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Iván Valdés,  Periodista. Máster en Relaciones Internacionales y en Estudios Latinoamericanos.-  “El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese... Socialdemócratas de Tarapacá… ¡Uníos!

Iván Valdés,  Periodista. Máster en Relaciones Internacionales y en Estudios Latinoamericanos.- 


“El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos”, fue una célebre frase acuñada por Antonio Gramsci, ante el ascenso del fascismo en Italia. Hoy, Chile se enfrenta a una disyuntiva histórica similar. La contundente derrota en el plebiscito puso en cuestión el proceso de cambios iniciado con el “Estallido Social”. En ese espacio ambiguo, aparece con asertividad una derecha populista empoderada desde los odios, temores y pasiones, que se han hecho fuertes en otras latitudes, como EE.UU. y Europa.

Reencausar el proceso de cambios, a la par que ofrecer caminos de solución para los urgentes problemas de lo público; recae hoy en las fuerzas de centroizquierda, con eje en Socialismo Democrático. Eso lo entendió el Presidente Boric y eso explica la nueva correlación al interior del Gobierno, la pregunta es: ¿qué pasa en Tarapacá?, ¿por qué no se avanza a este esquema de gobernanza afianzado nacionalmente?

La propuesta constitucional no era un texto radical, “bolivariano” o “chavista”, por usar los términos de la propaganda del Rechazo. Más bien era un texto de prosa prolífica, pero que a nivel concreto encajaba bien en los modelos socialdemócratas europeos. Los márgenes para la acción específica, como los alcances del sistema de justicia indígena o las autonomías territoriales, ni ponían en cuestión el carácter unitario del Estado, ni la igualdad ante el Estado de Derecho. Por demás, las precisiones debían recaer en la ley. Y, sin embargo, se perdió rotundamente.

El momento de “Socialismo Democrático”

La lectura más o menos transversal, es que lo que hubo en el plebiscito fue un rechazo a una “estética”, a un “relato” refundacional y radical asentado en la izquierda de la Convención, como, asimismo, un castigo al “amateurismo” de los cuadros nuevos de Gobierno. Es este diagnóstico el que abre paso a que viejos cuadros socialdemócratas -del “laguismo” o bacheletismo”- asuman la centralidad, no solo de la gestión de gobierno, sino del rencauzamiento del proceso constituyente.

Lo cierto es que el desafío estratégico es reconstruir una nueva correlación de fuerzas transformadoras, en un contexto de vacío e incertezas donde pueden surgir por peores demonios, como expresión reaccionaria a ese miedo a la inestabilidad y crisis, que el proceso de cambios fallido abrió en el país. Y esa nueva correlación o tendrá vocación de mayorías, o no será. Una vocación que tampoco puede hoy ser plebiscitaria e inorgánica; esa mayoría sólo puede surgir del acuerdo entre partidos políticos.

Un consenso tanto para el proceso constituyente, como en los asuntos de gobierno, poniendo en el centro las principales preocupaciones del país, por sobre la agenda de uno u otro grupo de presión, como puede ser la crisis de seguridad pública. Es en esta tesitura donde Socialismo Democrática tiene una ventaja comparativa crucial: su capacidad de dialogar y construir consensos a su izquierda (Apruebo Dignidad), a su costado (la DC) o a su Derecha (UDI, RN y potencialmente PDG).

 ¿Qué pasa con Tarapacá?

Lo que parecía necesario a nivel nacional, también lo es a nivel regional. Tarapacá necesita urgentemente una centralidad político-orgánica que oriente y articule los esfuerzos locales, construyendo acuerdos del campo popular y democrático en torno a ciertas ideas eje y en torno a ciertos cuadros para impulsar en una previsible nueva elección de convencionales.

El nivel de dispersión política en las fuerzas democráticas de Tarapacá, incluyendo y más dramáticamente a los partidos que sostienen el gobierno, es desconcertante. ¿Cuál será la “bajada” regional a los desafíos que se plantean nacionalmente?, o, más importante incluso, ¿cuál será el componente regional tarapaqueño en el diseño de gobernanza nacional ante la crisis?

Esta suerte de “despiste estratégico”, puede ser catastrófico en la región. A nivel de la gestión de lo público, si no se logra consensuar una carta de navegación para enfrentar las urgencias, podemos esperar nuevas protestas, donde sectores de corte fascista, pueden hacer que parte de ellas degeneren en violencia xenófoba, o, asimismo, dar alas a sectores más retardatarios que pretenden desestabilizar el gobierno y bloquear el proceso de cambios.

Si bien es cierto que no se puede afirmar que ese 68% que votó rechazo a nivel regional, hoy está necesariamente identificado con la Derecha, también lo es que se trata de un voto de vocación conservadora, que mañana sí puede cristalizar posiciones contrarias a todo cambio y gestión progresista. Parafraseando a Winston Churchill, esta batalla por recuperar esa parte del pueblo de Chile para las transformaciones democráticas se antoja larga, “porque los que tenemos que ganar, vamos perdiendo”.

¡Actuad aquí y ahora!

En Tarapacá hay enormes capacidades disponibles, potentes liderazgos y larga tradición política; como asimismo hay un marco histórico concreto que posibilita la articulación y gestión de grandes acuerdos. Avanzar en derechos sociales clave como vivienda, educación, medioambiente; reformas del sistema político como descentralización efectiva; dar un salto en la matriz productiva reimpulsando la industrialización y su base logística; así como enfrentar temas urgentes y críticos como el de seguridad pública y la crisis migratoria, ofrecen a lo menos una sólida baza de partida.

¿Dónde está el factor “subjetivo”, que catalice esta senda a partir de los elementos “objetivos” antes expresados? Abundando en lo antes señalado: por su posición en el centro del arco progresista, por su experiencia en la gestión de asuntos públicos, por su lugar en el Gobierno y el Congreso, y por su trayectoria negociadora… es Socialismo Democrático quien está en mejores condiciones de emprender esta tan indispensable como impostergable tarea. Y ¡ojo!, no para caer en nuevos mesianismos, sino para invitar a una gestión compartida con otros actores, dentro y fuera del gobierno, de un momento crítico que ofrece múltiples peligros… y también oportunidades.

El titular de esta columna nos remite a esa frase icónica de la socialista Flora Tristán en 1843, “Proletarios del mundo… ¡Uníos!”, un llamado a la unidad y la acción, para una fuerza hasta entonces dispersa e inerme que tenía el potencial de cambiar la historia. Guardando distancias obvias, aquí la interpelación es similar:  si “Socialismo Democrático” tiene el potencial de convocar un gran espacio de convergencia para el desarrollo de Tarapacá, ¿por qué no lo hace?, sólo ellos lo saben, pero lo cierto es que el futuro está llamando ahora a su puerta… y nunca lo hace dos veces.

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