Edición Cero

A continuación presentamos el primer artículo, de una serie de cinco denominada «Raíces de Iquique»,  preparado por Diego Jiménez Rocha, estudiante de cuarto año de... Acampar en la costa, una larga tradición changa: Primer artículo de la serie «Raíces de Iquique» (Ikiki)

Ilustración 1: Toldos y carpas en Cavancha (1950). Fuente: Corbalán (2018)

A continuación presentamos el primer artículo, de una serie de cinco denominada «Raíces de Iquique»,  preparado por Diego Jiménez Rocha, estudiante de cuarto año de la carrera de Sociología de la Universidad Arturo Prat. En esta primera publicación, nos habla sobre la práctica de acampar en las playas del Borde Costero.

Con una serie de cinco notas que hemos denominado ‘Raíces de Iquique’ se busca ir tejiendo y visibilizando el aporte de nuestros ancestros y ancestras costeras a la identidad de la población iquiqueña y de Tarapacá (Collasuyu). La reflexión presente, explorará una de las tradiciones más difundidas en nuestras familias, y que no pocas veces ha llamado la atención de los medios locales de comunicación o de investigaciones científicas.

¿Quiénes fueron los antepasados costeros de Iquique – Ikiki?

Sin duda, actualmente la población de Iquique es profundamente multi-étnica y posee una bella diversidad que puede comprobarse en el mosaico de culturas que componen a su gente. Según los datos del Departamento de Extranjería y Migración (2009), los habitantes de otras nacionalidades en Iquique representan el 9,2% de su población, convirtiendo a la ciudad en la más cosmopolita a nivel país.

No solo es posible ver un gran número de ciudadanos de otros países de América, como Bolivia, Perú, Colombia, Venezuela, Cuba, Estados Unidos, etc. Sino también de muchos países asiáticos, de medio-oriente, Europa, África, y más.

Sin embargo, previo al recibimiento actual de todas estas nuevas familias, nuestro territorio ha sido aprendido, habitado y recorrido por numerosos ancestros y ancestras que descubrieron fuentes hídricas y alimenticias, oasis y especies marinas y terrestres de la zona costera, asumiendo y transmitiendo sus saberes y formas de vivir la sorprendente geografía de Iquique.

Así, cabe resaltar que una población arcaica de pescadores y recolectores habitó los rincones rocosos de nuestras costas desde hace más de 10.000 años antes del presente (A.P).[1] Durante todos estos años, desarrollaron innumerables avances civilizatorios en medio del desierto árido costero, adentrándose progresivamente desde la pesca y recolección de orilla, hasta la caza en las profundidades del océano, descubriendo las vertientes de las cuales afloraban aguas subterráneas en la misma costa, ocupando oasis formados por la camanchaca –niebla costera-, construyendo formas particulares de arquitectura, técnicas de momificación y desarrollando una cosmovisión de su vida y su entorno.

Con el tiempo, otras sociedades que se habían asentado en las alturas, los valles y el altiplano, entraron en un intenso contacto y mestizaje con estos ancestros costeros, instalándose progresivamente en el territorio, intercambiando saberes, objetos, alimentos, y estableciendo relaciones de intercambio que se convirtieron en verdaderas rutas de caravanas, como puede apreciarse en el último hallazgo de grupos caravaneros con “chalas de cuero de lobo” encontrados a 60 km del sur de Iquique[2].

Ilustración 2: Hallazgos arqueológico Fuente: TarapacáInsitu.cl

Lo que siguió en la historia y el devenir de estas poblaciones durante los periodos más recientes, coloniales y modernos, será material para próximas publicaciones. Lo que cabe resaltar por ahora, es que nuestra ciudad de Iquique y sus familias nativas, provienen en cierta medida de una herencia cultural que tiene miles de años, donde los rasgos de nuestras ancestras y ancestros costeros y andinos imprime hasta el día de hoy bellas tradiciones y saberes que son propios de la cultura iquiqueña.

Los últimos representantes de estos ancestros costeros, son actualmente los changos y changas del norte del país, denominación con la cual fueron identificados en general los grupos costeros y de pescadores durante la colonia europea en nuestro territorio, y que hoy es el nombre con que nos hemos empoderado de nuestra herencia cultural, la cual ha sido invisibilizada y obligada a desaparecer por las actuales leyes criminales que garantizan el saqueo del mar, empobrecen a los y las trabajadoras del mar y criminalizan el libre uso de nuestras artes de pesca y recolección de productos marinos.

Tradiciones vivas de nuestro patrimonio cultural

En la actualidad, llama la atención la manera en que las instituciones locales de Iquique, en su intento de mejorar el ordenamiento del borde costero, han buscado prohibir – en vez de controlar o mejorar- algunas tradiciones muy arraigadas por la población iquiqueña. El reciente año 2019 entró en vigencia una ordenanza que prohíbe con multas de hasta 5UTM el ruido (40 dc) y la preparación de asados en playas como Bellavista, Poza de los Caballos, Buque Varado, Playa Blanca y hasta en El Colorado[3].

Misma situación se ha presentado con el fuerte control policial y desalojos a las familias que todos los años se instalan en campamentos costeros en torno a las pozas y balnearios como Palo Buque, Playa Lobito, Los Verdes, Chanavayita, etc. [4]

Ilustración 3: Desalojo policial. Fuente: Cooperativa.

En este sentido, es importante visibilizar la relevancia  cultural que posee la socialización en estos espacios costeros para una importante parte de la gente de Iquique, así como el reconocimiento de diversos rasgos que nos unen a un largo aliento de nuestros ancestros costeros del norte grande.

