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Un crudo análisis al proceso constituyente, realizó el colectivo Por Cambios de Verdad, tras la instalación de la Convención Constitucional, principalmente por los pasos... Colectivo Por Cambios de Verdad emite comunicado: “Adelante, pueblo de Chile, la lucha continúa”.

Un crudo análisis al proceso constituyente, realizó el colectivo Por Cambios de Verdad, tras la instalación de la Convención Constitucional, principalmente por los pasos previos impulsados por la clase política. Además, reconocen la elección de Elisa Loncón, mujer de origen mapuche y con una tremenda trayectoria académica.

«Las cosas se han complicado para la clase política, porque son una clara minoría en la Convención. La primera expresión de la mayoría, la que está por cambios profundos en Chile, ha sido la elección de una machi mapuche como su Presidenta, Elisa Loncón. En su vibrante discurso inaugural, totalmente improvisado, ella habló de un Chile nuevo, distinto al actual, plurinacional, tolerante y justo», dice en parte el documento.

SE HA CONSTITUIDO LA CONVENCIÓN CONSTITUCIONAL.

Este domingo 4 de julio, se realizó la ceremonia de inauguración y constitución, en Santiago, de la Convención Constitucional, elegida por el pueblo de Chile para lo que supuestamente será una «nueva» constitución política. El acto estuvo rodeado de antecedentes y eventos muy importantes que destacar. En primer lugar, como lo hemos dicho incesantemente desde el mismo momento del plebiscito que fue llamado a constituirla, elevamos nuestro más categórico rechazo a lo que, a todas luces, constituía una clara diferencia con lo que el pueblo chileno quería, una Asamblea Constituyente. En su lugar, se nos obligó a votar por algo diferente, lo que se llamó Convención Constitucional.

Desde entonces, a pesar de la pandemia del Covid 19, que ha favorecido espectacularmente a la clase política profesional del país, los chilenos más decididos a cambiar las estructuras políticas, sociales y económicas de nuestra patria, no hemos cejado jamás de denunciar en las calles y en todos los medios en que nos es posible, lo que fue un evidente engaño a la ciudadanía. Esto explica por qué ayer miles manifestantes salieron a las calles a reiterar su rechazo al sentido que siempre tuvo la Convención Constitucional.

El movimiento popular de ayer fue reprimido con la brutalidad que ya es una característica del actual gobierno, la permanente dura represión contra las manifestaciones populares. Las Fuerzas Especiales de Carabineros, como es habitual, usaron toda su maquinaria represiva, incluidos los balines, que una vez más, por los antecedentes que ya se tienen, fueron lanzados al rostro de manifestantes. Aprovechamos esta oportunidad para exigir una profunda investigación en torno a los nuevos abusos cometidos ayer por las Fuerzas Especiales, así como el correspondiente castigo a sus autores.

Como ha sido siempre nuestra enseña política, en tanto Colectivo Político de izquierda e independiente, una vez más nos dirigimos a la ciudadanía con la mayor franqueza y claridad.

Para empezar, aunque la votación del plebiscito fue voluntaria, nunca en todo el período transcurrido desde el fin de nuestra antigua democracia en 1973, tantos chilenos habían emitido su voto en este acto electoral. Las opciones mayores eran APRUEBO o RECHAZO a un nueva constitución. Más del 79% de esa multitud se pronunció por terminar con el vigente orden constitucional, impuesto por la dictadura en 1980, de manera fraudulenta y bajo la presión represiva y armada como en estado de guerra, de un régimen fascista.

Desde las primeras manifestaciones que se iniciaron el 18 de octubre de 2019, quedó en total evidencia que el pueblo movilizado quería una Asamblea Constituyente, lo que significa que ciudadanos institucionalmente independientes de los partidos políticos serían los redactores de la nueva constitución. En un comienzo, todo el mundo en Chile, incluida la clase política, hablaban de una Asamblea Constituyente, pero aquí vino el mayor engaño.

