En los cementerios de la pampa se revive la tradición de dejar a los difuntos flores y coronas de papel y de hojalata
Actualidad 11 noviembre, 2024 Edición Cero
Con motivo del 1 de noviembre, en que se recuerda a las personas fallecidas, en las comunas de Tarapacá, se realizaron diversas actividades de homenaje a los difuntos, donde se pudo apreciar, además, parte de las costumbres y tradiciones, en lo que se conoce como «cultura fúnebre», lo que se traduce en dejar flores y coronas de papel y de hojalata en los cementerios de la pampa.
En efecto, en todas las comunas de la zona, familiares y amigos se reunieron en los cementerios para rendir tributo a sus seres queridos. Las flores, velas y alimentos tradicionales como pan amasado y vino fueron ofrecidos en honor a los difuntos.
La celebración se destacó por su autenticidad y sentimiento, reflejando la idiosincrasia de la región. Una de estas prácticas es la creación de flores de hojalata, las cuales representan un símbolo de resistencia frente a las duras condiciones del desierto más árido del mundo.
Ante la falta de recursos y el clima extremo, las pampinas crearon estas flores que desafían el paso del tiempo, el viento y el sol. Estas flores, cuyo proceso de creación incluye moldes, armado y pintado de las flores, no se marchitan ni pierden su color bajo el sol abrasador, y son un tributo duradero en los cementerios.
Las tumbas, decoradas con coronas y flores metálicas, papel de seda o crepé, contrastan con los tonos ocres de la pampa, creando un paisaje conmovedor donde la memoria y la resistencia se encuentran.
Según relata Angélica Villalobos Colque, quien, como muchas, aprendió la técnica gracias a las mujeres que enseñan el arte de crear flores de hojalata, papel de seda y crepé, “las flores son un recordatorio de nuestros seres queridos y también un testimonio vivo de la creatividad y resiliencia de lo que queda en los cementerios. Es un patrimonio que atesoramos y que debe persistir al paso del tiempo”.
PROCESO
El proceso para confeccionar estas flores, aunque sencillo en sus seis pasos, requiere destreza y paciencia. Desde la creación de los moldes hasta el armado y pintado de las flores, cada ofrenda refleja el cariño y la dedicación con la que las pampinas rinden homenaje a sus difuntos. Esta tradición no solo es un acto de recuerdo, sino también una muestra del esfuerzo por «domesticar» el entorno hostil del desierto, reutilizando latas y otros materiales disponibles.
Las tumbas, decoradas con coronas y flores metálicas, contrastan con los tonos ocres de la pampa, creando un paisaje conmovedor donde la memoria y la resistencia se encuentran.