Estructuras livianas, movilidad y herencia cultural

Los asentamientos originarios construidos por los antiguos habitantes de lo que hoy es la comuna de Iquique, como las aldeas de Los Verdes, Pisagua, Pabellón de Pica, Caleta Huelén, entre otras, muestran las especiales formas con que eran construidas sus viviendas (Núñez, 1970; Sanhueza, 1982; Urbina y Adán, 2008; Urbina, 2011, etc).

En ellas, resalta una tecnología de infraestructura liviana, basada en pilares de huesos de cetáceos y/o maderas, cubiertas de cuero de lobo marino, áreas de fogones para preparación de alimentos, y aldeas siempre ubicadas estratégicamente en espacios aptos para la recolección de peces y otros mariscos y recursos marinos.

Si bien existían áreas especiales, donde se realizaban importantes ceremonias y ritos funerarios, con construcciones sólidas de piedras que poseían incluso espacios subterráneos, fue de gran importancia para estas poblaciones de antepasados costeros la movilidad, y la re-ubicación constante de aldeas más dispersas, construidas con material ligero, y que permitían un acceso más directo a zonas ricas en productos y especies marinas valoradas.

Esta tecnología y forma de ocupar el espacio, está inserta en la herencia cultural de las generaciones actuales de familias que persisten en la tradición de instalarse año tras año en zonas alejadas de la ciudad para residir a veces semanas, meses e incluso toda la época estival (verano).

Ilustración 4: Campamento en Palo Buque. Fuente: Corbalán (2018)

Manuel Corvalán (2018), en su publicación sobre la “Tradición de movilidad y micro-urbanismo efímero” en Iquique, da cuenta de la importancia actual que posee desde el punto de vista patrimonial el sector de Playa Palo Buque, en donde numerosas familias locales han encontrado desde hace años, un enclave propicio para instalar sus viviendas transitorias durante los veranos, desplegando diversas estrategias y formas de asentarse.

Indagando en este ‘gusto’ por adentrarse en el territorio costero ya por los años 1940, señala:

“Como iniciadores de travesías con diferentes destinos comprendidos entre Iquique y el río Loa cabe mencionar a los grupos de amigos “Los Pineles” y “Huracán”, quienes desafiando las precarias conexiones se aventuraban durante semanas, con las provisiones precisas y el ímpetu de saber que el mar proporcionaba gran parte de la alimentación; pescando chalacos, tomoyos, cabrillas y algunos lenguados; extrayendo erizos, locos, lapas y apretadores.” (Corvalán, 2018)

Como menciona, estas agrupaciones en cada una de las playas no surgirían de forma casual, sino que anualmente las mismas familias se trasladan a los mismos lugares. Es más, mediante la simple observación es posible ver aún en Palo Buque la disposición de piedras como demarcadores del territorio de cada familia tradicional del lugar.

Así, Corvalán resalta que estos paisajes temporales son “formas de proveer espacio y lugar a la conservación de tradiciones sociales, realzando valores de cohesión y permitieron interacciones a manera de encuentro catártico” (Mehrotra y Vera, 2016).

En este sentido, finalmente, nos interesa visibilizar la importancia cultural que posee la socialización en estos campamentos costeros, principalmente en lo que respecta a distintos saberes relacionados a la vida en el mar, la pesca y recolección de productos, el armado y desarme de una arquitectura liviana que enfrenta al viento costero, secretos de la gastronomía tradicional marina, y un largo etcétera de aprendizajes en los cuales confluyen nuestras abuelas y abuelos, nuestros padres, tíos, y la alegría de decenas de niños que dan vida a estos espacios.

Afirmamos así que los campamentos costeros son para nuestras familias, un espacio-tiempo y a la vez una forma de transmitir saberes y conocimientos que tienen en algunos casos miles de años de continuidad. Los ritmos del mar, las horas precisas, los nudos de pesca, la forma de extraer los alimentos que brinda, los simples juegos, aprender a nadar, aprender a bucear y más recuerdos que podrá continuar todo aquel que haya vivido un par de semanas en estos campamentos.

REFERENCIAS

[1] Lautaro Núñez, Calogero Santoro (2011), Núñez y Varela (1967)

[2] Revisar noticia e imágenes en: https://www.reporteminero.cl/noticia/noticias/2020/08/encuentran-momias-y-restos-arqueologicos-en-trabajos-de-ampliacion-de-quebrada-blanca

[3] https://www.soychile.cl/Iquique/Sociedad/2018/04/20/529040/Aprueban-ordenanza-que-impide-hacer-asados-y-dormir-en-espacios-publicos.aspx

[4] https://www.tarapacaonline.cl/2021/01/10/patrullajes-nocturnos-para-evitar-la-instalacion-de-carpas-en-el-borde-costero-de-iquique/

Una respuesta a “Acampar en la costa, una larga tradición changa: Primer artículo de la serie «Raíces de Iquique» (Ikiki)”

  1. Mario Cruz Bustamante dice:

    Las poblaciones antiguas vivian en el borde costero pues dejaron vestigios de su presencia lo que menciona en este artículo pero, los que acamparon quizás vinieron con los carabaneros, estos venían y rdtaban un tiempo y regresaban. Creo que el mayor aporte lo dejaron los familias que venian de las salitreras a pasar vacaciones. Sobre todo las familias de obreros que pernoctabam en carpas confeccionadas con sacos harineros…es mi humilde opinión. Esto lo supe por mis familiares..