Los intereses propios de la burguesía empresarial neoliberal nacional y transnacional, chocaron violentamente con la posibilidad de una Asamblea Constituyente. Es decir, su primer y natural enemigo era la derecha. Sin embargo, a este enemigo, se sumó otro, la mayor parte de la clase política profesional nacional, encarnada por la mayoría de los parlamentarios en ejercicio. Así fue que un oscuro conciliábulo reunido a puertas cerradas, secretamente, y sin que los chilenos lo supieran, tuvo lugar en diciembre de 2019. Eran los dirigentes de todos los partidos de la derecha, Chile Vamos, y de la ex – Concertación, que llamaron a ese pacto con el rimbombante nombre “Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución,” destinado a que no hubiera paz en Chile, y menos aún, una constitución nueva.

Sorprendidos por el resultado del plebiscito, y sabiendo que son minoría, esos políticos se reunieron con un solo objetivo: impedir que el pueblo de Chile se diera una constitución que remplazara a la actual, a pesar que, falazmente, su acuerdo llevaba el falso apelativo “nueva constitución.” Es decir, dicho con claridad, se reunieron para acordar cómo evitar que los chilenos nos diéramos una constitución política que refundara constitucionalmente el Estado chileno, y, con ello, se pusiera fin al régimen económico neo-liberal imperante. En su lugar, impusieron la ley 21.200, que lo primero que acordó fue quitar la denominación “constituyente” a la convención, que ellos mismos así habían definido días antes. Remplazaron ese término por “constitucional,” lo que significa algo muy distinto. “Constitucional” significa que el proceso iniciado ayer, no se llevará a cabo en forma nueva y democrática; es decir, que se hará todo con arreglo irrestricto a la espuria y antidemocrática constitución de Pinochet.

El acuerdo mayor a que llegó aquel conciliábulo que echó al tacho de la basura la voluntad mayoritaria del pueblo, como así también los inmensos sacrificios sufridos por miles de compatriotas a lo largo de todo el país, en calles y en comisarías. Así, la mayoría ciudadana que inequívocamente se pronunció en el plebiscito de octubre de 2019, con un 80% de los votos, emitidos por millones de chilenos, fue remplazada por los votos de un tercio en la Convención, poco más de unos 50 individuos, PARA QUE NO HAYA NINGÚN CAMBIO CONSTITUCIONAL EN EL PAÍS, NI SIQUIERA PARA REFORMAR LA ACTUAL CONSTITUCIÓN. ¿Qué es eso, si no una inmoralidad política, una vulgar bofetada en el rostro a la voluntad popular?

Además, la ley 21.200 obligó a los que fueron sus candidatos independientes de los partidos políticos, al acopio de firmas y muchos otros requisitos que hicieron imposible la postulación de muchos chilenos independientes. Esto lo acordó ese conciliábulo a sabiendas que el pueblo tiene el más profundo desprecio por la actual clase política, que en las mejores encuestas apenas cuenta con un 2% de apoyo, y sobre todo, que quiere que las cosas cambien sustancialmente.

En el plebiscito, además, si ganaba el APRUEBO, se votaba entre las opciones “Convención Mixta,” y “Convención Constitucional,” un invento enteramente fraguado por el referido conciliábulo, que permitía la presencia de políticos profesionales en el proceso si ganaba el APRUEBO. Y no sólo eso, en todo este tongo, quienes votaban RECHAZO, podían también elegir entre esas dos opciones. En suma, los chilenos no tuvimos la posibilidad de elegir una Asamblea Constituyente.

¿Quién podría negar que, aunque haya honrosas excepciones, la política profesional e institucional chilena atraviesa por la más grave crisis moral de su historia? A todas luces, la política nacional está severamente atravesada por la corrupción y la ineficacia y, sin embargo, ese puñado de individuos, todos parlamentarios, impusieron la Convención Constitucional, en lugar de lo que el pueblo quería, LA ASAMBLEA CONSTITUYENTE. No puede ser más siniestro, que hicieron esto usando las mismas leyes de la constitución de la dictadura, la misma que el pueblo quiere cambiar. Repetimos, la clase política no quiso una Asamblea Constituyente, por una razón muy sencilla: en ella, la reglamentación del proceso y los acuerdos se votan con mayoría simple, 50% más 1, y no con dos tercios, como tendrá que ser ahora.

