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Iván Valdés,  Periodista. Máster en Relaciones Internacionales y en Estudios Latinoamericanos.- Hace pocos días se llevó a cabo un encuentro ampliado de los partidos... Aumentar la base de sustentación del proceso de transformaciones…  ¡Un mandato de la historia!

Iván Valdés,  Periodista. Máster en Relaciones Internacionales y en Estudios Latinoamericanos.-

Hace pocos días se llevó a cabo un encuentro ampliado de los partidos y movimiento de Apruebo Dignidad (AD), la alianza original del Presidente Boric. En buena hora. Afianzar la coordinación y ojalá la síntesis de quienes son clave en la lucha por lograr que Chile avance en su proceso democratizador, siempre será una buena noticia… eso sí, siempre y cuando, la convergencia no se reduzca sólo a este grupo.

Siempre se supo que este proceso sería complejo, que habría grandes obstáculos y adversarios, pero lo que no se esperaba, era que el campo conservador, iba a captar cada vez mayor adhesión popular. Y ahí está el centro del desafío, o el proceso de cambios tiene efectiva vocación de mayorías, o no será.

Apruebo Dignidad obtuvo 21% en la elección de Diputados; 20% en la de Senadores; 19% en la de Convencionales Constituyentes; y 25% en la primera vuelta presidencial con Gabriel Boric. Eso es lo que representa en la voluntad política de la ciudadanía. Un peso muy importante, sin duda, pero insuficiente para impulsar un enorme proceso de transformaciones estructurales, que pretende dejar atrás definitivamente el sombrío legado de la dictadura.

Avanzar en la síntesis Apruebo Dignidad-Socialismo Democrático

Ante esta situación, el Presidente y su equipo fueron audaces al plantear la necesidad de ampliar su base de apoyo, incorporando a los partidos socialdemócratas, nucleados en la coalición “Socialismo Democrático” (SD). Un paso, que, en lo formal, permitió prácticamente duplicar el peso político del Ejecutivo. Sin embargo, esto resultó aún insuficiente, pero no sólo en lo cuantitativo – se requiere a lo menos más del 50% de la representación política- sino también en lo cualitativo, dado el insuficiente diálogo, y menos síntesis, de ambas coaliciones.

Y como muestra un botón: en la reunión de AD en Tarapacá, no estuvo invitado SD. Curioso, por decirlo menos, considerando a lo menos, la importancia crítica que hoy tiene el Congreso, y que, en la región, de tres parlamentarios de gobierno, dos son de Socialismo Democrático. Es decir, no sólo falta la incorporación de nuevos actores a la construcción colectiva por un Chile mejor; sino que incluso los actores que participan no logran articularse aún como un todo coherente.

Entendimiento estratégico con la DC

Cabe puntualizar que cuando en esta reflexión se plantea la incorporación de nuevos actores, no se está hablando necesariamente de la incorporación al gobierno. Y por nuevos actores, no se puede no mirar al “elefante en la habitación”: la Democracia Cristiana (DC). El proceso de cambios en curso a obligado a todos a tomar posición, y en este caso, ha cristalizado la existencia de las históricas “dos almas” en la Falange: la progresista y la conservadora. Todo, por cierto, enunciado de forma muy esquemática. Lo interesante es que fue el “alma progresista” la que triunfó en las últimas elecciones internas, posicionándose de manera muy clara en apoyo del gobierno y del trabajo de la Convención Constitucional. Frente a ésta, el “alma conservadora” se reconoce en una frase ya célebre de una de sus exponentes, que aboga por “tomar palco”.

¿Qué hacer con la Democracia Cristiana? Lo primero que habría que explicitar en la ecuación, es que el proceso de transformaciones necesita a la DC, o por lo menos a una parte de ella, por el simple ejercicio de la aritmética del poder. Frente a la anterior premisa, es indispensable avanzar en una convergencia estratégica con este partido, que, por demás, es también expresión social y política de nuestro pueblo.

Y tender la mano a la DC es también influir en la correlación de fuerzas generales en torno a los cambios, dado que la DC es también un campo en disputa. Si los sectores progresistas no resultan respaldados y quedan solos en su postura explícita a favor de los cambios, sobre todo en un momento que importantes segmentos ciudadanos comienzan a situarse al lado del campo conservador; quienes apuestan por “tomar palco”, podrían ser hegemónicos en dicho partido mañana. Eso, sería un golpe muy duro para el proceso.

