Edición Cero

Pedro es un periodista de extensa actividad política, que lo ha llevado a participar en los comicios más trascendentes desde el año 1978. Ahora... Elección de Gobernadores Regionales y la batalla de Santiago: Un provinciano en Santiago Centro

Pedro es un periodista de extensa actividad política, que lo ha llevado a participar en los comicios más trascendentes desde el año 1978. Ahora nos cuenta sus vivencias en la “Batalla de Santiago”, es decir, la segunda vuelta en la elección de hoy por la Gobernador (a) en la Región Metropolitana, vivida el domingo 13 de junio.

PERDIMOS

Poco antes de las nueve de la noche del domingo 13 de junio, ya la Batalla de Santiago se definió en favor del candidato de la Democracia Cristiana, Claudio Orrego.

En los locales del Frente Amplio y su candidata Karina Olivo hay una mezcla de tristeza porque no se logró el cargo, pero optimismo porque se estuvo… a punto. La diferencia fue de alrededor de un 5 por ciento, en una jornada con la participación de apenas un 25 por ciento del total de votantes registrados.

La joven cientista política logró el 47 por ciento de los votos, cinco puntos menos que su contendor. Pero, este domingo no mostró ninguna señal anticipada que auguraran esos resultados.

RECUENTO DEL DÍA

07:50 horas. Grandes dudas permanecen en la Región Metropolitana ante la jornada de hoy, en que casi seis millones de ciudanos podrán decidir – en segunda vuelta – quién será la primer (a) Gobernador Regional, optando por Karina Oliva, del partido Comunes y la alianza Frente Amplio, apoyada por la izquierda y Claudio Orrego, democratacristiano, de la coalición Unidad Constituyente y apoyado también por la derecha.

Orrego logró un25,51 por ciento en primera vuelta y Karina un 23,37. Y las sumas de las otras candidaturas, distribuidas por afinidades ideológicas y otro tipo de consideraciones hacen que haya una disputa muy estrecha esta jornada.

Cualquiera de ellos podría ganar y todo depende de los pocos –eso se adivina en una región enteramente en Cuarentena– que vayan a votar.

A esta hora hace mucho frío para un nortino (9 grados) y la mañana está levemente soleada. Hay poca gente en las calles de la Comuna de Santiago, más ciclistas que automovilistas y ninguna señal de que ésta sea una jornada especial.

En sus afueras, el local de votación del Colegio San Antonio, ubicado en calle Santo Domingo con Cumming, está poblado de funcionarios del SERVEL, carabineros y militares. Pero adentro hay un pequeño batallón de civiles organizando las 24 mesas, todos con sus mascarillas y con el ánimo que se precisa para enfrentar las 10 horas de trabajo de hoy, son los vocales de mesa, de los cuales la mayoría llegó puntual. Los rezagados aparecieron hasta las nueve de la mañana.

Eso lo notó un caballero de bastón y gorro de lana, Alberto, que ya estaba antes de las ocho pues se vino desde su trabajo de nochero a sufragar…pero su mesa recién lo recibió una hora después. “Y les pagan, más encima”, renegaba, armándose de paciencia mientras se movía por los pasillos. “Para no quedarme dormido”, explicó.

COMIENZA LA VOTACIÓN

09:20 horas. Las mesas ya están todas instaladas y los vocales comienzan a conversar entre ellos, mientras comparten diarios y revistas, como en otros tiempos. La mayoría son de mediana edad (cuarentones) y el resto jóvenes revisando sus celulares. Sólo unas pocas mesas tienen electores, por lo que la atención es rápida y no se arman filas.

Yo estoy de apoderado general de local por Karina Oliva, y me encuentro con Mauricio, que cumple el mismo papel por Claudio Orrego. Conversamos, no hay ninguna rivalidad y más bien temas comunes, de política y procedimientos electorales. Hay gente que, como a nosotros, disfruta con estos temas.

Ya he informado al Comando todo lo sustancias del comienzo de jornada y ya no hay nada más que hacer por ahora. Local funcionando correctamente, ningún incidente, los materiales distribuidos apropiadamente, la atención de los funcionarios del SERVEL es amable y atinada, el Delegado del local da las facilidades del caso y los policías y militares ni se asoman en los temas civiles, limitándose a velar por la seguridad del recinto y el orden público. Recuerdo que no siempre ha sido enteramente así, ni siquiera en estos años de democracia.

