Edición Cero

Serie: Relatos, reflexiones y otros aportes para rescatar la Memoria, a 50 años del golpe de Estado en Chile Como Edición Cero hemos iniciado... A 50 años: Casi 1.000 palabras sobre el golpe de estado

Serie: Relatos, reflexiones y otros aportes para rescatar la Memoria, a 50 años del golpe de Estado en Chile

Pedro Buc, saliendo desde Chile a Alemania, durante la dictadura. Fotografía del archivo personal del autor.

Como Edición Cero hemos iniciado la recopilación de una serie de relatos en distintos formatos, para que nuestros seguidores se expresen sobre cómo vivieron el gobierno popular, el  golpe de Estado, y todo lo que vino después en nuestro país. Esto, con el objetivo de contribuir al rescate de la memoria y aportar a las nuevas generaciones, siempre en la idea de una frase sabia: «Para Que Nunca Más en Chile». Inauguramos esta Serie, con el aporte del Doctor y Académico de la UNAP, Pedro Buc Calderón, quien en su calidad de militante de izquierda, tras el golpe, se vio forzado a partir a un largo exilio. Acá dejamos su testimonio, publicado inicialmente en el Diario «El Longino de Iquique», por la periodista Isabel Frías.

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Pedro Buc Calderón, Doctor en Ciencias Farmacéuticas, de la Universidad Católica del Lovaina y profesor titular de la UNAP.-

Como muchos habitantes de esta larga franja de territorio llamada Chile, me tocó vivir el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 y el inicio de la dictadura cívico-militar que con mano de hierro gobernó durante largos 17 años. En ese momento me encontraba cursando el tercer año de la carrera de Química y Farmacia, en la Universidad de Chile. El día del golpe estaba enfermo en cama con amigdalitis y escuché marchas militares en la mayoría de las radios que estaban en cadena nacional, cadena de la cual estaban excluidas un par de radios que informaban lo que estaba ocurriendo principalmente en Santiago y Valparaíso

En la radio Magallanes se llamaba a los trabajadores a defender el gobierno popular. En esa misma radio Salvador Allende daría su último discurso, ese que termina con la hermosa frase: “se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre”…. Me levanté y me fui al lugar donde deberíamos reunirnos en caso de una nueva intentona golpista (se debe recordar que el 27 de junio del 73 se produjo el alzamiento del Blindados). Dada la localización geográfica de nuestra facultad, las y los estudiantes de izquierda que defendían el proceso iniciado por Salvador Allende debíamos juntarnos en Cristalerías Chile, en el corazón del cordón Vicuña Mackenna. Esa empresa estaba intervenida durante el gobierno de la Unidad Popular, pero a esa hora (entre 9 y 10 AM) ya los dueños habían retomado el control de la industria y no dejaban entrar a nadie.

En la puerta nos agrupamos un sector de gente sin saber que hacer pues no había información y el caos era generalizado. Poco a poco las personas se empiezan a regresar a sus casas. Como mis compañeros de facultad no llegaban y en ausencia de instrucciones concretas, yo también decido regresar a la mía. A esa hora los tanques marchaban de nuevo hacia La Moneda y grupos de militares empezaban a copar algunos puntos clave de la ciudad. Alcanzo a cruzar el puente Independencia antes que sea cerrado por una patrulla. Caminando por la avenida Independencia paso al frente de la fábrica CCU (hoy transformada en un Mall).

Pregunto si puedo quedarme con ellos a esperar instrucciones, pero no admiten a nadie que no sea de la industria misma. Empieza a lloviznar en la capital. Finalmente llego a mi casa y con dolores de cabeza, garganta y fiebre, me recuesto en mi cama y escucho en las radios los ultimátum de los militares para que se rindan los defensores de La Moneda y del perímetro de seguridad establecido en algunos ministerios e intendencia. Una hora después se escucha el vuelo de los aviones de la FACH (Hawker Hunter) y las explosiones de sus bombas en el palacio presidencial.

Pienso en lo que se viene. En Santiago, aparte del palacio presidencial y los ministerios circundantes solo hay 3-4 focos de resistencia. ¿Pero que estará sucediendo en el resto del país? Circulan rumores que dicen que el general Prats viene desde Concepción dirigiendo una fracción del ejército que se mantiene fiel a la constitución. Después de todo quienes habían detenido el intento de golpe el 27 de junio fueron los militares que abrazaron la doctrina Schneider de respeto a la constitución (i.e. Prats, Pickering, Urbina). Luego sabremos que nada de esto es cierto: el mismo general Prats, apresado por sus camaradas golpistas, desmiente la noticia en cadena nacional de TV, confirmando el quiebre del compromiso de las FFAA de proteger el orden constitucional.

