como cada vida. Cada palabra dicha en escena se desvanece en el aire, como un último suspiro. Pero lo efímero no es olvido; lo que ha sido pronunciado con pasión, lo que ha sido vivido intensamente sobre las tablas, deja una estela luminosa en quienes lo presenciaron.

Y cuando un integrante fallece, los afectos se transforman en memoria viva. Se evocan sus enseñanzas con anécdotas en los camarines, se dejan butacas vacías en su honor y su presencia se percibe en cada detalle: en una frase que repetía, en la manera en que sostenía el guion, en una anécdota alegre, en la pasión con la que se entregaba a cada personaje. Su legado no solo está en los aplausos que alguna vez recibió, sino en las vidas que tocó con cada interpretación.

A lo largo de sus 46 años de vida institucional, el Teatro Universitario Expresión ha despedido a entrañables compañeros y compañeras de tablas: George Vargas, Brunilda Correa, Antonio Sabat, Sonia Castillo, Guillermo Zegarra, Mirna Gamboa, Gloria Sampson, Walter Bravo, Leontina Vargas, Silvia Varas y tantos otros que han entregado generosamente su tiempo, creatividad y pasión al servicio de nuestra comunidad.

Su ausencia física deja un vacío profundo, pero también una herencia de arte y compromiso indelebles. Sus nombres son más que un recuerdo: son ecos en los diálogos de cada función, gestos que persisten en cada nueva generación de actores que pisa estas mismas tablas.

Hoy somos testigos de la partida de otra persona extraordinaria: maestra, mujer y actriz, nuestra querida Liliana Valdivia Alfaro. Durante diez años, formó parte fundamental de la Academia de Teatro Adulto Mayor, entregando su talento y pasión en cada obra y actividad. Como aquellos que nos han dejado antes, Liliana sigue viva en la memoria y el corazón del Teatro Expresión, un teatro con memoria.

El arte teatral es un reflejo de la vida y de la muerte. En sus tablas, cada función representa una historia única, plagada de alegrías, amores y tragedias.

Y cuando alguien emprende el viaje a la eternidad, el colectivo teatral lo honra como mejor sabe: con una función dedicada a su recuerdo, con una escena que perpetúe su arte, con un gesto que demuestre que, aunque la vida es fugaz, el impacto que dejamos en los demás es eterno. Porque en el teatro, como en la vida, la obra puede llegar a su último acto, pero mientras haya alguien que la recuerde, el telón nunca cae del todo.

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