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Pedro Oróstica Codoceo Esto de los corredores bioceánico  para el territorio denominado Cono Central de Sudamérica, que reúne fronteras directas e indirectas de siete... La Parte Chilena del Corredor Bioceánico Central

Pedro Oróstica Codoceo

Esto de los corredores bioceánico  para el territorio denominado Cono Central de Sudamérica, que reúne fronteras directas e indirectas de siete países con el norte grande de Chile, fue una cuestión que a mi parecer,  comienza a gestarse por la década del 60 del siglo XX  desde la Municipalidad de Iquique. Variadas son las crónicas que se han publicado respecto a este tema; especialmente refiriéndose a los denominados

 – por el momento –  como los Corredores Norte Sur y Central.

En esta oportunidad, nos referiremos acerca de ellos. Pero el objetivo de esta nueva crónica es el  Corredor Central, y la parte de este que le corresponde a Chile. Lo que si  volvemos a señalar es  que, estas fronteras directas e indirectas de este  territorio  sudamericano  incluye a Perú, Bolivia, Chile, Paraguay, Brasil, Argentina y Uruguay. Para todos ellos, estas rutas logísticas,  constituyen hoy  preocupación y ocupación de estos gobiernos.

Lo importante en esta oportunidad es dejar clara la idea que lo  planteado ha  surgido desde Tarapacá. Cuando hacemos una retrospectiva regional,  vemos como en más de una oportunidad, se han mencionado los Encuentros de Alcaldes, Intendentes, Concejales, Vereadores y otras autoridades locales de este Cono Central , realizados  en la década de 1990 en esta capital regional.

En aquel entonces, estas autoridades locales, se comprometieron a solicitar a sus respectivos gobiernos centrales, la consolidación de   estas rutas bioceánicas,  construyendo   tramos faltantes  en cada región de estos países. Y así se hizo. Hoy en este territorio, se cuentan varias vías con estas características y que, al día de hoy, han sido  nombrados como los Corredores Bioceánicos Norte, Sur y Central.

El llamado Corredor Norte parte de Arica e Iquique en Chile y llega a Santos en Brasil. El Corredor Sur, desde Antofagasta – Mejillones y finaliza en Porto Alegre, Brasil. Ambos se encuentran oficializados y operativos en toda su extensión. Ahora, el llamado Corredor Central,  se inicia en la capital regional de Tarapacá y atravesando Bolivia y Paraguay llega al puerto de Paranaguá en  Brasil; pero no se encuentra oficializado por decisiones gubernamentales de Bolivia y de Chile.

 

En su momento el país altiplánico a través de su Cámara de Diputados estuvo de acuerdo en la pavimentación del tramo que les corresponde en  esta carretera bioceánica. Esto es,   desde a localidad de Uyuni  – perteneciente al Departamento de Potosí –  hasta la frontera con Chile. Pero por desacuerdos crónicos y otros intereses, la iniciativa era desperfilada.

Corredor Bioceánico Norte

 A este inicialmente se le denominó como “Primer Corredor Bioceánico” y como señalamos,  fue el resultado de esos Encuentros de Alcaldes que hemos referenciado. A pesar del largo tiempo que hubo de transcurrir para su finalización, estuvo claro que estas carreteras eran sinónimo de conectividad e integración. Fue así que solo en el año 2008 los presidentes de Chile, Bolivia y Brasil, concurren a su inauguración; Michel Bachelet, Evo Morales y Lula da  Silva, respectivamente.

Actualmente, entre otras localidades, los siguientes son los puntos que  conforman esta carretera. En Chile: Arica, Iquique, Alto Hospicio, Pozo Almonte, Huara y Colchane. En Bolivia: Pisiga Bolívar, Toledo, Oruro, Cochabamba, Santa Cruz de la Sierra, Roboré, Puerto Suárez. En Brasil: Corumbá, Campo Grande, Tres Lagoas. Baurú, Sao Paulo, Diadema, Santos.

Corredor Bioceánico Sur

 Este se perfiló  como el Segundo Corredor Bioceánico,  de acuerdo y en el marco de lo establecido en el Acta de Iquique de fecha 30 de julio de 1993, en el contexto del Primer Encuentro de Alcaldes a que nos  hemos referido; siendo Jorge Soria Q, al alcalde de la ciudad en aquella época. Esto dentro “del proceso de hermandad de los países de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay”.

