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Serie: Relatos, reflexiones y otros aportes para rescatar la Memoria, a 50 años del golpe de Estado en Chile. El autor que suscribe este... Crónica de una Infamia, sexta parte: Traidores

Serie: Relatos, reflexiones y otros aportes para rescatar la Memoria, a 50 años del golpe de Estado en Chile.

El autor que suscribe este articulo presentará una serie de artículos  en los que, a partir de una revisión bibliográfica, repasa los hechos ocurridos durante el periodo del Gobierno Popular de Salvador Allende. Acá dejamos el sexto capítulo.

Omar William López, Sociólogo.-  

Para matar al hombre de la paz

para golpear su frente limpia de pesadillas

tuvieron que convertirse en pesadilla

para vencer al hombre de la paz

tuvieron que congregar todos los odios

y además los aviones y los tanques

para batir al hombre de la paz

tuvieron que bombardearlo hacerlo llama

porque el hombre de la paz era una fortaleza

(Mario Benedetti)

En el libro de Patricia Verdugo, se relatan las horas que vivió el presidente Allende, junto a sus cercanos el día 11 de septiembre de 1973, las cuales transcribimos:

 “Sabemos que el presidente Allende no durmió más de tres horas en la madrugada del martes 11 de septiembre. Porque no siquiera aclaraba el día cuando la orden del almirante Merino puso las tropas de la armada en las calles de Valparaíso. Y le avisaron al presidente inmediatamente. Minutos más tarde otro llamado le informó que tropas del ejército del regimiento Maipo, estaban saliendo del cuartel porteño.

El presidente todavía creía en la lealtad del Ejército. Había hablado con el General Brady, quien le mintió asegurándole que enviaría tropas a Valparaíso para controlar la situación.

  • ¿Es leal? Preguntó Joan Garcés
  • Creo que sí. Pinochet no está en su casa. Y el general Urbina no contesta. ¿Estarán detenidos? Se pregunto Allende

 Le parecía innegable la traición entre quienes juraban, hasta la víspera, su lealtad mirándolo de frente y a los ojos.

A las 7.20 de la mañana, ordenó partir al Palacio de La Moneda.

Una vez en su despacho, junto a sus asesores Joan Garcés y Augusto Olivares. El Presidente vi, entra apresurado al Director General de Carabineros, general Sepúlveda. Iba poniéndose la pistola al cinto, señal inequívoca de la gravedad de los hechos. Le informo en pocas palabras acerca de las acciones que había ordenado para defender al gobierno constitucional.

  • ¿Qué pasa con los comandantes en jefe? Nadie responde las llamadas. ¿Pregunto de nuevo el Presidente?

No había respuesta aún. No podía imaginar que los jefes del Ejército y la Fuerza área estaban en la conjura. Y no supo que el jede de la Armada, almirante Montero, estaba prisionero en su propia casa. Le cortaron los teléfonos y pusieron candados en las puertas.

  • ¿Dónde está el ministro de Defensa? Ya debería estar en su despacho. Usted, vaya al Ministerio y averigüe qué pasa, ordeno a un miembro de su escolta.

El Presidente no tenía como saber que su ministro de Defensa ya estaba arrestado.

Fue el subsecretario de guerra, quien minutos después, dio la primera pista: Vengo del Ministerio de Defensa: Quise entrar y no me dejaron entrar. Está tomado por el ejército.

Fue la primera noticia ¿El ejército involucrado en el golpe? ¿O se trataba de un malentendido?

A través de radio Magallanes, el presidente envía un mensaje a la población:

“Lo que deseo, esencialmente, es que los trabajadores estén atentos, vigilantes y que eviten provocaciones. Como primera etapa, tenemos que ver la respuesta, que espero sea positiva, de los soldados de la patria, que han jurado defender el régimen establecido y que es expresión de la voluntad ciudadana, y que cumplirán con la doctrina que prestigió a Chile y le prestigia por el profesionalismo de las Fuerzas Armadas….”

Ya eran las 8.20 de la mañana. El general director de carabineros llamó al prefecto jefe de Santiago. En el gabinete presidencial se hizo un silencio mientras el general Sepúlveda iba alzando la voz: ¿Qué información tiene? ¡Cómo que vamos a ver! Carabineros ha estado siempre y está con el gobierno… ¡Estamos en la parada hasta el final pase lo que pase!.. y el director general de carabineros soy yo.

A las 8.42 se escucho por radio el primer bando militar, firmado por el general Pinochet por el ejército, el general Leigh por la fuerza área. Por la marina en cambio, firmaban el almirante Merino y por carabineros, el general Mendoza, ambos se autodenominaban jefes.

De pie frente al escritorio, a media voz repitió:” Tres traidores, tres traidores”

Se refería a los generales Pinochet, Leigh y Mendoza. Del almirante Merino no esperaba lealtad.” 

Continuando con el relato de la periodista Patricia Verdugo, entre las 8.00 y 8.20 llamó su edecán aéreo señalando que sólo podía dar el mensaje al Presidente en persona.

“Cuando Allende tomó el teléfono se le oyó decir:

  • Si…escucho… dígale al general Van Schowen que el presidente de Chile no arranca en un avión. Que él sepa comportarse como un soldado que yo sabré cumplir como Presidente de la República.

Más tarde sonó el teléfono del despacho presidencial: Habla el almirante Carvajal, ¡Comunique con el Presidente!

  • Aquí habla el Presidente…Tras unos momentos la voz de Allende salió como un chasquido de látigo:

¡Pero Uds. que se han creído, traidores de mierda!

¡Métanse su avión por el culo! Ud. está hablando con el Presidente de la República.

Y el Presidente elegido por el pueblo no se rinde!

Los edecanes pidieron hablar con él en forma privada.

Habló el edecán Grez:  «Presidente, si Ud. examina la situación tendrá que estar de acuerdo en que inútil combatir contra aviones, tanques y cañones. No tiene sentido presidente».

Habló el edecán Badiola: “Presidente, creo que es importante que, en esto, usted considere que las Fuerzas Armadas están unidas. Es una acción conjunta. Y, visto así, usted comprenderá que es inútil todo intento de oponer resistencia.”

Habló el presidente. Lo hizo mirándolos de frente, en tono solemne y con la claridad de la que ellos carecían:

  • No, señores, no me voy a rendir. Así que digan a sus comandantes en jefes que no me iré de aquí, que no me voy a entregar. Esa es mi respuesta.

Salgan de aquí porque aquí no puedo garantizarles su seguridad. Vuelvan a sus instituciones. ¡Es una orden!

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