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Paulo Lanas, Historiador.-  Cuando recién se extinguen las llamas del ex vertedero El Boro, después de más de diez días de esparcir sin cesar... Huantajaya bajo la amenaza del vertedero.

Paulo Lanas, Historiador.- 

Cuando recién se extinguen las llamas del ex vertedero El Boro, después de más de diez días de esparcir sin cesar sus gases tóxicos, no somos capaces de dimensionar los efectos que conllevará a la población hospiciana el convivir con esa “creación humana” donde, bajo ninguna planificación, decidimos dejar nuestros desperdicios a modo de “esconderlos bajo la alfombra”.

Estando a cargo de la Municipalidad de Iquique y donde si bien hace un par de meses se decretó oficialmente su cierre, en los caminos de acceso al vertedero continúan dejando basura y escombros, ante la negativa de los usuarios de pequeños camiones a pagar por el uso de Santa Inés, un nuevo depósito de carácter privado.

¿Qué pasará entonces con el ex vertedero? Controlada esta urgencia, ¿ocurrirá nuevamente otro siniestro?  Según la Seremía de Medio Ambiente de Tarapacá, es necesario realizar un plan de cierre y dejar pasar más de veinte años para que esos espacios puedan tener nuevos destinos -similar situación ocurre en el ex vertedero Alto Molle, ubicado en calle Santa María sector condominio Santa Ángela-. Por mientras, en lo urgente, nos preguntamos qué pasará con las personas que viven dentro del basural en condiciones paupérrimas, como también con la salud de la gran población del sector El Boro, que ha tenido que soportar los errores de planificación, burocracia y falta de visión.

Uno de los actores olvidados en toda esta emergencia ha sido la proyección cultural de la comuna. Recientemente declarado Monumento Nacional en su categoría de Monumento Histórico, el antiguo pueblo de Huantajaya y sus cerros San Agustín y San Simón, es el único que ha recibido dicha protección por parte del Estado y actualmente ve amenazada su proyección como lugar de investigación y cultura.

 

Ubicado a espaldas de donde se encuentra el actual ex vertedero recién extinguido, por razones de predominio del viento, es quizás el lugar que más recibe los hedores y organismos que provienen del depósito de basuras clausurado. Es por ello que la carga de humo tóxico ha cubierto por estos días los antiguos vestigios que nos hablan del pasado de una población que se instaló desde tiempos prehispánicos en los cerros hospicianos.

Este contaminante agente se suma a las siempre presentes moscas que pululan desde el basural hacia el Monumento Nacional, lo que impide, en muchos casos, tener una agradable visita de conocimiento y turismo en Huantajaya.

Cabe agregar a lo anterior la gran cantidad de microbasurales en los que abundan neumáticos, ropa proveniente de zona franca y cuánto desperdicio humano decida arrojarse a la orilla de los caminos. Todo esto entrega, a pesar de los innumerables esfuerzos de la población y las autoridades, un aspecto deprimente en muchas ocasiones a este importante sitio patrimonial, que prontamente debe revertirse.

Con recursos públicos y el esfuerzo de la comunidad, hoy Huantajaya busca avanzar en su protección y puesta en valor, que permita proyectar un museo o centro de interpretación en sus inmediaciones, el cual albergará los distintos aspectos de la actividad minera prehispánica, colonial y republicana en la región. Sin embargo, para lograr aquello, se necesita dejar atrás el lastre que ha significado para el territorio de Alto Hospicio, y sus habitantes, convivir con actividades poco amigables con el desarrollo de la vida humana.

Los basurales, los microbasurales, los depósitos de materiales peligrosos, entre otros, deben ser atendidos planificadamente en la proyección que Alto Hospicio en su territorio. La variable medioambiental es sin duda el sostén del desarrollo de la vida humana, a partir de esta se posibilita a la comunidad y a la ciudad avanzar en el conocimiento, la cultura y el turismo.

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