En cuanto a su  recorrido se explicitaba que se iniciaría en  los puertos de Iquique, Tocopilla y Antofagasta, se juntarían  en Calama para llegar a Jujuy, Argentina, vía Paso de Jama,  continuando  por Corrientes, Resistencia y Santo Tomé, para entrar a Brasil por Sao Borja y arribar al Estado de Río Grande do Sul y de ahí a Porto Alegre. De aquí surgirían los  ramales a los cuales  hoy Brasil, Paraguay, Argentina y Chile dedican prolíficos esfuerzos, puesto que a través de esta ruta, estos países están arribando a los puertos del norte de Chile.

Corredor Bioceánico Central

 Esta proyectada carretera o Tercer Corredor, que une los océanos Pacífico y Atlántico y que tiene el potencial de constituir  gran apoyo al desarrollo y  sostenibilidad  de Tarapacá, aún se encuentra  detenida por titubeos  centralistas.  No obstante debe haber claridad e insistir que, esta ruta es de estratégica  trascendencia para la región y  sus comunas; como así mismo,   para  las localidades  bolivianas, paraguayas y brasileñas que  forman parte de este trayecto.

Algunas  de estas localidades, entre otras,  viniendo desde Brasil son; Paranaguá, Guarapuava, Campo Grande, Cascabel, Porto Murtinho. En Paraguay; Carmelo Peralta, Lomas Plata, Mariscal Estigarribia,  Pozo Hondo. En Bolivia; Villamonte, Tarija, Tupiza, Uyuni, San Pedro, Julaca. En Chile; Pica, Pozo Almonte, Alto Hospicio, Iquique. Hoy, solo algunos tramos están inconclusos.

“Corredor del Litio”

Actualmente desde Bolivia se ha comenzado a hablar del que han denominado como el Corredor del Litio, cuyo mineral y riqueza se encuentra asentado principalmente en el Salar de Uyuni. Su idea es sacarlo a los mercados a través de esta ruta,  que pasa por Bolivia y llega a Hito 60 ubicado en la frontera con Chile, específicamente en Tarapacá. La distancia entre Uyuni y la frontera chilena  es de unos  300 kilómetros, los cuales no se encuentran pavimentados aún.

La parte chilena del Corredor Bioceánico Central

De acuerdo a lo reseñado, Chile forma parte de esta ruta que indistintamente se inicie desde el puerto de Paranaguá en el Atlántico brasileño o desde esta capital regional  en el Pacífico. El hecho es que este tramo chileno alcanza unos 224 kilómetros. Desde  Tenencia Ujina a Iquique tenemos alrededor de 200 kilómetros y desde Tenencia  Ujina a Hito 60 – la frontera con Bolivia –  otros 24 kilómetros. Esto,  de acuerdo a información precisada por Vialidad y aportada desde el Ministerio de Obras Públicas de Tarapacá,  a solicitud realizada en este sentido.

De estos 224 kilómetros, 200 corresponderían a la carretera de pendiente suave y de alto estándar construida en su oportunidad por la minera Doña Inés de Collahuasi. Esta carretera, no presenta  la geografía de otras latitudes regionales, donde las prominencias cordilleranas presentan alturas  insoslayables, que alcanzan  los 5.000 metros sobre el  nivel del mar.  Respecto a los 24 kilómetros restantes de Tenencia Ujina a Hito 60, estos aún se encuentran solo ripiados.

Como puede verse, es bastante poco lo que le resta a nuestro país para tener su parte  terminada.

Conclusión

 Quizá llega la hora que la dirigencia gubernamental de Chile y Bolivia, se pongan de acuerdo para concretar y dar apertura a esta parte final del Corredor Central en ambos países.  Chile solo debe cementar estos 24 kilómetros de acuerdo a la información dispuesta. El resto ya está construido y   – como dijimos –  corresponde a  la carretera Inés de Collahuasi que llega a Iquique.

Y aunque resulte de perogrullo, valga volver a insistir en la  importancia de esta ruta logística bioceánica para establecer colaboración y acuerdos entre las localidades de estos territorios sudamericanos, los cuales la requieren. Especialmente para desarrollarse en términos turísticos, culturales y del fomento productivo.

Finalmente señalar que,  esta rutas terrestres bioceánica constituye una plataforma estratégica  para Tarapacá. Toda vez y dada la pertinencia de establecer sostenibilidad para su accionar económico – socio – cultural,  y sobre todo,  a objeto de excluir, en perspectiva del siglo XXI,  esos históricos fantasmas de crisis que le conocemos.

 

 

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