Aquí, otro ejemplo local resulta ilustrativo: en Tarapacá, la única comuna donde ganó Gabriel Boric en segunda vuelta, fue Alto Hospicio, comuna donde su alcalde es DC, y donde se posicionó a favor del presidente. Decir que se ganó por la DC, sería sesgado; pero igualmente sesgado sería negar la influencia de su apoyo.

Agenda de convergencia para amplias mayorías desde lo regional

Finalmente, es este esquema de alianzas con “geometría variable”, hay que sumar intereses de organizaciones sociales, sindicales, o empresariales, así como temáticas de amplio interés general que no tienen un referente orgánico claro. Es evidente que el Presidente Boric obtiene su contundente triunfo en segunda vuelta -casi un 56% de los votos- con apoyos “prestados”, es decir, apoyos que llegaron desde fuera de su coalición originaria.

Y si bien, es claro que la “ex Concertación” le apoyó decididamente en el ballotage, lo cierto es que los votos obtenidos superan a la sumatoria de los sufragios obtenidos por Yasna Provoste y MEO. Es más, se produjo un hecho muy raro, como lo fue el que en segunda vuelta votaran más personas que en la primera. Acá también hubo mucho voto independiente que se sumó, en parte encantado por la promesa de cambios, y en parte para frenar a la derecha proto-fascista que representaba Kast. Un voto, por demás muy volátil.

Es así como, en el desafío de “sumar, no restar; multiplicar, y no dividir”, hay que atraer a todas las fuerzas de la centroizquierda en torno a un entendimiento estratégico, pero incluso hay que saber ir más allá. Es posible construir una agenda democratizadora en la que converjan incluso sectores que políticamente no se sientan interpretados por la izquierda o la centroizquierda. No deja de ser interesante, por ejemplo, el fenómeno del Partido de la Gente, que congregó un amplio abanico de voluntades, sin que podamos enmarcarlas claramente en las variaciones del clivaje izquierda/derecha.

Ejes de construcción: descentralización, derechos sociales, desarrollo y seguridad pública

Parece posible avanzar en amplios acuerdos transformadores en a lo menos 4 áreas estratégicas: descentralización, derechos sociales, desarrollo económico, y seguridad pública. Un acuerdo en donde las autoridades electas de la región deben jugar un papel protagónico, más allá de sus respectivas militancias.

1 En descentralización, existe un amplio consenso en transferir atribuciones, capacidades y presupuestos del Estado central, hacia las estructuras de gobierno subnacionales, como las gobernaciones y los municipios. Resulta bastante claro hoy, que mientras más cerca de los territorios se encuentre la toma de decisiones, mejor es la gestión pública.

2 En derechos sociales, si hay algo que une voluntades, es superar el modelo de Estado subsidiario en materia de derechos sociales, tal como lo vimos en la Convención: asegurar derechos como Vivienda, Salud y Educación.

3 En Desarrollo Económico, existen acuerdos amplios en a lo menos tres campos: mayor participación estatal y recaudación fiscal de carácter progresivo; diversificación productiva; y sofisticación, mediante la generación de valor agregado. Esto último puede ser muy útil, por ejemplo, a la hora de construir un nuevo modelo para una Zofri en crisis estructural.

4 En seguridad Pública, existe la necesidad y las condiciones para un gran acuerdo -como hoy lo intenta el Presidente Boric- que no tenga complejos en el perfeccionamiento de la coerción legítima por parte del Estado, pero que no se reduzca a aquello. Que avance en prevención, reinserción y recuperación popular de los espacios públicos.

El desafío está planteado. Nadie podría intentar disputarle el rol protagónico de Apruebo Dignidad en este trance histórico, pero la pregunta es qué tipo de liderazgo pretende asumir: uno identitario reivindicativo, o uno convocante y colaborador. Y es que, en síntesis, sin aumentar la base de sustentación del proyecto, éste está condenado; y la forma de aumentar esa base, a lo menos, debe avanzar en tres grandes componentes: generar un espacio real de síntesis entre Apruebo Dignidad y Socialismo Democrático, en tanto partidos de gobierno; construir un acuerdo estratégico con la DC; y. por último, elaborar local y nacionalmente, una agenda de transformaciones -con las autoridades electas- que sea convocante más allá del clivaje Izquierda/Derecha. Hoy, más que nunca, las esperanzas de un Chile mejor descansan en una vieja máxima: “ningún aliado es demasiado pequeño”.

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