El conflicto Ruso-Ucranio y el rol de “occidente”: Crónica a una guerra evitable
Opinión y Comentarios 2 marzo, 2022 Edición Cero
“La guerra es la política por otros medios”… Carl von Clausewitz.
Iván Valdés, Periodista. Máster en Relaciones Internacionales y en Estudios Latinoamericanos.-
Siempre será más fácil para la propaganda, poner cualquier conflicto en términos de “buenos” y “malos”, y sin duda es funcional también como arma política frente al adversario. Pero en la historia, rara vez la ecuación real es tan simple. No cabe duda de que la acción rusa es una invasión de conquista, un tipo de guerra que uno esperaría la civilización dejase atrás; pero no cabe duda también que la causa del conflicto no está en las decisiones de Moscú, sino en las de Washington.
La autodesintegración de la URSS y su insólita retirada unilateral de la llamada “Europa del Este”, abrió una oportunidad única para un nuevo marco de seguridad colectiva en el Viejo Continente, que superara las lógicas bipolares de la Guerra Fría. Por lo menos, esa era la arriesgada apuesta -un tanto naif- del grupo dirigente encabezado por Gorbachov en El Kremlin… y sin embargo, lejos de aquello, los ideólogos de La Casa Blanca de Reagan, vieron la oportunidad de consolidar lo que consideraban una victoria definitiva, teniendo como resultado esperado un marco hegemónico mundial dirigido por ellos mismos.
Preparando el “Cerco Estratégico” contra Rusia
Tras el fin del “Pacto de Varsovia”, alianza de seguridad colectiva que nace como respuesta a la OTAN, muchos esperaban la disolución de todos los bloques militares en Europa… y sin embargo, la OTAN, no sólo se mantuvo, no sólo no cambió su objetivo fundamental de enfrentarse al “enemigo del Este”, sino que procedió a su ampliación. Aún no deja de sorprender la aparente ingenuidad del grupo dirigente soviético en aquel momento, considerando que dicho país, tuvo en sus manos durante largo tiempo, las bazas claves para imponer muchos de sus términos, entre otras, sus propias tropas y el de aliados en buena parte del Viejo Continente. Pero sólo para graficar aquello, cabe recordar que ante la negativa de La Casa Blanca a disolver la OTAN , El Kremlin, y considerando que EE.UU. enfatizaba que dicha coalición militar no tenía por objetivo a la URSS, ¡solicitó el ingreso de su país a dicho bloque!… cuestión que fue negada. Era claro quien seguía siendo el “enemigo”.
La expansión de la OTAN, en la perspectiva de crear un “Cerco Estratégico” a Rusia, comenzó con la absorción de la República Democrática Alemana (RDA), por parte de la República Federal Alemana (RFA), y su posterior incorporación a dicha alianza militar en 1990. Un movimiento que en sus comienzos ni siquiera agradó a París o Londres, por las imágenes aún amenazantes de una Alemania unificada y militarizada que dejó la Segunda Guerra Mundial. Impensablemente, el acuerdo fraguado entre Bonn y Washington, fue aceptado en Moscú. Esto, según aclara en sus memorias Gorbachov, fue bajo la clara promesa, ya entonces, de no seguir expandiendo la alianza. En esos momentos -y sin duda podría haber resultado- una segunda apuesta hubiera sido una Alemania unida, pero desmilitarizada y neutral, muy similar al estatus de Finlandia, que es lo que hoy Putin exige para Ucrania.
Una apuesta que incluso podría haberse sometido a referéndum para que decidieran los propios alemanes. Alguien alguna vez dijo que, a confesión de partes, relevo de pruebas… el propio Canciller de la RFA de ese momento, Helmut Khol, reconoce en sus memorias, el temor que le provocaba el que se instalase la idea que fueran los ciudadanos alemanes los que decidieran la política militar del país, y no sus gobiernos, ante la certeza de que la neutralidad y desmilitarización se impusiera masivamente, dada la popularidad del movimiento antibelicista en ambas Alemanias.
La ruptura del compromiso y la cuenta regresiva a la actual crisis
Pero esta fue sólo la primera pieza en caer de la fila del dominó. En la Cumbre OTAN-Rusia, realizada en París el 27 de mayo de 1997, con gran ampulosidad se anunció el “Aparcamiento de la Guerra Fría”, y sin embargo, era la escenificación de la derrota rusa, o mejor dicho, del engaño poco disimulado de Occidente. La clave de dicha reunión fue la suscripción del principio de la “Indivisibilidad de la Seguridad”, es decir, que ningún país o bloque podía fortalecerse en desmedro de la seguridad del otro: era la gran promesa de no seguir expandiendo la OTAN hacia el Este, pues eso iría en desmedro claro de la seguridad rusa.
