Semblanza de Freddy Taberna
Opinión y Comentarios 3 noviembre, 2024 Edición Cero
Haroldo Quinteros Bugueño, profesor.-
El 30 de octubre de 1973, en Pisagua, poco después de la instauración en Chile de la dictadura cívico-militar de derecha que usurpó al pueblo el poder del Estado, fueron fusilados cuatro de los nueve dirigentes del Comité Regional del Partido Socialista de Chile. El quinto, fue asesinado un mes después, y otros dos habían sido asesinados por Ley Fuga un mes antes. El más emblemático de todos esos mártires fue el Secretario General del Comité Regional, Freddy Taberna Gallegos. Freddy había nacido en Iquique, el 30 de enero de 1943. Fue hijo natural de doña Noemí Gallegos, y por esa razón, durante toda la educación primaria y parte del liceo se llamó Freddy Gallegos. Por mediados de los años 50, su madre contrajo matrimonio con el obrero y pescador Eduardo Taberna, y desde entonces Freddy adoptó su nombre definitivo: Freddy Marcelo Taberna Gallegos.
Freddy provenía de una familia humilde de ancestrales pescadores artesanales del antiguo barrio El Morro. Fue el típico niño pobre morrino: amigo leal y de todos, bueno para el fútbol y la natación, y por añadidura, bailarín de la cofradía religiosa “Pieles Rojas.” Por supuesto, también fue colaborador activo en el trabajo de sus padres y tíos. En virtud de su natural inteligencia y tenacidad, cursó exitosamente la educación escolar, en la escuela morrina Nº 3, y en el Liceo de Hombres, del que egresó en 1960. En 1961, Ingresó becado a la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile (el antiguo Instituto Pedagógico), en Santiago, donde siguió por dos años la carrera de Pedagogía en Historia. Cambió de carrera cuando se abrió la carrera de Geografía.
En 1965, viajó becado a Estados Unidos, y aun siendo estudiante del penúltimo año, obtuvo su primer trabajo como geógrafo. Fue una misión de gobierno a los primeros geógrafos chilenos. Se trataba de integrar el equipo que debía trazar límites definitivos de Chile con Argentina en territorios magallánicos. Freddy vadeó ventisqueros, atravesó glaciares, y finalmente trabajó en la elaboración de esas cartas geográficas, merced a las cuales, Chile consiguió ganar todos los laudos arbitrales de entonces. Gracias al trabajo de ese equipo de geógrafos, en el que Freddy participó como pieza clave, esa zona es hoy parte de nuestro territorio. Sin embargo, Freddy fue acusado por la infame caterva fascista de «Traición a la Patria», y fusilado. Es decir, Freddy Taberna, acusado de «traición» fue asesinado por los más grandes traidores y asesinos que ha tenido Chile en toda su historia.
Apenas se graduó en 1967, Freddy volvió a su tierra natal. Volvió casado con Gini Arancibia, la joven estudiante de Biología que Freddy conoció en el Pedagógico. Por esos años, la Municipalidad de Iquique, cuyo alcalde ya era Jorge Soria, había puesto en marcha el proyecto “Plan Andino,” destinado a la investigación, conocimiento e integración internacional de los pueblos andinos. Su primer jefe fue él médico penquista Carlos Ramos, quien dejó el cargo en 1967. La Municipalidad entregó esa responsabilidad a Freddy, quien la cumplió a cabalidad. Las primeras investigaciones de carácter verdaderamente científico sobre la cultura aymara fueron realizadas íntegramente por Freddy Taberna.
En 1971, Freddy fue llamado personalmente por el Presidente Salvador Allende para integrar el Gobierno Regional. Ocupó el cargo de Jefe de la Oficina de Planificación, hasta el fin del Gobierno Popular. Luego del golpe de 1973, Gini fue arrestada sin cargo alguno y encerrada en la cárcel de mujeres de El Buen Pastor. Finalmente, Freddy fue detenido, apaleado, torturado, llevado a Pisagua junto a los demás dirigentes del Partido Socialista, y finalmente, vilmente asesinado.
El General Carlos Forestier, el nazi chileno-alemán que ofició de principal verdugo en Tarapacá, instruyó al abogado Mario Acuña para inventar una farsa judicial que justificara el fusilamiento de Freddy y sus compañeros. Acuña había sido juez en Iquique, pero en septiembre de 1973 estaba formalizado por contrabando y tráfico de drogas, años después, este delincuente fue exonerado del Colegio de Abogados por sus antiguas conexiones con las peores mafias internacionales de narco-tráfico. Había sido investigado hasta 1973 por el Consejo de Defensa del Estado, cuyo director era Julio Cabezas, un hombre limpio y honesto que no tenía ninguna militancia política. Acuña no solo inventó los más descabellados cargos contra Freddy y sus compañeros, sino también contra Julio Cabezas, a quien Acuña hizo fusilar muy poco después de perpetrado el golpe de estado de 1973.
En torno a la farsa judicial que llevó a la muerte a Freddy y los demás militantes asesinados aquel 30 de octubre se violó la misma ley que usaban estos asesinos, en la guerra imaginaria que inventaron. Para decretar una pena de muerte, según la real ley en tiempos de guerra, era preciso la unanimidad del Consejo de Guerra. Uno de sus miembros no se dejó amedrentar, el mayor de ejército Enrique Synn, que dejó constancia de su oposición a los fusilamientos. Eso bastaba para que no se pudieran cometer esos horrendos crímenes.
El único homenaje posible a Freddy Taberna sería actuar como él hubiese querido que lo hiciéramos: Recuperar el cobre que la derecha y la seudo-izquierda concertacionista han entregado a las transnacionales en más de un 70%; poner fin a todos los tratados económicos y militares que nos han convertido en una colonia del imperio yanqui; recuperar el agua y la energía para el Estado chileno; poner fin de manera total al sistema binominal de elecciones y reemplazarlo por uno proporcional, que hasta hoy no existe, aunque al respecto se nos siga mintiendo; hacernos de una Constitución Política que sea expresión verdadera de la soberanía popular y decrete el fin del sistema neoliberal en materia de Economía a través de una Asamblea Constituyente; conquistar una educación gratuita y de calidad para todos, pensiones dignas y una salud de Estado que atienda dignamente a todo el pueblo.
Freddy vive en el alma del pueblo chileno entero, especialmente en el corazón de su querida tierra nortina.