LLEGA MÁS GENTE

12:00 horas. Tras una salida he vuelto, el recinto registra mayor movimiento y en las urnas ya hay un promedio de 40 votos por mesa (apuntando al 20 por ciento de participación), se arman filas. Los adultos mayores y maduros son la mayoría; todos en orden y armonía. Faltan seis horas para el cierre de las mesas, por eso no hay todavía motivo para tener divergencias. Esas llegarán a la hora de contar las papeletas.

El sol de Santiago apenas entibia el ambiente, la gente sigue llegando, mucho adulto mayor, en parejas o jóvenes en bicicletas. Este es un vehículo de creciente uso en la capital y cada vez hay más ciclovías.

Me cuentan que este local de votación concentra a un sector tradicionalista del electorado. “Aquí ganó Alessandri”, me dice un funcionario. Yo recuerdo al que fuera Presidente de la República, Jorge Alessandri, pero él se refiere al ex alcalde RN – desplazado por la comunista – Felipe Alessandri, que es sobrino nieto de “El Paleta”, como se conocía al exmandatario.ç

14:00 horas. Ya el movimiento mengua, al interior del recinto se organizan para el almuerzo por turnos (por las medidas de prevención del Covid-19). Nos toca alimentarnos y preparar la parte dura de la jornada: el cierre de las mesas y los recuentos.

 

LA HORA DEL RECUENTO

17.00 horas. Esta es la parte más dinámica de la jornada. Hay poca gente y son los últimos votantes, lo que nos llevará al cierre de la hora de votaciones, fijada para las 6 de la tarde. Los vocales de mesa ya comienzan a ordenar sus cosas y los papeles.

18:00 horas. El presidente de cada mesa sale a vocear que cerrarán los sufragios, pero casi no hay nadie esperando.
Comienza la contabilización de los votos.

Alguien pide a cerrar el portón del liceo y los militares que vigilan corren el cerrojo. Pero…

Ubico al primer funcionario del SERVEL y le indico que si no ordena abrir el recinto estamparé una denuncia. Es muy joven y cree que corresponde hacerlo porque ya terminó la hora de votar.

TRANSPARENCIA

Entonces le explico que la ley es clara y terminante en eso: el escrutinio debe ser público, abierto y trasparente. Debe darse facilidad para que cualquier persona que lo quiera entre y observe cómo se cuentan los votos. Es una garantía democrática. Me dice que no es así. Yo le digo que consulte a sus jefaturas.

Más rato, en el ir y venir para controlar que se cuenten bien los sufragios, observo que el protón volvió a estar abierto de par en par,

Y el momento crucial llegó, en cada una de las 24 mesas de este local se están contando los votos y las preferencias. Las diferencias son pequeñas, en una mesa gana Karina y en la otra Orrego.

OBJECIONES

Reviso el recuento, pido explicaciones en dos casos y objeto votos en dos mesas, porque – a mi parecer – anulan incorrectamente una cédula con preferencia a mi candidata y otra, con una línea que llega a los dos nombres se considera por uno de los candidatos.

Les recuerdo que deben llevar mi firma de Apoderado de la candidata Karina Oliva. Los presidentes de esas mesas no tienen problemas en registrar las objeciones.

Esa misma armonía la vivo con los apoderados del otro candidato, quienes me permiten ver sus apuntes para confirmar mis datos, los que tengo respaldados con fotografías tomadas con mi celular.

Bajo al primer piso y, en una amplia cancha que al mediodía aparecía plena de electores, sólo encuentro un recinto vacío, tan deprimente como el conocer los cómputos que indican que mi candidata perdió sólo por una diferencia de un cinco por ciento.

PERDÍ, PERO ME VOY CONTENTO

Envío el Informe Final al Comando, salgo a la calle, y me voy contento, a cada paso más animado.

Si sacan cuentas, algunos perdimos y todos ganamos, porque – si apartáramos las muchas dañinas decisiones de las autoridades de Gobierno, y su manejo pernicioso de las cuarentenas – fue una jornada electoral ejemplar.

Y, además, ya me voy de vuelta a sol del Norte.

Pedro.

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