¿Y qué pasa en el norte? Pienso en Iquique, donde viví hasta los 16 años. Una población de unas 60 mil personas rodeada por al menos 5 regimientos militares además de la marina, base aérea, carabineros e investigaciones. ¿Habrá habido resistencia? ¿Cómo podrían resistir? Esconderse y organizar una resistencia en un lugar tan pequeño, arrinconado entre el mar y el desierto es imposible. Allende dice en su discurso … ”El pueblo debe defenderse, pero no sacrificarse. El pueblo no debe dejarse arrasar ni acribillar, pero tampoco puede humillarse”.

Pero Iquique es pequeño, no es fácil esconderse y todo el mundo se conoce (y saben qué opinión política tiene el vecino); además no hay embajadas que puedan ofrecer asilo diplomático a quienes empiezan a buscar y a quienes son llamados a presentarse de modo voluntario a las nuevas autoridades. No creo que haya existido en Chile una ciudad donde la relación entre fuerzas armadas y ciudadanía haya sido tan elevada en favor de las primeras. En ese contexto tan desfavorable, comienza una feroz cacería, la razzia para extirpar el cáncer marxista decían entonces, y cientos de personas son encarceladas, la mayoría es enviada a Pisagua donde serán torturadas, varias serán fusiladas, muchas serán relegadas y otras serán expulsadas del país. La destrucción de la elite intelectual impactó hasta el día de hoy el acervo cultural de la región. Dicha perdida de talentos aún no ha podido ser recuperada…

En la casi totalidad de los interminables 17 años de dictadura hubo represión, tortura, asesinato, exilio, despidos arbitrarios, desaparecidos, presos políticos, ausencia de prensa libre, congreso nacional clausurado, poder judicial al servicio del dictador, prohibición de partidos políticos, sindicatos y toda forma de representación gremial, etc. En esos años se produjeron los cambios que el fascismo criollo bautizó como el milagro chileno y el nombre eufemístico utilizado para refundar el país fue “las siete modernizaciones”, ahí nacen las Isapres, las AFP, la municipalización de la educación, la segregación escolar y la introducción de la noción de negocio incluida la educación superior. La privatización del área social de la economía y la venta de activos del estado a precios ridículos generó la poderosa clase empresarial que hoy dirige el país desde las sombras.

A fuego y sangre se produjo el cambio de una sociedad donde el estado jugaba un rol central, donde nosotros fuimos hijos de una educación pública, laica y gratuita (“gobernar es educar”) hacia otra forma de estado jugando solo un rol subsidiario, es decir sin intervención en actividades de los privados (prohibición que aún se encuentra en vigencia pues tiene rango constitucional). Todo lo anterior junto a la brutal represión que destruyó el tejido social, produjo cambios importantes en el alma nacional: individualismo y falta de solidaridad.

El golpe y la dictadura produjo un masivo empobrecimiento cultural y una segregación escolar cercana al “apartheid sudafricano”. Estos efectos golpearon aún más fuerte en las regiones: Tarapacá, cuna de la industria salitrera, con un discreto desarrollo de las pesqueras, y con una presencia significativa de mineras metálicas y no metálicas, es hoy una región donde ha aumentado la pobreza al mismo tiempo que se han generado millonarias utilidades. Pero no solo es la pobreza que aumenta (encuesta Casen, 2022) sino además la cultura que se derrumba según se observa en los resultados educacionales (SIMCE) que nos posicionan desde hace ya varios años en los últimos lugares nacionales.

Una región que fue cuna del movimiento obrero, que ha generado utilidades para el país central al mismo tiempo que ha acumulado pasivos tóxicos en su medioambiente local, se merece un mejor futuro. Es tiempo que retomemos esta historia con nuestras manos y saquemos a Tarapacá de esta pesadilla que se inició con el golpe de estado, la dictadura cívico-militar y la política depredadora de un modelo económico extractivista que agrede a la naturaleza.

2 respuestas a “A 50 años: Casi 1.000 palabras sobre el golpe de estado”

  1. Owar Garcia Aguirre dice:

    Yo vivi la dictadura militar el ano 1975 fui detenido torturado y condenado por un consejo militar a 5 anos de relegacion por pedir no a la privatisacion de los estudios en 1977 fui llevado a traves de la Amnestia Internacional a Alemania donde vivo ya 40 anos dificil de entender lejos de Chile pero vivo algo dificil de olvidar marceloprimero1@hotmail.com

    • Edición Cero dice:

      Hay tantas historias, tantas que la vida cambió para todo los chilenos. Y dañó también a las nuevas generaciones. Gracias por compartir.