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Carlos Graña Sarmiento, periodista. Cuando se está  ad portas, que se conmemoren 50 años del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, el...  Sergio Ortega  y «El Pueblo Unido», un verdadero himno mundial.

Carlos Graña Sarmiento, periodista.

Cuando se está  ad portas, que se conmemoren 50 años del golpe militar del 11 de septiembre de 1973, el recuerdo de Sergio Ortega Alvarado se proyecta en medio de esta conmemoración del medio siglo del rompimiento de la democracia, y de la muerte del Presidente Dr. Salvador Allende Gossens. La herida que se abrió ese día, no se ha cerrado , y todavía se sigue buscando a los que secuestraron y desaparecieron, después que la Fuerza Aérea bombardeara  La Moneda  y se desatará una violenta represión contra el pueblo chileno.

Sergio Ortega, que en ese entonces tenía 35 años, partió al exilio junto a miles de chilenos, que se vieron forzados a abandonar la patria para conservar sus vidas. El gran músico y compositor, que nació el 2 de febrero de 1938, en  Antofagasta,  no se imaginó que una de sus composiciones, que interpretó el grupo Quilapayún: “ El pueblo unido jamás será vencido» se convertiría en un himno universal de los pueblos del mundo. Es una de las canciones chilenas más conocidas y universales del planeta, que está traducida a varios idiomas del mundo.  Los militantes de la izquierda y progresistas de todas las latitudes la han han hecho suya y se ha gritado como consigna en marchas y actos.

La actividad creativa de este gran músico no se detenía y había triunfado  en julio del 2003 en Finlandia, en el Festival de Ópera de Savonlinna con la música de la ópera Fulgor y muerte de Joaquín Murieta, basada en textos del poeta Pablo Neruda. Durante los últimos 40 días antes de su muerte estuvo viendo una serie de programas sobre los 30 años del golpe militar que se dieron en la televisión francesa y eso, sin duda, lo puso mal anímicamente y se aceleró el proceso de su enfermedad. Padecía un cáncer de páncreas. Alcanzó a a acudir a dos sesiones de quimioterapia antes de fallecer cuando le correspondía la tercera, tuvo un paro cardíaco. El músico  pidió que sus restos fueran sepultados en su país natal, en un regreso póstumo del exilio que debió partir en 1973, poco después del golpe militar. Su corazón se detuvo para siempre en París, el 15 de septiembre del 2003,  cuando tenía 65 años.

Aunque se formó en la música clásica, estudiando en el conservatorio de la Universidad de Chile, donde fue discípulo de Gustavo Becerra,  durante su versátil trayectoria compuso óperas, comedias musicales y cantatas; las obras suyas más conocidas y que han sido tocadas en escenarios de todos los continentes, son dos canciones comprometidas con el Gobierno del presidente Salvador Allende: Venceremos, el himmo de la Unidad Popular, la coalición de socialistas, comunistas y cristianos de izquierda que apoyó ese gobierno, y El pueblo unido. Ambas fueron vueltas a interpretar  por Quilapayún y otros grupos y coreadas por miles de personas durante los dos días de concierto en homenaje a Allende, realizados en el Estadio Nacional a comienzos de septiembre del 2003.

En el momento del golpe militar, Ortega, vinculado al Partido Comunista, era director artístico de un canal de televisión, cargo que perdió y debió partir al exilio en Francia, donde llegó a ser director de la Escuela Nacional de Música de Pantin.

Entre sus composiciones está la musicalización del Canto General y Bernardo O’Higgins, de Neruda; la cantata La Fragua y la ópera Pedro Páramo, basada en la obra del mexicano Juan Rulfo, que terminó de componer poco antes de morir, con ayuda de su hijo Chañaral Ortega Miranda.

Fue también autor de la música del filme El chacal de Nahueltoro, del cineasta chileno Miguel Littin.

Ortega tenía dos vetas muy marcadas: la popular y la docta, que se mezclaban en sus obras. Ortega era un hombre de fuertes principios, que defendía sus ideas con vehemencia. Fue de aquellos compositores que venían de la academia y se unieron a las corrientes populares. Sus composiciones nacieron cuando Chile era una época convulsionada. Y el pueblo de Latinoamérica tenía la esperanza de cambios sociales, políticos profundos y que un mundo mejor era posible.

Los restos de Sergio Ortega Alvarado regresaron a Chile y descansa en el Cementerio General de Santiago. Sin embargo , el gran músico no ha recibido el reconocimiento  que se merece. Antofagasta debe declararlo, en forma póstuma como Hijo Ilustre de su ciudad. También se debe otorgar el Premio Nacional de Artes Musicales,  a este hombre, que ya no está con nosotros, y que en vida no tuvo el reconocimiento que  ameritaba.

 

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