Edición Cero

Iván Vera-Pinto Soto. Cientista social, pedagogo, dramaturgo.-  En el año 2003 me propuse una tarea ambiciosa y profundamente significativa: escribir un texto dramático que... Coruña, una tragedia obrera revivida en el teatro, con la identidad tarapaqueña.

Iván Vera-Pinto Soto. Cientista social, pedagogo, dramaturgo.- 

En el año 2003 me propuse una tarea ambiciosa y profundamente significativa: escribir un texto dramático que diera voz a una de las tantas tragedias obreras que marcaron el Norte Grande a principios del siglo XX. Fue así que decidí centrarme en el genocidio ocurrido en la Oficina Salitrera Coruña el 5 de junio de 1925, durante el gobierno de Arturo Alessandri. De ese modo, nació “Coruña, la ira de los vientos”, una obra teatral entrelazada con la historia del movimiento obrero, la identidad iquiqueña y el compromiso con la memoria histórica.

Inspirada en la novela “Los Pampinos” de Luis González Zenteno, la pieza fue estrenada en 2004 por el Teatro Universitario Expresión de la UNAP y reestrenada en 2007, con motivo del Centenario de la Matanza de la Escuela Santa María. En ese mismo año, el texto fue publicado gracias al auspicio del Fondo Regional de Cultura del Gobierno Regional de Tarapacá.

“Coruña, la ira de los vientos” ha trascendido más allá de las tablas. Ha sido objeto de estudio en varias tesis universitarias, mencionada en artículos indexados y difundida por prestigiosas instituciones como el Celcit-Argentina. Además, ha sido llevada a escena por elencos escolares en la provincia de Iquique y representada por el Teatro Expresión en escenarios de Concepción, Arica y diversas localidades de nuestra región.

La relevancia cultural de esta creación la ha consolidado como un referente patrimonial: forma parte de la Antología de Escritores de Tarapacá, publicada por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, y está disponible en las bibliotecas de todas las Escuelas de Teatro del país, así como en la Biblioteca Nacional.

Este recorrido reafirma que el teatro no solo recrea historias, sino que también es un puente hacia la memoria colectiva, una herramienta poderosa para mantener viva la identidad y el espíritu de quienes lucharon por la dignidad en los áridos paisajes de nuestro territorio.

Hoy, un siglo después, la memoria de esa tragedia aún late en las grietas de nuestra historia regional, exigiendo reconocimiento y justicia simbólica. Es en este contexto que el estreno de la obra teatral “Coruña, la ira de los vientos” cobra una relevancia desgarradora y necesaria. Junio, el mismo mes en que se perpetró la masacre, se convierte en un escenario propicio para recuperar, a través del arte, una parte de nuestra identidad que durante años ha sido silenciada por las letras oficiales.

La pertinencia de este montaje va más allá de lo artístico; es un acto de resistencia frente al olvido y un llamado urgente a las instituciones gubernamentales y educativas para que apoyen esta iniciativa. El teatro, como vehículo de memoria, tiene el poder de acercar esta página de la historia a las nuevas generaciones, especialmente a los escolares de todos los niveles y sectores sociales, quienes, en su mayoría, desconocen estos episodios fundamentales para comprender la lucha obrera y el sacrificio humano que moldearon nuestra región.

Es imperativo que las instituciones se comprometan a llevar este montaje a cada rincón, a cada aula, a cada escenario posible. No se trata solo de recordar, sino de educar, de encender en los jóvenes y en las comunidades el interés por una historia que nos pertenece y que durante demasiado tiempo ha sido escamoteada, relegada a los márgenes de los relatos oficiales. Porque hablar de la masacre de Coruña no es solo hablar de muerte y represión; es hablar de lucha colectiva y de la dignidad de quienes soñaron con un futuro más justo.

Que las aulas se llenen de estas historias, que los estudiantes miren a los ojos de los actores y comprendan que el desierto guarda más que salitre y cobre; guarda cicatrices, voces que aún claman por ser escuchadas. Que el teatro sea el puente entre el pasado y el presente, entre el silencio y la palabra. Porque recordar no es solo un acto de justicia: es una forma de construir futuro.

¿Estamos preparados para asumir esta responsabilidad? ¿Estamos dispuestos, como sociedad, a reconocer y honrar nuestra memoria? El centenario de la masacre de Coruña nos llama no solo a reflexionar, sino, sobre todo, a actuar. Es esencial que las instituciones públicas, culturales y educativas asuman este desafío y permitan que el eco de los vientos de Coruña alcance a todos. Para lograrlo, es imprescindible financiar el montaje, ya que contamos con nuestra pasión como herramienta para resignificar nuestra historia. Creemos que solo de esta manera la memoria colectiva podrá mantenerse viva, resistiendo al olvido.

Los comentarios están cerrados.