La derecha nacional no podía estar más feliz con la maniobra pactada con la ex – Concertación, puesto que con sólo un tercio de los miembros de la Convención que sean de derecha, no hay ninguna posibilidad de cambiar absolutamente nada en Chile. Hasta hace poco, la derecha seguía feliz, porque si no ganaba ese tercio, como derecha pura, pensaba que lo conseguiría ganándose algunos votos entre la ex Concertación; es decir, sus socios en el acuerdo pactado en diciembre de 2019. En verdad, una vez contados los elegidos, sólo necesita 17 votos más para alcanzar ese anhelado tercio.

Sin embargo, aun así, no perdamos las esperanzas de tener un Chile nuevo, de economía mixta y con un Estado solidario, equitativo, justo y realmente democrático. Es tan fuerte el clamor popular por cambiar las cosas, que una vez más, los autores del “Acuerdo por la Paz y Nueva Constitución” han empezado a preocuparse. La gran mayoría de los miembros de la Convención es de corazón CONSTITUYENTE; es decir, son chilenos que no actuarán como “constitucionales,” porque quieren realmente una NUEVA constitución, y no hacer algunos arreglitos a la actual, tal como lo hicieron todos los gobiernos elegidos a partir del fin de la dictadura, los dos de la derecha con Piñera y todos los de la ex – Concertación.

El peor de ellos, NO OLVIDARLO JAMÁS, no fue uno de la vieja y tradicional derecha que representa Chile Vamos, sino el del presidente Ricardo Lagos, que refrendó oficialmente la constitución de la dictadura; vale decir, su intención fue consagrarla legalmente para siempre, introduciéndole cambios menores, que en nada iban a tocar su esencia ultra-conservadora, anti-igualitaria y neo-liberal, con sus AFP, las gigantescas fortunas de unos pocos y la miseria de millones; con los dineros que ganan los mega-empresarios y especuladores, invertidos en proyectos en el extranjero o escondidos en paraísos fiscales; con la Salud y la Educación transformadas vulgares negocios, en lugar de ser proclamadas como sagrados derechos humanos que deben ampliamente garantizados y protegidos por el Estado.

Las cosas se han complicado para la clase política, porque son una clara minoría en la Convención. La primera expresión de la mayoría, la que está por cambios profundos en Chile, ha sido la elección de una machi mapuche como su Presidenta, Elisa Loncón. En su vibrante discurso inaugural, totalmente improvisado, ella habló de un Chile nuevo, distinto al actual, plurinacional, tolerante y justo.

Ahora, sólo le queda al pueblo seguir de cerca lo que ocurra en la Convención, sin confiarse ni creer que ya hemos ganado definitivamente. Cada día, hay que estar en las calles, con la misma fuerza de octubre de 2019, para frenar que la derecha se imponga; es decir, para impedir que algunos constitucionales de su socio, la ex – Concertación, sean tentados por ella a impedir que en nuestro país haya UNA NUEVA CONSTITUCIÓN POLÍTICA; que Chile cambie de verdad, con un Estado profundamente poderoso, realmente nacional, democrático y anti-neoliberal.

Es más, a pesar de la esperanza que tenemos que la derecha no consiga el tercio que ansía, hay que seguir luchando, porque ello es sólo una esperanza. Desde ahora, la lucha continúa, para que esta Convención, que el pueblo nunca quiso, cambie constitucionalmente de raíz a Chile; y también para que la Convención se transforme en ASAMBLEA CONSTITUYENTE, durante o después de su ejercicio.

Firma: Colectivo Por Cambios de Verdad

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