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Profesor, Doctor Haroldo Quinteros Bugueño A 39 años del conflicto que da título a este artículo, todavía hay argentinos que en estos días, en... ¿Recuerdan la Guerra de las Malvinas?

Profesor, Doctor Haroldo Quinteros Bugueño

A 39 años del conflicto que da título a este artículo, todavía hay argentinos que en estos días, en los que se recuerda la derrota trasandina en aquella guerra, piensan y repiten que «Chile traicionó a Argentina.»

Como sabemos, Las Malvinas, situadas en el sur atlántico americano y frente a la Patagonia argentina, son territorios insulares que fueron ocupados por el imperio británico en el siglo antepasado, denominándolas Islas Falkland. El tema de esta guerra no deja de ser complejo, así como el rol que jugó Chile en ella. Por las lecciones que dejó, conviene volver a tratarlo.

 En primer lugar, es bueno recordar que aun guardando proporciones en cuanto a volumen de población, la dictadura argentina fue la más sanguinaria de la «Operación Cóndor,» plan urdido en Washington que involucraba a las dictaduras reinantes en Chile, Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay y Bolivia. Esas dictaduras, todas de derecha,  se unieron y coludieron estrechamente para borrar de la faz de la tierra a los partidos de izquierda y sus dirigentes en sus países, y de este modo,  cerrar toda posibilidad de levantar en el cono sur americano gobiernos democráticos antiimperialistas y de programas socialistas de desarrollo. Corría abril de 1982. Hasta ahí, las dictaduras argentina y chilena eran amables socios, hasta que las cosas cambiaron ante la creciente resistencia popular de nuestros pueblos a las atrocidades de esas infamantes dictaduras.

En Argentina, la junta militar, encabezada por el general Leopoldo Galtieri, tuvo la idea de convocar al orgullo nacional. Se trataba de recuperar territorios que, por cierto, siempre habían sido argentinos, hasta que los ingleses los ocuparon militarmente en 1833.  Así, pensó el dictador, que el pueblo argentino se uniría en torno a su gobierno. A ello agregó un ingrediente ultra-nacionalista y xenófobo propio del fascismo, puesto que la convocatoria no sólo se refería a la recuperación de Las Islas Malvinas sino,  como el propio Galtieri explícita y públicamente lo declaró para que lo oyera todo el mundo, también la vinculó a la disputa que Argentina tenía con Chile –en verdad, desde hacía largo tiempo- sobre la posesión de unas pequeñas islas patagónicas. Ante una multitud en Buenos Aires, en la Plaza de Mayo, en apasionado discurso, Galtieri vociferaba  que  “luego de la victoria contra Inglaterra,” ordenaría asaltar y ocupar esas islas La estupidez de la casta castrense imperante en Argentina había llegado a su extremo más inimaginable.

Para empezar, Galtieri y sus adláteres pensaron que el gobierno inglés, por evitar una guerra, negociaría de alguna forma la devolución de Las Malvinas, sin pensar que allí gobernaba lo más extremo de la derecha europea, el radical conservadurismo de Margaret Thatcher, que no sin razón era conocida en el mundo como la “Dama de Hierro.” El dictador tampoco esperaba que el gobierno de Estados Unidos, el mentor y sostenedor de su gobierno dictatorial y de toda la «Operación Cóndor,» apoyaría de lleno a Inglaterra en el conflicto.  Por supuesto, Galtieri ignoraba que el «panamericanismo» (la supuesta «amistad» USA-América Latina) nunca ha existido, salvo como mito, y en su lugar lo único que ha habido en el continente americano ha sido una relación entre una superpotencia económica y militar y una serie de países débiles y desunidos que domina.

Hay más aun. Galtieri tampoco calculó que las islas en disputa estaban siendo sometidas a laudo arbitral por el Tribunal Internacional de la Haya, por lo que un ataque militar a esos territorios  –que ya se había planeado unas semanas antes del fin de la guerra con Inglaterra, en junio de 1982-  le traería una segura y aguda condena internacional. Para rematar, el dictador argentino, al declarar la guerra a Chile,  aunque fuera destiempo,  tampoco pensó que Chile haría todo lo posible para que Argentina no sólo perdiera la guerra, sino lo hiciese  con la mayor cantidad posible de pérdidas materiales, como efectivamente así sucedió.

Se trate de la dictadura de Pinochet  o de un gobierno democrático chileno, no había más alternativa que colaborar en la derrota de Galtieri. Luego, los argentinos que aún repiten esa tontería chauvinista y hasta xenófoba contra Chile, deberían preocuparse mejor de impedir que a su país accedan dictaduras fascistas, siempre ultra nacionalistas, elitistas, belicosas y lideradas por ignorantes.

En fin, la guerra de Las Malvinas demostró, por lo menos, dos cuestiones de carácter geo-político. Primero: que las superpotencias imperialistas, una vez acordadas sus esferas de dominación económica en el mundo, siempre después de violentas guerras entre ellas, crean alianzas intercontinentales  superiores a cualesquiera tratados con los países que dominan; y segundo: hasta qué punto han estado desunidos nuestros países latinoamericanos desde poco después de su independencia política del imperio español a comienzos del siglo XIX .

Para finalizar, sólo un dato que aunque lejano en el tiempo puede ser ilustrativo. Además de la histórica desunión de los países latinoamericanos, este dato revela que la ambición de las clases dominantes que han gobernado nuestros países no ha tenido escrúpulos ni límites. Según el principio «uti possedetis» (posesión por uso y tradición) y las delimitaciones fronterizas dejadas por el imperio colonialista hispano, el Chile independiente de España nacía con acceso al Atlántico sur, como así lo muestran mapas coloniales españoles vigentes en nuestros países hasta fines del siglo XIX.

 Antes que se iniciara la Guerra del Pacífico (1879-1881) entre Chile y los aliados Perú y Bolivia por la posesión del salitre, Argentina había firmado un pacto secreto con Perú, comprometiéndose a ayudarlo en el conflicto. Eso no sucedió, y en cambio, mientras los ejércitos chilenos estaban en guerra en el extremo norte, Argentina ocupó militarmente la inmensa y riquísima Patagonia atlántica que, por lo menos por uso, era chilena.

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