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Carlos Graña Sarmiento, periodista.- Un 21 de diciembre de 1907   la Plaza Manuel Montt y la Escuela Domingo Santa María de Iquique  se teñían... 115 años de masacre de Escuela Domingo Santa María.

Carlos Graña Sarmiento, periodista.-

Un 21 de diciembre de 1907   la Plaza Manuel Montt y la Escuela Domingo Santa María de Iquique  se teñían con sangre luego de la masacre de la Escuela Santa María de Iquique. Este lamentable episodio se realizó tras  el descontento del movimiento obrero, que había comenzado a manifestarse durante la primera semana de diciembre de 1907. Se habían empleado allí dos ametralladoras Gatling de una carencia de tiro de 200 disparos por minuto y calibre de 15m.m., poderosas armas de repetición, que fueron usadas en la Guerra del Pacífico de 1879.

Las armas mencionadas se instalaron en las esquinas de la Escuela  Domingo  Santa María, una situada en la calle  Amunátegui y la otra en Barros Arana. Gobernaba el país el Presidente Pedro Montt Montt y tenía como Ministro del Interior a Rafael Sotomayor Gaete, principales responsable de esta masacre, que estremeció el alma nacional. Se movilizaron 1600 hombres  del Ejército de Chile y de la Armada para enfrentar a los huelguista.

Hacia fines de 1907 Chile vivía una situación de inestabilidad económica y de crisis los salarios bajaban y el precio de todos los productos de consumo básico aumentaban. Chile era una  semi-colonia inglesa, considerada por los Europeos como una “gigantesca mina del salitre”, único productor mundial de salitre, que servía para producir pólvora y fertilizar  tierras agrícolas.

La huelga de los trabajadores ferroviarios de las salitreras y de los portuarios de Iquique fue el antecedente directo a la movilización de más de dos mil obreros que caminaron a la ciudad demandando mejores condiciones laborales. Entre las peticiones  de los trabajadores  se demandaba el pago de los salarios a razón de 18 peniques por peso, el pago en dinero y no en fichas, el fin de los abusos en las pulperías y la prohibición de arrojar caliche de baja ley a la rampla para ser elaborado sin el correspondiente pago a los trabajadores.

El 10 de diciembre se levantó una huelga en la oficina salitrera San Lorenzo a la que luego se plegaron los obreros de la Alto San Antonio. Se armó una columna de huelguistas en dirección a Iquique, consolidando un movimiento creciente, que incorporó a todos los cantones salitreros y a numerosos gremios del puerto nortino.

En total, fueron más de 15 mil manifestantes que demandaban una respuesta de las compañías salitreras, cuestión que derivó en la paralización de gran parte de la producción iquiqueña.

Las empresas no quisieron negociar y el gobierno de Pedro Montt se alineó con ellas. Por ejemplo, el ministro del Interior, Rafael Sotomayor Gaete, ordenó restringir las libertades de reunión e impedir por cualquier medio el arribo de nuevos huelguistas a Iquique. En tanto, el intendente Carlos Eastman  Quiroga ordenó a los manifestantes a abandonar la ciudad el 21 de diciembre, sin descartar el uso de la fuerza para lograr dicho objetivo.

Los trabajadores se concentraron en la Escuela Santa María para exigir al gobierno su mediación con los  dueños de las oficinas salitreras. Sin embargo, la respuesta del Estado se concretó cuando el general Roberto Silva Renard ordenó atacar a la multitud a las 15.30 horas de ese sábado 21 de diciembre, que quedo registrado el la historia de Iquique. La acción represiva contra los trabajadores salitreros, se realizó después que se había decretado el Estado de Sitio sin  autorización del Congreso Nacional, es decir se violó también la Constitución Política del Chile.

En ese momento regía la carta magna  de 1833. El Comandante en Armas era el Intendente Carlos Eastman Quiroga. Las medidas adoptadas, sirvieron para que se  ocultará  a la opinión pública  la forma en que se había realizado la masacre de los trabajadores del salitre. Se prohibió informar sobre estos hechos y difundir fotografías relacionadas con los sucesos  del  21 de diciembre de 1907 en Iquique.

 El gobierno reconoció 126 muertos y 136 heridos en sus documentos oficiales. La prensa obrera, perseguida luego del fatídico capítulo, hablaba de miles. Aun así, nadie pudo  borrar de la memoria del pueblo iquiqueño el desparramo de cuerpos tendidos en la Plaza Montt, bajo la carpa del Circo Océano, que había sido facilitado para que la usarán los huelguistas por  Juan Zobarán, dueño del Circo. Los dirigentes del movimiento obrero que sobrevivieron fueron arrestados , encarcelados y condenados por  los responsables de esta  masacre.

La huelga grande había sido ahogada en sangre por el Estado, sin que mediara violencia alguna de parte de los trabajadores del salitre y sus familias, que participaron en este gran movimiento social, que hoy recordamos.

La masacre de la Escuela Domingo Santa María de Iquique es un hecho que no podemos olvidar, para que nunca más se vuelva a repetir episodios horrorosos en nuestro país, que atente contra  las y los trabajadores que se movilizan por justas demandas laborales. Los documentos relacionados con esta masacre deben ser enviados a la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, que tiene su dirección en París, Francia, 7, place de Fondenoy 75007,  para el Registro de la Memoria de la Humanidad.

Se debe solicitar también que  Unesco, establezca el Día 21 de diciembre como  el día de las reivindicaciones de los trabajadores del mundo. En esta masacre  murieron trabajadores, chilenos, peruanos, bolivianos y de otras nacionalidades.  No basta con recordar cada año esta fecha,  debe estar registrada en la Memoria del mundo.

La historia de lucha y enfrentamientos de la poderosa y combativa clase trabajadora chilena guarda en su memoria las gestas más heroicas de su clase. La sangre y bravura de los mineros asesinados en la Escuela Santa María de Iquique, vive en cada lucha de la clase obrera internacional. La masacre de los obreros de Iquique y la pampa salitrera sigue en la memoria colectiva del pueblo, de las gentes, de las masas populares. De los desposeídos y marginados de la sociedades.

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