Dos años más tarde, en 1999, ingresan al bloque Polonia, Hungría y República Checa, ex miembros del Pacto de Varsovia. En 2002, rompiendo un nuevo código, ingresan las ex repúblicas soviéticas bálticas de Lituania, Letonia y Estonia, además de Bulgaria, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia.
El detonante ucranio
La gota que rebalsó el vaso fue la crisis ucraniana de 2013. Hablar sobre las características de Ucrania supondría una columna aparte. Pero en general, hay consenso en afirmar que es un estado cuya comunidad ha estado históricamente marcada por un sector más nacionalista, identitario, habitualmente asentado en las zonas occidentales del país, con características económicas más bien agrarias. De ahí surgieron líderes nacionalistas o protofascistas como Stepan Bandera; o libertarios como Néstor Majnó, que desde opciones diversas tuvieron en común el enfrentarse a las corrientes hegemónicas en Rusia. Y por otro lado, en la zona oriental, más minera e industrial, si se quiere y de manera muy arbitraria teniendo como cuasi frontera natural el río Dnieper, están los sectores de la población más rusófila.
Volviendo a 2013-14, durante la presidencia de Víctor Yanukóvich, líder del entonces movimiento “pro-ruso”, Partido de las Regiones, con asiento electoral fundamentalmente en el este del país, es derrocado en medio de masivas protestas y acciones insurreccionales protagonizados por movimientos nacionalistas y “pro occidentales”, con una llamativa presencia de grupos neonazis. Esto, debido al rechazo del entonces presidente, de firmar un “Acuerdo de Asociación” con la Unión Europea.
En su lugar, surgen nuevos liderazgos de corte nacionalista, que levantan como una de sus principales reivindicaciones… ¡el ingreso de Ucrania a la OTAN!, el cual es aceptado para tramitación por la alianza militar. Este peligro estratégico, es el que lleva a Rusia a ocupar la península de Crimea, con su base naval irremplazable de Sebastopol, en el Mar Negro. Cabe agregar que Crimea siempre formó parte de Rusia, hasta un cambio administrativo en la URSS en 1954, que lo traspasa a Ucrania, cuestión que entonces no tuvo importancia, pero que si la tuvo después. En medio de esta crisis, sectores del este del país hacen su propia insurrección y ocupan una parte de la región industrial del Donbas, que daría paso a una prolongada guerra civil que se cobraría más de 14 mil muertos.
Capítulo V OTAN: el ataque contra uno es ataque contra todos
Es a raíz de esta crisis y en el contexto de las crecientes preocupaciones rusas por una nueva expansión de la OTAN, esta vez a ex países soviéticos que mantienen conflictos con Moscú, como son Ucrania y Georgia, que se inicia este movimiento de fuerzas. Cabe agregar que el Capítulo V de la Carta de la OTAN, establece que el ataque contra uno de sus miembros se entenderá como un ataque a todos, está ahí el quid del asunto.
Frente a esto, las demandas históricas de Rusia son esencialmente tres: detener la expansión de la OTAN, generar una zona de distención en su entorno geográfico de países neutrales, y construir un nuevo marco de seguridad europea donde Rusia no sea enemigo, sino socio. Si estas aspiraciones, indispensables para dar seguridad a todas las partes se hubiesen acogido, este conflicto no hubiese ocurrido. Aún se está a tiempo de una salida diplomática que abra el camino a la paz definitiva, una paz que para que sea estable, debe acoger los intereses de todos, y no esta Pax Americana, donde la imposición hegemónica de sus intereses, ha generado los marcos de inestabilidad y crisis actuales.
Ya se ‘olvidó’ que la crisis de los misiles se originó porque EEUU tenía misiles nucleares cerca de Rusia, en Turquía e Italia; en la recíproca (principio intnl) al hacer lo propio Rusia y poner los suyos en Cuba,en 1962(desde donde podían atacar EEUU) se desató la histerica reacción de ese país, el único que ha usado ese armamento, tan destructivo, contra otro país (Hiroshima y Nagasaki, ciudades llenas de civiles, con el resultado de 60 mil muertos en fracciones de segundos, y las terribles secuelas posteriores, de muertes por cáncer, leucemia,deformaciones genéticas,etc).(veáse el libro ‘lo impensable’, del chileno Pablo Huneuus).